miércoles, 28 de febrero de 2018

¿ Existen Pirámides en la Jungla Peruana ?

El 30 de diciembre de 1975, el satélite estadounidense Landsat 2 fotografió un área de la jungla peruana en el departamento de Madre de Dios.

La imagen del área forestal mostró doce puntos, en grupos de a dos, simétricos y regulares.

Inicialmente, se pensó que había sido un error, pero luego de atentos análisis de expertos cartógrafos como A.T. Tizando, se llegó a la conclusión de que aquellos extraños objetos en el bosque tenían que ser muy altos, al menos 150-200 metros. Si estaban dispuestos en forma simétrica, no podían ser formaciones naturales, sino productos del hombre. 

Tal vez eran pirámides construidas en un pasado remoto por motivos rituales o ceremoniales.

Las llamadas pirámides de Pantiacolla (del aymara: lugar donde se pierden los Collas), se encontraban en una zona de selva lejana e inexplorada, situada en la jungla de Madre de Dios, un lugar casi inaccesible.



Rápidamente, se empezó a fantasear. El hecho de que muchos consideraran al área de Madre de Dios como el sitio donde los Incas se escondieron después de la llegada de los españoles a Cusco en 1533 y la supuesta existencia de una ciudad suya escondida en la floresta, denominada Paititi, no hicieron más que alimentar la creencia de que estas pirámides tenían que ver con la leyenda de El Dorado. Además, su relativa cercanía con los bellísimos petroglifos de Pusharo, lugar misterioso situado en el Río Shinkibeni, al interior de la selva primaria del Manu, impulsó a algunos exploradores a ir a la zona con la intención de desvelar sus misterios.

La primera persona no indígena que se acercó a las pirámides fue el japonés Yoshiharu Sekino, en 1977. El joven, aunque no logró llegar al enigmático lugar, tuvo contacto con numerosos nativos Matsiguenkas y contribuyó a hacer conocer su cultura, hasta entonces prácticamente desconocida.

Cuando, en 1979, los cónyuges Herbert y Nicole Cartagena descubrieron ruinas incaicas cerca al Río Nistron, llamadas luego Mameria, se comprobó que los Incas se habían adentrado en la selva situada al oriente de Cusco, buscando escapar de los conquistadores. El interés por la jungla de Madre de Dios volvió a crecer.

El enigma de las pirámides de Pantiacolla (llamadas también Paratoari, en lengua Arawak de los Matsiguenkas), permanecía.

La primera vez que se sobrevoló la zona de las pirámides fue en 1980, en una expedición organizada por el arqueólogo italiano Giancarlo Ligabue. No obstante, el primer explorador que llegó hasta allí fue el arqueólogo estadounidense Gregory Deyermejian, en 1996, acompañado por los guías Paulino e Ignacio Mamani, y por el hijo del doctor Carlos Neuenschwander Landa, Fernando. Después de profundos estudios del territorio, llegaron a la conclusión de que las llamadas pirámides no eran otra cosa que extrañas formaciones naturales.

Sin embargo, para otros exploradores, las cosas no son así de fáciles: luego de varios viajes a la zona del Río Negro, afluente del Palotoa, sostuvieron que éstas son naturales, pero que fueron modificadas por el hombre en épocas pre-incaicas y que tienen relación con la ciudad perdida de los Incas, Paititi. Según otros investigadores, las pirámides fueron utilizadas como lugares rituales y religiosos por los Incas que se adentraron en la selva.

Cuando en el 2001, el arqueólogo italiano Mario Polia encontró, en los archivos vaticanos, una carta original del jesuita Padre López, que databa de los primeros años del siglo XVII y que estaba dirigida al quinto general de la Compañía de Jesús, Claudio Acquaviva, el misterio de la ciudad perdida volvió a fascinar al mundo. En efecto, en la carta, considerada original, se describía el reino de Paititi, próspero en 1600, y riquísimo en oro y en piedras preciosas.

Por tanto, volvió a hablarse de las misteriosas pirámides como un lugar ancestral erigido por el hombre en el lejano pasado y en las cercanías del cual los Incas construyeron su Paititi para escapar de las fuerzas del mal, representadas en los conquistadores. Según estas creencias, en las pirámides se encontraría la clave no sólo de Paititi, sino también de la fantástica cultura amazónica que las edificó en tiempos remotos.

“Además de estas poderosas ciudades, los Padres Antiguos erigieron tres recintos religiosos sagrados: Salazere, en las zonas altas del Gran Río; Tiahuanaco, sobre el Gran Lago: y Manoa, en la llanura elevada del Sur. Eran las residencias terrestres de los Maestros Antiguos y un lugar prohibido para los Ugha Mongulala. En el centro se levantaba una gigantesca pirámide, y una espaciosa escalera conducía hasta la plataforma en la que los Dioses celebraban ceremonias desconocidas por nosotros. El edificio principal estaba rodeado de pirámides más pequeñas e interconectadas por columnas, y más allá, sobre unas colinas creadas artificialmente, se situaban otros edificios decorados con láminas que resplandecían.



Cuentan los sacerdotes que con la luz del Sol naciente las ciudades de los Dioses parecían estar en llamas. Éstas radiaban una misteriosa luz, que se reflejaba en las montañas nevadas.”

” También los recintos religiosos son un misterio para mi pueblo. Sus construcciones son testimonio de un conocimiento superior, incomprensible para los humanos. Para los Dioses, las pirámides no sólo eran lugares de residencia sino también símbolos de la vida y de la muerte. Eran un signo del sol, de la luz, de la vida. Los Maestros Antiguos nos enseñaron que hay un lugar entre la vida y la muerte, entre la vida y la nada, que está sujeto a un tiempo diferente. Para ellos, las pirámides suponían una conexión con la segunda vida”.


La Batalla de los Dioses en Latinoamérica: Quetzalcóatl....


Los aztecas relacionaban a Quetzalcóatl con Venus, es un hecho que cuando esta deidad se marcha, y de acuerdo a los escritos antiguos, se divisa a Quetzalcóatl partiendo por mar y perdiéndose a lo lejos en el horizonte hasta “funcionarse” con el sol para luego “formar parte” de Venus.Una de las representaciones de esta deidad es la de un hombre alto, barbado y blanco, al marcharse, le deja a su pueblo la promesa de que regresará, es por este motivo que durante la conquista de la Nueva España (Mesoamérica) los pueblos indígenas creyeron en un principio que Hernán Cortés (el invasor español) era Quetzalcóatl, un hombre con rasgos europeos. 

Este punto es interesante, si se tiene en cuenta que los indígenas eran “chaparros” y de tes no muy blanca, y llega este dios supremo con rasgos completamente diferentes.
Quetzalcóatl es uno de los dioses más reconocidos, y es el tercero de los cuatro dioses de la cosmogonía principal mesoamericana. Su misión, o parte de ella era crear al humano para que este le sirviera y rindiera culto; la historia nos cuenta que hubieron 4 intentos fallidos al momento de crear al humano, o eran muy grandes y torpes o no servían a los propósitos de los dioses.



En relación a los “servicios” que debían proporcionar los humanos a los dioses, estaba la extracción de “lo que está en el otro mundo” o lo que está en el “mundo de los dioses” que sería puesto posteriormente en la superficie de la tierra. Este factor tiene mucha relación con las escrituras sumerias.

Esto datos son interesantes, dioses creando a seres para que les sirvan, hay “seres gigantes” que luego serían exterminados ya que los dioses no estaban complacidos, en otro de los intentos los dioses convierten a su fallida creación en homínidos (familia de primates) ya que los seres creados eran demasiado perfectos y no querían rendirle culto a los dioses. Para la creación de la raza humana los dioses usaban “huesos preciosos”, y todo este proceso no me trae a la mente sino solo 2 palabras: Ingeniería Genética. Esos “huesos preciosos” o “huesos de sus padres y madres” me hace pensar en el ADN, que a través de un proceso de Ingeniería genética es capaz de crear un ser vivo. Podríamos decir en resumen (y especulando) que este ADN de los dioses fue tratado genéticamente para crear una forma de vida: el humano. Y aunque suene a ciencia ficción, esos procesos son factibles con tecnología actual.

Quetzalcóatl no se rinde, y en un último intento y después de pasar calamidades por estar en contra de los designios de sus hermanos, logra crear al humano. Para poder hacer esto y como parte de su sacrificio, tiene que bajar al inframundo y recuperar los “huesos preciosos”, en este intento muere. Claro está que al ser un dios es revivido y posteriormente recupera los tan preciados huesos. Es interesante hacer notar como este personaje muere, sin embargo tiene la capacidad de “renacer/resucitar” y volver a la vida.



Al contrario de los otros dioses, Quetzalcóatl tiene interés en su creación, le importa su “pueblo” y se opone a los sacrificios. Los humanos aprenden diferentes cosas, cultivo de tierra, construcción, ciencias, etc. Se dice que esta deidad incluso protegía al humano con un “cariño especial”.



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