lunes, 7 de enero de 2019

Masones y Piratas: Del Temple a los Jesuitas (III)

Cataluña, del Temple a la Jesuitas

Los templarios habían acumulado muchas tierras al oeste y al sur de Cataluña mediante su estrategia de donaciones y derechos de conquista.

Disponían además de una poderosa flota, con la que el famoso Jaume I el Conqueridor, el bisnieto del templario Ramón Berenguer IV, conquistó Mallorca y Valencia. Jaume I, que había sido criado por los templarios en el castillo de Monzón, cedió a la Orden el beneficio de un tercio de ambas ciudades conquistadas.




Su nieto, Jaume II el Just (1291-1327), siempre con la ayuda de de los templarios y sus barcos, reinó en Cataluña, Aragón, Valencia, Mallorca, Cerdeña, Sicilia y Nápoles. Así pues, la confederación catalanoaragonesa y sus socios templarios se habían convertido en la nueva gran potencia mediterránea.

En este escenario propicio y en el mismo lugar de origen de la Orden - la Cataluña ex-merovingia de los fundadores - los templarios aseguraron la continuidad del "plan" de la facción Ishtar-Mitra en su eterna lucha por la supremacía...


Alrededor del siglo XIV, mientras los templarios franceses eran perseguidos y encarcelados, los templarios catalano-aragoneses convertían a la Corona de Aragón en la primera potencia del mediterráneocon territorios que incluyeron hasta Atenas y Constantinopla

En la Corona de Aragón y Cataluña, la Orden del Temple fue absuelta de las acusaciones formuladas por el Papa.

Sin embargo, para evitar el enfrentamiento con el Papa de Roma, también fue disuelta y sus posesiones se traspasaron a otras órdenes ya existentes, e incluso se crearon otras.

Así nació la Orden de Montesa, que fue el instrumento que "el plan" utilizó para el traspaso del verdadero poder templario a la Orden religioso-militar de la Compañía de Jesús, los Jesuitas.

De hecho, el nacimiento de la propia nación catalano-aragonesa había sido provocado por los templarios.

El rey de Aragón Alfonso I el Batallador, a su muerte en 1134, cedió sus reinos a las tres órdenes militares, la del Santo Sepulcro, del Hospital de Jerusalén y de los Templarios. Enfadados, los nobles decidieron obviar el testamento y el trono se quedó vacío, llegándose al consenso de nombrar sucesor a su hermano monje - Ramiro II el Monje.

Éste acepto, pero en cuanto pudo de libró de la carga y ofreció a su única hija Petronila, a los dos años de edad, en nupcias al templario conde Ramón Berenguer IV, del Casal de Barcelona y le ofreció también el reino.

Así nació la Corona de Aragón y Cataluña.

El templario Ramón Berenguer IV con las murallas de Barcelona a sus espaldas

La Orden de Montesa

En plena expansión mediterránea, en 1319, el rey Jaume II el Just, fundó en la capilla real del palacio de Barcelona una nueva orden de monjes guerreros, que había de absorber a la disuelta Orden del Temple.

Su sede sería la villa de Montesa de Valencia, que el rey donó a la orden y de la cual tomó el nombre.




El primer Maestre de la nueva Orden fue Guillem d' Erill, un hombre anciano y que fallecería tan sólo setenta días después de haber sido elegido. En realidad fue un nombramiento simbólico, incluso ritual, para dar continuidad dinástica a la Orden ya que el anciano Guillem era descendiente directo de uno de los nueve fundadores del Temple, Bernat Roger d´Erill, ver El Temple nació en Cataluña.

Para dejar claro que la Orden de Montesa era la plena continuidad del Temple, en la ceremonia, Guillem d' Erill entregó el hábito de la Orden a ocho caballeros, todos antiguos templarios.

Es decir que otra vez, nueve caballeros se juntaban para conjurarse y crear una orden religioso-militar, o sociedad secreta, como hicieron antes los nueve templarios originales o los Nueve Caballeros de la Fama.

Caballeros de la Orden de Montesa y el emblema de la orden

que, básicamente es la mezcla de la cruz templaria y la Flor de Lis, símbolo merovingio,

que por aquel entonces era el símbolo representativo de los monarcas franceses.

Una sutil maniobra diplomática para evitar problemas

a los neo-templarios en la Corona de Aragón y Cataluña

La Orden se estableció en el castillo de Montesa, que anteriormente había pertenecido a los Templarios.

En poco tiempo se convirtió en el brazo armado de la monarquía española, vendiendo su ayuda militar a cambio de privilegios, la misma estrategia con que los Templarios se habían hecho tan poderosos dentro de la confederación catalano-aragonesa.

El último Gran Maestre de la Orden de Montesa fue Pedro Luís Galcerán de Borja y Castro-Pinós, hijo del duque de Gandía, quién fue elegido en 1528, a la nada lógica edad de 17 años.

Pedro Luis pertenecía a la importante familia de los Borgia, cuyo nombre original en catalán es Borja.

Con su mandato la orden se extinguió, mientras que él era condenado a 10 años de prisión acusado de sodomía por un delator, un final extraño, pareciera que la misión de la Orden quedaba cumplida y ya no fuera necesaria mantenerla.

Desde Galcerán, se transfirió el destino del Temple a los jesuitas, mediante su hermano Francisco de Borja que sería tercer General de la Compañía de Jesús y hombre de confianza de Ignacio de Loyola.

El nombre Pedro Galcerán de Borja y Castro y Pinós, sonará muy familiar para quienes hayan leído los artículos dedicados a Cataluña-España en orden cronológico.

Galcerán de Pinós fue el cofundador de la Orden del Temple, junto con su hermano Hug de Pinós.

Uno de sus descendientes fue Bernat Galcerán de Pinós, padre de Francisca de Castro-Pinós, que tuvo como hijo al Gran Maestre de Montesa.

En el pueblo de Guimerá, muy cerca del Santuario templario de Pinós,

se puede ver esta cruz de término con el escudo de los Castro Pinós.

En los recuadros ampliados, las tres piñas del escudo de la familia Pinós y una representación de Ihstar en el Louvre con la estrella de ocho puntas de los Castro




Echemos un vistazo a la familia del Gran Maestre de Montesa, los Castro-Pinós.

Sus tierras estaban a caballo entre las actuales Lleida y Huesca (en la Franja de Ponent, el área catalano-parlante de la actual CA. de Aragón). Su escudo es una sorprendente mezcla de la bandera catalana y la estrella de ocho puntas, símbolo personal de Ishtar-Inanna.

El mensaje es claro, el plan de la formación de los capataces de Ishtar pasaba por los Castro-Pinós, continuadores de los Pinós y los templarios y quienes debían de traspasar el testigo del Temple/Montesa a los Jesuitas.

Escudo de Felipe de Castro, conde de Ebol

Ignacio de Loyola y la fundación de la Compañía de Jesús

En el siglo XVI, llegó a Montserrat un guerrero vasco convaleciente de una herida de guerra.

Iba camino a Barcelona para embarcar a Jerusalén y su nombre era Iñigo de Loyola. En la basílica, ante la Virgen, experimentó una fuerte conmoción espiritual, rezó de rodillas toda la noche y siguiendo las reglas de la caballería dejó su espada y sus ropas ante el altar.

Se fue andando hasta la población vecina de Manresa, donde se hospedó en el Hospital, fuera de las murallas y empezó su camino de iluminación.

Tras algunos días de oración, entregó sus pertenencias a los pobres y se instaló como anacoreta en una cueva de la zona, mirando hacia la montaña sagrada. Allí vivió unos meses, entre penitencias, ayunos, alucinaciones y estados místicos de éxtasis, arrebatos y otros estados alterados de conciencia.

Ignacio empezó a hacer sanar enfermos, y estando cerca de su cueva vivió un rapto espiritual, durante el cual se quedó completamente inmóvil durante ocho días, lo que causó gran revuelo en la población.

La "Cova de Sant Ignasi" en Manresa, actualmente integrada en un Santuario

y en gran centro de retiro internacional de la Compañía de Jesús

Fue en la cueva donde Ignacio empezó a escribir los Ejercicios espirituales, base de la Compañía.

Allí, frente a la montaña que le había cambiado la vida, se gestó el embrión de la futura Compañía de Jesús. Años después, tras diversas vicisitudes, entre ellas la cárcel, Ignacio de Loyola recaló en París, donde coincidió con otros estudiantes con quienes materializaría la orden imaginada.

Esta bien completa historia apenas es conocida fuera de Cataluña.

Por poner un ejemplo, Wikipedia en su extensa página dedicada a la Compañía de Jesús, no nombra en ningún momento a Montserrat ni a Manresa.

Difícilmente se pude entender a una figura como San Ignacio y una sociedad como la Compañía sin conocer lo que ocurrió en la montaña catalana.

IHS solar en la iglesia del Gesú,

templo central de los Jesuitas en Roma

Este lapsus es en parte debido a la consabida negación de todo lo catalán, habitual en España, que se ha convertido en uno de los principales motivos emocionales por el que una gran mayoría de la población catalana desea una consulta sobre la independencia.




A medida que vamos conociendo los eventos ocurridos en Occitania, la actual Cataluña y sur de Francia, vamos viendo más claro un hecho:

hay otros motivos por lo que estas tierras y su historia pasan desapercibidas y quedan subyugadas a un poder superior capaz de sepultarlas.

Es una inteligente manera de esconder aquello que se considera sólo ha de ser conocido por unos pocos, o por nadie.

Así, el proceso de independencia de Cataluña aparece como una respuesta al juego de trileros en que se ha convertido la historia en esta zona del Mediterráneo.

Trileros ancestrales que siguen imponiendo sus reglas de juego a una humanidad a la que no dudan en comparar con un hámster en una rueda, como en el pasado Festival de Eurovisión.

Cabría pues pedir una reflexión a todos los catalanes que consideran a España responsable del menosprecio histórico a Cataluña.

La culpa de ese "trato" no reside - en su totalidad al menos - en ese "Madrit" antagónico, sino en planes que operan en esferas superiores, pero que se reflejan en este plano, de forma inconciente, en la actitud de España hacia lo catalán.

Del mismo modo, los españoles que están hartos de que "los catalanes se crean diferentes", deberían de pensar que las diferencias no son elección propia, sino que responden a fuerzas y razones superiores, ancestrales, que la población ignora completamente.

Si ambos pueblos asimilaran estos dos hechos, seguro podría nacer un nuevo hermanamiento libre de enemistades y rencores, basado en la comprensión mutua.

Pero es de temer que las personas no estén dispuestas a abandonar su paradigma, su "zona de confort" y que no sea posible arrancar la cuestión del terreno político.

Entre otras cosas, porque hay demasiados seres humanos - y no humanos - que viven del conflicto y que no están dispuestas a quedarse sin su "sustento".

Atención porque estos parásitos se esforzarán aún más a medida que se acerque el choque final de trenes.

Y no me refiero solo al choque España-Cataluña, sino también al de Luz-Oscuridad, porque ahí reside la importancia de Cataluña en estos tiempos finales.

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