domingo, 3 de diciembre de 2017

Hiperborea: La Civilización perdida de los Arios (I)

Un continente, o isla de leyenda, es el de Hiperbórea, que habría ocupado una parte de las regiones árticas actuales, antes de la modificación del eje terrestre, que implicó la segunda glaciación universal. 

Esta civilización debió florecer hace más de 60.000 años durante el último período interglacialLos griegos conservaron el recuerdo de esta “Tierra del Sol Eterno” que se extendía “más allá del dios Bóreas”, señor del frío y de las tempestades. 

Piteas de Marsella, intrépido navegante y renombrado sabio, en el siglo V a. C. llegó a una tierra que toca el círculo ártico. Los habitantes de esas islas le declararon que si navegaba un día entero hacia el Norte, encontraría “el mar sólido”. Aquella isla a donde había arribado Piteas se llamaba Thule y las noches duraban casi 24 horas en el período del solsticio de verano, y todo lo contrario ocurría en el solsticio de invierno.



Fue una gran potencia que reguló el mundo en sus tiempos. Muchos reinos se levantaron en distintos ciclos, pero cinco fueron los protagonistas que llevaron a la humanidad hacia nuevos senderos. Hiperbórea corresponde a uno de estas potencias. 

Las recientes investigaciones de la ciencia están en consonancia con los relatos arcanos que se protegieron para que no fuesen destruidos. Los relatos antiguos narran que la primera civilización del planeta tuvo su origen en el lejano Norte antes de que ocurriera una época glacial. También hay referencias al hombre como descendiente de la tierra de los dioses, el Monte Meru, en el lejano Norte.

Friedrich Nietzsche, uno de los filósofos que más influyó en la exaltación de la raza aria y en el nazismo, dijo lo siguiente: “Mirémonos de frente. Nosotros somos hiperbóreos, –sabemos muy bien cuan aparte vivimos. Ni por tierra ni por mar encontrarás el camino que conduce a los hiperbóreos; ya Píndaro supo esto de nosotros. Más allá del norte, del hielo, de la muerte –nuestra vida, nuestra felicidad… Nosotros hemos descubierto la felicidad, nosotros sabemos el camino, nosotros encontramos la salida de milenios enteros de laberinto”.

 Desgraciadamente,al igual que en el caso deNietzsche, la mayoría de los estudiosos de la civilización Hiperbórea han tenido ciertas veleidades racistas y nazis (ver artículos sobre “Los enigmas del Nazismo”). Por ello varias de las fuentes que utilizo en este artículo pueden ser identificadas como simpatizantes del nazismo. Pero intentaré filtrar los elementos que considere más influenciados por aspectos ideológicos. También tenemos que hacer referencia a que no queda suficientemente clara la relación entre Hiperbórea y Atlántida, por lo que a veces ambas civilizaciones se confunden.

Algunos místicos de la antigüedad afirman que la humanidad ya existía antes de aparecer sobre el universo físico, en un mundo sin tiempo. Y el mundo material sería un reflejo de otro mundo en un entorno espacio-temporal. En la puerta del templo de Sais, en Egipto, bajo la estatua de Palas se halla la siguiente inscripción: “Soy todo lo que es, lo que ha sido y lo que será y ningún mortal ha levantado todavía mi velo”. Es el velo de Isis, que representa el umbral que hay que atravesar para conocer la totalidad. Y se afirma que una civilización descendida de las estrellas habría visitado nuestro planeta hace miles de años, cambiando para siempre la historia de la tierra.

De aquello ya no quedan más que algunas ruinas. La historia de ese pueblo desconocido vuelve a retrotraernos a la Atlántida y a la antigua Thule. La tradición aria indica que esta morada de los dioses se hallaba en el extremo septentrional. Y esta patria polar fue“una enorme isla de Hielo rodeada de altas montañas transparentes como el diamante”. Hiperbórea no habría sido, sin embargo, glacial: “en el interior del país reinaba un dulce calor en el que se aclimataba perfectamente una vegetación verdeante. Las mujeres eran de una belleza indescriptible. Las que habían nacido en quinto lugar en cada familia poseían extraordinarios dones de clarividencia”. Los habitantes de Hiperbórea son descritos en el “Libro de Enoc”: “Su carne era blanca como la nieve y roja como la flor de la rosa; sus cabellos eran blancos como la lana; y sus ojos eran hermosos”. Y continúa diciendo que en Thule, la capital de Hiperbórea, “vivían los sabios y los doce miembros de la Suprema Iniciación…”

En la mitología griega, Hiperbórea era una región situada en las tierras septentrionales aún desconocidas, al norte de Tracia, región del sureste de Europa, en la península de los Balcanes, al norte del mar Egeo. Su nombre griego: (Υπερ βορεία) Hyper Boreas, significa «más allá del norte») y deriva precisamente de que se creía que el dios del viento Bóreas habitaba en Tracia, y los hiperbóreos, sus hijos, lo harían más al norte de este reino, en el país de Hiperbórea. Se les atribuían costumbres primitivas: Sileno, en una de sus fábulas, decía que fueron los primeros hombres en ser visitados por los habitantes de otro continente más allá del océano que, asustados por lo que se encontraron, regresaron a su país y no volvieron más. 



De los hiperbóreos se decía que eran inmortales, además de ser descritos como Dioses. El dios Apolo conducía cada diecinueve años su carro hacia esta región para rejuvenecer. Autores adscritos al esoterismo nazi postularon una teoría en la que a Hiperbórea la consideraban el país origen de la raza aria. La sociedad nazi Ahnenerbe se habría dedicado a estudiar este tema y otros relacionados como las ciudades subterráneas.


Howard Phillips Lovecraftescritor estadounidense, autor de novelas y relatos de terror y ciencia ficción, es conocido por su literatura fantástica, sus referencias a los dioses primigenios y sus ideas claramente racistas. Fue un gran conocedor de los antiguos imperios y de la civilización sumeria, en la que fundamentaría muchas de sus enigmáticas novelas. 

Conocedor del pasado hiperbóreo de las civilizaciones, Lovecraft se refiere a la raza teutona como descendiente de los antiguos dioses: “El teutón es la cima de la evolución. Al rastrear la trayectoria del teutón a lo largo de la historia medieval y moderna, no encontramos excusa posible para negar su real supremacía biológica. (…) Sus innatas habilidades raciales le han llevado a la preeminencia. 

No hay rama de la civilización que no sea obra suya. (…) En los países cuya población es principalmente teutónica, contemplamos una prueba sorprendente de las cualidades de la raza: Inglaterra y Alemania son los supremos imperios del mundo. La historia de Estados Unidos es una larga alabanza del teutón y seguirá siéndolo si logra atajar a tiempo la inmigración degenerada y preservar el carácter primitivo de la población. (…) Los ingleses y los alemanes son hermanos de sangre, descendientes de los mismos duros antepasados adoradores de Wotan (Odín)…”

Un desastre de enormes proporciones, acompañado de terribles tsunamis, habría destruido la morada de los dioses. El hecho es recogido en las tablillas sumerias: “Aquel día remoto, aquella noche remota, aquel año, aquel año remoto… Cuando ocurrió el Diluvio”. Atrahasis, protagonista de la epopeya babilónica del Diluvio, relató aquellos acontecimientos. Los dioses habrían huido y sus descendientes se habrían dispersado por la tierra, pero su huella reaparecería inmediatamente después de la catástrofe. Hay rasgos comunes en civilizaciones prácticamente contemporáneas a la sumeria, situada en las tierras regadas por los ríos Tigris y el Éufrates, tales como la egipcia, en las orillas del Nilo, la cultura de Mohenjo Daro, en el valle del Indo y otras muchas por todo el mundo, como Tiahuanaco en los Andes.

Los mitos y leyendas de la antigüedad recuerdan a una antigua tierra mágica, origen de la humanidad, y que podemos identificar como la antigua civilización de Hiperbórea, supuesta patria original de los arios. En el Tíbet, antes de ser invadido por los chinos, eran guardados en los templos una serie de viejos manuscritos que se referían a ese pasado remoto. Los arios de la India nos dicen que el continente Ártico, hace milenios, era un lugar de clima templado y con una naturaleza exuberante. Y afirmaban que Hiperbórea, tierra mágica liberada del tiempo, fue creada por una raza superior: los hiperbóreos (recomendamos leer los artículos sobre “La Tierra, ¿es hueca y alberga un reino subterráneo?”).

Según la mitología, su civilización participaba del conocimiento trascendente y la habían creado “dioses” venidos de las estrellas. Se les llamaba “ariyas”, de donde proviene la palabra “ario”, que significa “iluminado”. 

El origen de Hiperbórea se genera en tiempos remotos, cuando se dice que en el cielo hubo una confrontación entre Jehová y las huestes de Lucifer. A consecuencia de esta confrontación el espíritu quedó encadenado a la materia, creándose un linaje de “semidioses”. Estos seres se hallarán desde entonces entre dos mundos y en medio de una terrible confrontación cósmica. Tratando de ayudar a sus hijos semidivinos, losDioses crean Hiperbórea, un territorio desde el que intentan liberarlos de las cadenas de la materia.

Estos mismos mitos explican que Hiperbórea estaba situada más allá del océano boreal y aislada del resto del mundo por una muralla mágica de hielo. En otras versiones la muralla mágica era de piedra, similar a las construcciones ciclópeas del mundo antiguo. Gracias a esta separación, se decía que la pureza racial no estaba amenazada y podían vivir en perfecta armonía. Cuando los dioses hiperbóreos partieron nuevamente más allá de las estrellas, dejaron en la tierra un objeto sagrado: el Grial. Este objeto, que se dice es la esmeralda de la corona de Lucifer, tiene la virtud de permitir a los espíritus caídos mantener el vínculo con el mundo de los dioses.



Tras un enorme cataclismo planetario, Hiperbórea desapareció y la eterna primavera ártica dio paso a un clima gélido e inhabitable, por lo que los sobrevivientes tuvieron que emigrar hacia el sur, hacia Escandinavia. Pero algunos arios emigraron hacia Asia, fundando la legendaria civilización del Gobi. Los innumerables restos de fauna congelada en las islas árticas, hoy inhabitables, como la isla de Vrangel, al norte de Siberia, en pleno Océano Ártico, así como los yacimientos de carbón de las islas árticas como Spitsberg, en Noruega, son la demostración de que en otro tiempo aquellas tierras polares, hoy inhabitables, fueron lugares de naturaleza exuberante. De esta manera, la patria original de los arios fue sepultada por los hielos polares.

El escritor chileno Miguel Serrano Fernández, simpatizante del nazismoestudió el origen de los arios, llegando a la conclusión de que el Génesis bíblico en realidad es un relato atlante. Según afirma, la mitología griega se refiere al origen del hombre explicando que “al principio, un hombre surgió de la tierra. Se llamaba Evénor y desposó a Leucippe. Tuvieron una hija, Clito. De ella se enamoró Poseidón”. Poseidón, como representante de una raza divina, habría cohabitado con las “hijas de los hombres”. 

De esta forma se engendraron los héroes semidivinos de la mitología: “En verdad, los dioses griegos son los héroes y reyes semi-divinos de la Atlántida- Hiperbórea. Poseidón y Clito dan a luz las cinco parejas de gemelos de los diez reyes de la Atlántida. Los Dioscuros, Castor y Pollux son una de estas parejas. También lo sería Jasón. Por lo menos es un rey del Grial, como Hércules”. Serrano llega a la conclusión de que existen varias humanidades: La humanidad divina de los hiperbóreos, la semidivina de los héroes descendientes de los cruzamientos de “dioses” con humanos y la de los humanos.

Platón al tratar sobre la destrucción de la Atlántida, posiblemente se refería a una catástrofe acaecida con mucha posterioridad a la inmensa tragedia que afectó a Hiperbórea, en que parece ser que los divinos hiperbóreos se salvaron viajando temporalmente a otros planetas, tal vez Venus, Marte o Luna , en sus vimanas o “discos volantes”. Cuando, al cabo de mucho tiempo, los “dioses”, entre ellos Lucifer, regresan, lo encuentran todo cambiado. En la superficie terrestre había nuevos seres y, según las leyendas, los ”dioses” se cruzaron con los “hijos de la tierra”, transfiriéndoles “la esencia o fuego de los dioses”, tal como se explica sobre Prometeo. En la mitología griega, Prometeo es un Titán amigo de los mortales, honrado principalmente por robar el fuego de los dioses en el tallo de una planta y darlo a los humanos para su uso, por lo que fue castigado.

Se dice que Lucifer y sus huestes se adentraron en las cavernas de la Tierra Hueca, donde fundaron el Reino de Agartha. Al igual que el “Libro de Enoc” y el “Mahabharata”, también los Edda, colecciones de historias relacionadas con la mitología nórdica, explican estos mismos hechos. 

En los Edda, aunque se dice que los habitantes originales de Cielo eran los Ases, ellos no eran las únicas divinidades que las razas nórdicas veneraban, pues también reconocían el poder de los dioses del mar y del viento, los Vanes. Son los ángeles del “Libro de Enoc” que enseñan a los hombres la ciencia, el arte y la civilización. Los escritos antiguos nos hablan de un conflicto bélico legendario entre parientes de la misma sangre, los Ases y los Vanes, que son los Pandavas y los Koravas en el Mahabharata.

Los Ases provienen del monte Elbruz, en el Cáucaso, y son guiados por Odín-Wotan con su hacha mágica. Los Vanes se hallan al norte. Atlas sería un Vanes. De la unión de Ases y Vanes vendrían los germanos que se dice guardan en su sangre la memoria de los ancestros hiperbóreos. Aquí puede verse una cierta influencia en las teorías nazis. Eurípides se refería a Hiperbórea como el “País del Ámbar”, que es la región situada al norte, de donde provendrían los arios. Y según Miguel Serrano, los Tuathas de Dannande la leyenda irlandesa, son los mismos que los germanos identifican como los Ases, que se supone eran extraterrestres descendidos de los astros.

En el “Libro de Enoc” aparece el relato en el cual Lamec, padre de Noé afirma: “He tenido un hijo diferente a los demás; no es como los hombres, sino que parece un hijo de los ángeles del cielo”. Robert Charroux, escritor francés de realismo fantástico, indica la posibilidad de que Noé fuera un hiperbóreo, ya que su padre lo describe con “la carne blanca como la nieve y roja como la flor de la rosa, y su cabellera blanca como la lana; sus ojos eran hermosos…”. 

Y efectivamente, ése es el aspecto con que se describía a los antiguos hiperbóreos. Según Charroux, hay que tener en cuanta que los nórdicos sitúan la patria de los hiperbóreos y su capital, Thule, en el extremo septentrional donde, se cree, debieron aterrizar los primeros seres llegados de las estrellas. Estos hiperbóreos fueron el origen de una raza “divina” que se hundió con su continente cuando se produjo un gran cataclismo.



Se considera la esvástica como un signo típicamente ario, con simbología solar. Los arios dibujaron la esvástica allá por donde pasaron en su marcha a través del mundo, tal como puede verse en India o Troya. De esta forma, los arios, en tanto que se alejaban de su lugar de origen, iban llevando su civilización a las diversas partes del mundo, instalándose, levantando imperios. y cruzándose con otras razas humanas. Los primeros arios que se salvaron de la catástrofe, tras la desaparición de la Hiperbórea polar, emigraron con la esvástica dextrógira, en dirección al Gobi, en el Asia Central, en aquella época tierra verde y de grandes bosques, en donde fundaron una gran civilización, cuyos restos aún podrían encontrarse bajo las arenas de los desiertos del Asia central. Esta civilización también desapareció. Y según Miguel Serrano parece que pudo ser debido a una explosión atómica, que produjo el actual desierto de Gobi.

A esta catástrofe, que afectó a varías regiones de la Tierra, podría referirse la conocida historia bíblica de la mujer de Lot y su conversión en estatua de sal. De aquella antigua migración aria en Asia aún perduran leyendas y conocimientos secretos en los templos del Tíbet, ahora bajo ocupación china. Los arios que más cerca permanecieron de su patria original fueron aquellos que se establecieron en Escandinavia. Esta patria nórdica posterior a la pérdida de Hiperbórea, Escandinavia, será el origen de las últimas migraciones de arios hacia regiones más meridionales de Europa y Próximo Oriente. Así, desde Escandinavia, migrarán los descendientes de los arios que crearían Troya y, posteriormente, el Imperio de Roma.

Todo parece indicar que los fundadores de las civilizaciones del Asia eran gente de raza aria. Un ejemplo es Irán (“Arián”), que toma su nombre de sus antiguos conquistadores originales. Hasta 1979, el Shah era el “Señor de los Arios”. No es necesario aclarar el origen de la civilización de la India, la cual es fundada y civilizada por los arios provenientes del norte. También se sabe que hacia el Siglo I d.C, el noroeste de China era habitado por gente de raza blanca o “caucásica” que hablaba un idioma llamado tochario. A principios del siglo XX, arqueólogos alemanes y franceses que excavaron en las provincias del noroeste chino descubrieron los grandes parecidos entre esta lengua supuestamente aislada y los idiomas germánicos y celtas.

Recientes excavaciones en la provincia de Xinjiang han descubierto cuerpos momificados de gente que vivió allí hace más de 2400 años. Los cuerpos habían sido preservados increíblemente bien y los arqueólogos apenas podían creer lo que veían: Las momias tenían narices largas, cráneos típicos de la raza blanca, pelo rubio o rojizo, labios finos y otros rasgos claramente arios. Una momia de una joven adolescente de pelo rubio se ha convertido en una atracción para turistas. Aparentemente era una princesa de hace unos 3.000 años, ya que fue envuelta en ropas bordadas de lana y cuero junto con bellas joyas, jarros y ornamentos de oro, plata y jade. El Dr. Víctor H. Mair, de la Universidad de Pensilvania, dijo: “Debido a que los cuerpos encontrados son sin duda de la familia indoeuropea y porque datan de un periodo lo suficientemente antiguo como para tener relación con la expansión de los indoeuropeos desde su lugar de origen, jugarán un papel crucial en la determinación del lugar de origen”.

Hacia el año 1167 de nuestra era, nace de la tribu de los Kiyad un niño que será llamado Temujin (”El acero más fino“), en el ámbito geográfico por donde discurre el río Onon, al nordeste de Ulaan Baatar, actual capital de Mongolia, situada al norte de China. Su tribu provenía de una unión entre turcos e iranios y, en contra de lo que pueda parecer, no eran parientes de los chinos, sus ancestrales enemigos. Temujin tenía el pelo rojizo, tez blanca, de raza blanca y ojos verdes. En 1206, tras años de duras y sangrientas batallas fraticidas, Temujin y sus hombres salieron victoriosos.

 El siglo XIII había hecho acto de presencia y era el momento propicio para que todos asumieran los designios de un gran Khan. De esta forma, en 1206 fue convocada la “kurultai” o asamblea de notables mongoles. En ella abandonó su nombre Temujin para asumir el de Gengis Khan, fundador del imperio más extenso de la historia. Los nazis, conocedores de que Gengis Khan utilizaba una esvástica en su sello creían que sus élites no eran de raza mongólica sino descendientes de antiguos atlantes arios.

Todo esto nos indicaría la presencia de la raza blanca en número importante hasta en el extremo oriental de Asia. Los ainu (palabra que significa “humano” en el idioma ainu) o ainosson un grupo étnico indígena en Hokkaidō y el norte de Honshu, en la parte septentrional de Japón, así como en las islas Kuriles y la mitad meridional de la isla de Sajalín en Rusia. Son también conocidos como Ezo o Yezo en japonés antiguo, y como Utari (palabra que significa “camarada” en idioma ainu) que es como hoy en día son llamados. En la actualidad, hay unos 15.000 japoneses de esta etnia. De orígenes muy antiguos, a los ainus se les ha atribuido ancestros de tipo caucásico o australoide. Los ainos habitaban las actuales islas del Japón antes que los de raza mongólica. De hecho, en la raza del Japón actual, aún pueden apreciarse rasgos raciales que indican algún mestizaje con esta raza blanca.

Según Charroux, los “gigantes” hiperbóreos tendrían actualmente una descendencia en los “sumotori”, luchadores de sumo, que en el Japón son personajes sumamente populares, situados en la jerarquía inmediatamente después de los dioses y el emperador. Los aínos son blancos caucasianos, que habrían emigrado a través de Siberia. Su dios “Kamu” englobaba el sol, el viento, el océano y el oso. Estos montañeses, contrariamente a los de origen mongólico, eran velludos, fuertes y de piel sonrosada, bebedores de alcohol caliente y formidables luchadores. Los demás japoneses, de tez cobriza, serían originarios de las islas polinesias, de Malasia y del sur de China. En su proceso de decadencia, los aínos habrían sido derrotados.

Todavía hoy en día, podemos ver esculpidos rostros de origen ario en lugares tan remotos como las estatuas megalíticas de la isla de Pascua o en las ruinas de Zimbawe, en África, construcciones de piedra que fueron edificadas por culturas de las que ya se ha perdido la memoria.

En Norteamérica, hallamos también numerosos restos de la presencia de arios, como entre los indios Mandan, en Missouri, los megalitos de estilo celta y torres redondas en Nueva Inglaterra, las ruinas vikingas en Newfoundland, las inscripciones rúnicas en Dighton Rock, Conecticut y en Minesotta. En todo el área de Centro y Sudamérica, hallamos leyendas referentes a “dioses blancos”, leyendas basadas en hechos históricos reales. Y es que la presencia de hombres de raza blanca en América con anterioridad a la llegada de los españoles está documentada en las mismas crónicas de los conquistadores españoles, quienes se encontraron con individuos y pueblos enteros de raza blanca, y es aún observable en diversas regiones indígenas, como por ejemplo, en la región andina peruana de Chachapoyas.

En esta región montañosa situada en las fuentes del Amazonas, a más de 2.000 metros de altitud sobre el nivel del mar, libre ya de los terribles calores y mosquitos tropicales y en un ambiente fresco y verde, en la actualidad existen aún lo que se conocen como “gringoitos”,personas de rasgos europeos y cabellos rubios, que no provienen de colonos europeos, sino que su presencia en la región está documentada como anterior a la conquista española. Ya los conquistadores españoles hicieron mención en sus crónicas a estos blancos de Chachapoyas, y especialmente a la belleza de sus mujeres. En una crónica se cita el nacimiento de un niño al que los chachapoyas consideraban como hijo de los dioses, por ser tan rubio y tan blanco que aun era difícil encontrarlos así en la misma Europa. El cronista Cieza de León recoge algunas notas pintorescas sobre los chachapoyas:

 “Son los más blancos y agraciados de todos cuantos yo he visto en las Indias que he andado, y sus mujeres fueron tan hermosas que por serlo, y por su gentileza muchas de ellas merecieron ser de los incas y ser llevadas a los templos del sol [...] andan vestidas ellas y sus maridos con ropas de lana y por las cabezas solían ponerse llautos, que son señal que traen para ser conocidas en todas partes

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