martes, 15 de enero de 2019

El Libro de San Cipriano (I)

Resultado de imagen de El Libro de San Cipriano Quizá no haya habido nunca un libro más codiciado y buscado, ni que despertase más pasiones y deseos de poseerlo, hasta el punto de que mucha gente cayera en la locura, enfermase gravemente o se arruinara económicamente, sólo por intentar conseguir un ejemplar del mismo o por poner en práctica los rituales que en él se contenían. Estamos hablando del Libro de San Cipriano, popularmente conocido como Ciprianillo.

El Libro de San Cipriano es un grimorio, es decir, un libro que recoge fórmulas mágicas, atribuido a San Cipriano de Antioquia, el santo mago por excelencia, y en el que una parte fundamental se ocupa del desencanto de tesoros, incluyendo también, en muchas de sus ediciones, una lista de tesoros del Reino de Galicia y de partes de Portugal, con localizaciones detalladas de dónde encontrarlos.

Parece que no hay testimonios de gente que se hiciera rica gracias al Ciprianillo, aunque seguramente lo que pasó fue que, quienes se hicieron ricos por estos medios, lo mantuvieron en silencio para evitar robos, como pasa hoy en día con los ganadores de la lotería. Sin embargo muchos de los inicialmente felices poseedores del libro, después no lo fueron tanto, ya que agotaron capital y salud buscando los magníficos tesoros prometidos.

Esto fue especialmente cierto en Galicia, donde abundaron los casos de gente que adquiría algún ejemplar, pagando grandes sumas de dinero que juntaban, a menudo, vendiendo toda su hacienda. El escritor e historiador orensano Vicente Risco relata en su trabajo “Los tesoros legendarios de Galicia” publicado en 1950 en la “Revista de Dialectología y Tradiciones Populares”, que en los años 20 y 30 del siglo XX se llegaba a pagar en Galicia 500 ptas. por un libro que adquirido en Portugal o Brasil podía valer 3 o 4 ptas.

Toda esta especulación económica llevó al historiador gallego Bernardo Barreiro a publicar, en 1885, en su obra “Brujos y astrólogos de la Inquisición y el Libro de San Cipriano”, una versión muy parcial del mismo, con el fin de que toda la gente lo pudiera adquirir a un precio popular y vieran además lo absurdo de su contenido, destruyendo así su fama y que la gente dejara de buscar tesoros.




En Galicia circularon leyendas que situaban dicho libro en algún departamento reservado de la Biblioteca de la Universidad (según otros de la Catedral) de Santiago, donde se encontraba encadenado para que ningún incauto lo pudiera abrir y leer su contenido (y suponemos que para que el libro no pudiese escapar de allí).

El propio Bernardo Barreiro cuenta que cuando estuvo trabajando en el Archivo de Simancas (Valladolid) iban hasta allí paisanos a pedirles una copia del famoso libro y que, ante la respuesta de que allí no se encontraba ningún Libro de San Cipriano, la gente se mostraba recelosa y era muy difícil de convencerles de ello, aunque se les dijera, incluso, por los propios empleados que si hubiera allí algún Ciprianillo, ellos ya serían ricos y no estarían trabajando en aquel sitio.

Resultado de imagen de El Libro de San CiprianoLa figura de San Cipriano

El santo al que se le atribuye la redacción del libro es, San Cipriano de Antioquia, que vivió en el S. III D.C. (no tiene nada que ver con San Cipriano, Obispo de Cartago, con el que a menudo es confundido). El relato de la vida de San Cipriano más conocida (aunque ya hay citas en el s. IX) es la recogida en las diversas obras publicadas con el título de Flos Sanctorum (entre ellas la del padre jesuita Pedro de Ribadeneyra editada en Madrid 1599-1601).

Según estos relatos, San Cipriano nació en Antioquía, entre Siria e Arabia; sus padres, idólatras y poseedores de grandes riquezas, lo destinaron, por sus cualidades, al culto de los falsos dioses. Fue hombre de gran cultura, viajó mucho (por Grecia, Egipto, la India y Caldea) y llegó a ser un profundo conocedor de las artes mágicas.

A los treinta años se convierte al cristianismo, gracias a la predicación de Antipo, Obispo de Antioquía y por culpa de un episodio que le ocurrió: un joven llamado Aglaide se enamora de Justina y la pide en casamiento, que ella rechaza por estar consagrada a Jesucristo. Aglaide recurre a Cipriano para que Justina se rinda a sus deseos, lo que intenta con todas las artimañas posibles, sin resultado.

Entonces Cipriano invoca a Lucifer para que le diga por qué son inútiles todos los sortilegios que hace a Justina, y Lucifer le responde que el Dios de los cristianos es el señor de todo lo creado, estando él también sujeto a su poder, de forma que no podía hacer nada contra quien hiciese el signo de la Cruz.

Entonces San Cipriano renegó de él y se convirtió al cristianismo, abandonando la práctica de la magia, no sin antes, según la tradición popular, recoger en un libro todos sus conocimientos mágicos. Posteriormente Cipriano y Justina llevaron una vida de oración y predicación del cristianismo, hasta que el juez Eutolmo los mandó al suplicio metiéndolos en tinas de pez ardiendo, de las que salieron ilesos.

Ante semejante milagro, Atanasio, gran sacerdote pagano y discípulo anterior de Cipriano, creyendo que era un truco, se arrojó al tonel, y murió quemado en el acto. Cipriano y Justina fallecieron decapitados el 26 de Septiembre en los márgenes del río Gallo en la ciudad de Antioquia y sus reliquias fueron repartidas entre Roma (iglesia de San Juan de Letrán), Toulouse, y la catedral de León.

La fama de San Cipriano como mágico se extendió por toda la cristiandad y pasó posteriormente a la memoria popular, poniéndolo al mismo nivel que otros famosos magos de la Antigüedad, como Simón el Mago o Salomón, a los que también se les atribuye la autoría de numerosos libros mágicos. Para darnos cuenta de la popularidad del santo y la vigencia de su leyenda, que fue transmitida de forma popular durante siglos hasta hace muy pocos años, basta con mencionar que circularon pliegos de cordel con su vida en verso.

A San Cipriano, además, se le hizo patrón de las artes mágicas, de los hechiceros y de las brujas, y su nombre estuvo vinculado a numerosas prácticas mágicas, tanto conjuros como oraciones, como atestigua la famosa Oración de San Cipriano, y que vale para protegerse de maleficios de cualquier tipo.

Los estudiosos consideran asimismo la historia de San Cipriano como uno de los más directos antecedentes del desarrollo de la historia de otros magos famosos, como por ejemplo, Fausto, cuyos primeros relatos datan del s. XVI.

En Cataluña la devoción al Santo debió ser muy popular ya que Palau cita ocho folletos publicados de la Oración de San Cipriano, a veces acompañada de la Oración a la Santa Cruz de Caravaca, escritos en catalán y en castellano. De estas obritas reproducimos la portada de la editada en Manresa, por la Sociedad Editorial Manresana.

El libro de San Cipriano y los libros de magia

El libro de San Cipriano se encuadra perfectamente en la categoría de los grimorios o libros de nigromancia, lo que significa que es un libro de magia ritual dedicado a la magia negra. Aunque gran parte del mismo se dedique a la magia blanca (curación de enfermos, etc.), lo cierto es que en todos ellos aparece, aunque sea una mínima parte de magia negra, lo que hace que caigan directamente en dicha categoría.

Quisiéramos hacer unas puntualizaciones en este libro, por supuesto personales, pero que consideramos importantes a fin de clarificar conceptos esenciales en magia que son fuente de confusión y de grandes errores.

Por supuesto no somos teólogos ni tenemos ningún titulo en dogmas, fe y religión, pero si hemos investigado mucho, reflexionado, meditado y sacado conclusiones que queremos transmitir con el único interés de aportar luz útil a aquel que la busque. La verdad hay que buscarla y esta es la nuestra.

Los límites entre magia negra y blanca son muy difusos y sujetos a numerosas discusiones, porque en realidad no existen ambas magias. La energia es Una y solamente la intención o el objetivo marcan la diferencia entre blanco y negro bien y mal luz y oscuridad, pero eso nada tiene que ver con Diós. El es creador y esta por encima de nuestras pequeñas o grandes manipulaciones e intentos de imitarle; no es manipulable, no interviene directamente en la obra humana.

Si fuera de otra forma, toda la vida cambiaria de sentido, porque indicaría en el caso de la victima de un trabajo de magia negra, que le ha sido robada su conexión con la divinidad sin su permiso. Eso equivaldría a conceder mas poder a la fuerza del mal que al propio creador y entonces ¿como podría liberarse del trabajo si no tiene ya libertad de elección?…

Lo que nosotros llamamos Bien y Mal, Luz y Oscuridad, Amor o Justicia, son cualidades con las que identificamos al creador para hacerlo mas asequible a nuestra pequeña y limitada mente humana pero que en realidad son intentos de imitar un algo superior e inmenso no catalogable en nuestra entelequia, puesto que nadie jamás lo ha visto, desde este plano material, y lo mas que se ha conseguido es la visión o revelación de una imagen del incosciente colectivo creado en el plano astral, y mediante el cual identificamos a algo tan inconmensurable, que si por casualidad pudieramos percibir una micronésima de su ser seriamos desintegrados inmediatemente a causa de la fuerza de su vibración.

El poder de la fuerza atomica seria una pompa de jabon a su lado. Para los misticos hebreos que en realidad fueron los que difundieron la fe en Occdente, Dios es nombrado como AIN SOFT( lo no manifestado, lo que no se ve, aquello sin forma y con existencia propia), para los santeros es el “innombrable” y para los místicos de la antigüedad la nube de NO SER, porque en sus visones la Imagen divina aparece envuelta en una nube. Asi pues queremos dejar constancia que la magia es energia, generada a partir de la obra creadora divina y por consiguiente su potencia pertenece a un nivel inferior a su creador, nada de lo que se produzca a través de ella tiene relación directa con el creador.

Hay quien dice que la magia cuyo fin sea beneficiar al mago y que coartando la libertad del otro e invocando a espíritus infernales para ponerlos al servicio del nigromante, corresponde al trabajo de magia negra.

Se me ocurre una pregunta según esa definición : ¿y cuando no lo hace?, todo trabajo de magia potencia digamos las “habiliades del mago, como toda práctica ya sea física mental o espiritual potencia al practicante o sino ¿Qué sentido tendria hacerlo?, otra cosa es la intención o el objetivo de la practica.




Dicen que coharta la libertad individual: ¿Dónde esta el limite entre mi deseo y el deseo del otro ¿…¿Cuál seria el fin de la magia sino conseguir mediante artes ocultas lo que aparentemente no logro con mi propio magnetismo personal .

Y en cuanto a la invocación de espiritus infernales, pues lógicamente cada practicante de magia recurre a aquellos seres con los que se identifica mejor…pero la magia en si es UNA y como todo en este plano denso tiene dos polaridades, positivo, negativo, de cómo lo cataloguemos dependerá en el lado que nos encontremos los participantes.

¿Es posible hacer un trabajo de magia amorosa sin perjudicar?, No y Nunca. Solo si la propia pareja acude al mago pidiendole que les una y lo soliciten los dos, es el único caso en que no habrá manipulación, y aun así corren el riesgo de torcer ellos sus propios caminos puesto que nadie puede garantizar que son pareja de por vida.

Mi opinión personal es que si son pareja de por vida, ¿Qué necesidad tienen de recurrir a otras artes para unirlos ¿ ¿Tan poca confianza tienen en su amor que necesitan recurrir a manos ajenas para mediante su cesión de voluntad manipulen sus vidas?…

Richard Kieckhefer en su libro “La Magia en la Edad Media”, Colección Drakontos, Editorial Crítica, 1992, dice que los fines perseguidos en los grimorios son básicamente influir en las mentes y deseos de los demás (ya sean personas, animales o espíritus para que hagan o dejen de hacer algo), actuar sobre la naturaleza física de personas y animales para hacerles bien o mal, influir sobre las cosas, elementos del tiempo o contingencias inciertas del futuro y, por último, crear ilusiones, descubrir secretos o ver hechos pasados, presentes o futuros.

Para ello se usa un elemento visual (círculos mágicos, talismanes, etc.), uno oral (la realización de conjuraciones, en éste se ordena al espíritu que haga algo, a diferencia de la oración en que sólo se pide), y uno de acción (realización de sacrificios, ofrendas, magia simpática, etc.).

La palabra grimorio es una palabra oscura de la que no se sabe muy bien su procedencia, para algunos es una palabra genuinamente española, de la que después derivaría la francesa grimoire, según otros es al revés, también se relaciona con la palabra gramática, grammaire, con la idea de un conjunto de reglas, en este caso mágicas.

La palabra nigromancia, de la que se cree que derivó la de magia negra por confusión de términos, proviene del latín y éste a su vez de las palabras griegas Necros y Mantica, es decir, adivinación invocando a los muertos (como hacía Circe en la Odisea de Homero).

En la Edad Media el término pasó a designar a la magia diabólica, ya que se creía que era imposible que los muertos volvieran a la vida mediante conjuros, sino que eran demonios los que acudían a la llamada, en forma humana o animando cuerpos de difuntos. La nigromancia está relacionada con la goetia o goecia que es la magia que se realiza invocando a espíritus malévolos o demoníacos, a diferencia de la teurgia que se practica invocando a ángeles o espíritus buenos.

Respecto al contenido, se articula en gran medida alrededor del concepto del pacto con potencias suprahumanas, tanto demoníacas como celestiales (in-fluenciado por la Cábala y la religión judía). Esta idea de pacto tiene una génesis culta que se difundió por Europa hacia el s. IX.

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