sábado, 30 de junio de 2018

¿En que momento volverán los “Dioses” de Sumer?

 Mientras los Profetas hebreos estaban prediciendo una época de tinieblas, los otros pueblos esperaban una época marcada por la resolución de los conflictos divinos y por unos tiempos más favorables para la humanidad. Pero tuvieron una terrible sorpresa. 

Anticipándose al gran evento de la nueva llegada de Nibiru, el planeta de los dioses, los sacerdotes de Nínive y Babilonia, que observaban los cielos, empezaron a tomar nota de los fenómenos celestes y a interpretar sus augurios. 

Los fenómenos eran documentados con meticulosidad y los reyes eran debidamente informados. Los arqueólogos han encontrado tablillas con aquellos documentos y reportes en los restos de bibliotecas reales y templos, con textos relativos al tema o al planeta que estaban observando.

Hay una colección de setenta tablillas, titulada “Enuma Anu Enlil”, que informa de observaciones de planetas, estrellas y constelaciones, clasificadas de acuerdo a los caminos celestiales de Anu y de Enlil, y que abarcan los cielos en el hemisferio Norte, desde el paralelo 30º. Inicialmente los arqueólogos interpretaron estas observaciones comparando los fenómenos relatados con datos astronómicos de los tiempos sumerios.




Aunque escritos en acadio, el lenguaje de Babilonia y Asiria, los textos empleaban terminología y matemáticas sumerias y a veces incluían alguna nota del escriba diciendo que habían sido traducidos de tablillas sumerias anteriores.

Estas tablillas sirvieron como manuales de astronomía, explicando, en base a experiencias pasadas, cuál era el augurio basado en un fenómeno, tal como por ejemplo: “cuando la Luna no es vista según lo calculado, habrá una invasión de una poderosa ciudad”; ”cuando un cometa alcanza el recorrido del Sol, disminuirán los flujos del campo y por dos veces habrá tumulto”; “cuando Júpiter y Venus van juntos, las oraciones de la tierra alcanzarán a los dioses”.

Con el transcurso del tiempo se incrementaron los informes de observaciones, acompañados por los propios augurios de los sacerdotes: ‘Por la noche Saturno se acerca a la Luna. Saturno es un planeta del Sol. Este es el significado:

Es favorable al rey’. Un cambio notable era la especial atención que se prestaba a los eclipses. Por ejemplo, una tablilla, que se encuentra en el Museo Británico, y que lista columnas numéricas similares a las de un computador, servía para predecir eclipses lunares con cincuenta años de anticipación.

Estudios actuales han concluido que el cambio a una nueva astronomía tuvo lugar en el siglo VIII a.C. cuando, después de un período de caos y desórdenes en Babilonia y Asiria, los destinos de ambos reinos se entregaron a Tiglath-Pileser III (745–727 a.C.), en Asiria, y Nabunassar (747-734 a.C.) en Babilonia.

Nabunassar, protegido del dios Nabu, fue aclamado como un innovador, incluida el área de la astronomía. Una de sus primeras acciones fue reparar y restaurar el templo de Shamash en Sippar, el centro de culto del dios Sol en la antigua Sumer. Además construyó un nuevo observatorio en Babilonia, actualizó el calendario, heredado de Nippur, e instituyó el registro diario de los fenómenos celestes y sus significados.

Gracias a estas medidas tenemos información de una gran riqueza de datos astronómicos que explican los eventos que siguieron. Tiglath-Pileser III fue también activo y sus anales describen constantes campañas militares y la ocupación de ciudades, ejecuciones brutales de los reyes y la nobleza de los territorios ocupados, y exilios masivos de su población. Su papel, y el de sus sucesores Shalmaneser V y Sargón II, en la ocupación de Israel y el exilio de las diez Tribus Perdidas, así como los intentos de Sennacherib por conquistar Jerusalén, son suficientemente conocidos.

El siguiente rey asirio, Esarhaddon (680–669 a.C.), anunció que ‘tanto Ashur como Marduk me dieron sabiduría’, actuaba en nombre de Marduk y Nabu, e inició la reconstrucción del templo Esagil, en Babilonia. En los libros de historia, Esarhaddon es recordado principalmente por su exitosa invasión de Egipto (675–669 a.C.). El objetivo de la invasión parece que era detener los intentos egipcios por ‘entrometerse en Canaán’ y dominar Jerusalén.

Digna de atención fue la ruta que escogió: en vez de ir por el camino más corto, hacia el sudoeste, hizo un rodeo considerable y fue hacia el norte, a Harán. Ahí, en el viejo templo del dios Sin, Esarhaddon buscó la bendición del dios para embarcarse en su conquista; y Sin, asesorado por su personal y acompañado de Nusku (el Mensajero Divino de los dioses), dio su aprobación. Entonces Esarhaddon se dirigió hacia el sur, pasando a través de las tierras del Mediterráneo oriental hasta alcanzar Egipto.

Aunque Esarhaddon estaba ocupado en asuntos de geopolítica, no descuidó los temas astronómicos de aquellos tiempos. Con la guía de los dioses Shamash y Adad, erigió en Ashur (la ciudad centro de culto de Asiria) una ‘Casa de Sabiduría, que era un observatorio, y representó en sus monumentos el sistema solar con doce planetas, incluido Nibiru.

Para entrar en el recinto sagrado había una puerta monumental, construida, de acuerdo a los dibujos de un sello cilíndrico, para emular lagran puerta de Anu, en Nibiru. Todos estos movimientos político-religiosos sugieren que los asirios se aseguraron de ganarse el favor de los dioses. Y así, por el siglo VII a.C. Asiria estuvo preparada para el anticipado retorno del planeta de los dioses.

Textos descubiertos revelan los augurios de un tiempo idílico: “Cuando Nibiru culmine… Las tierras serán habitadas de forma segura; los reyes hostiles estarán en paz; los dioses recibirán oraciones y escucharán súplicas. Cuando el Planeta del Trono del Cielo crezca en su brillo, habrá lluvias e inundaciones. Cuando Nibiru alcance su perigeo, los dioses darán paz. Los problemas serán resueltos, las complicaciones serán desenredadas”.

La previsión era que un planeta reaparecería, se elevaría en los cielos, crecería en brillantez, y en su perigeo, al cruce entre Marte y Júpiter, sería NIBIRU, el “Planeta del Cruce”. Y como indicaban los textos, con el retorno del planeta se esperaba una repetición de las previas visitas de Anu a la Tierra. Estaba ahora en manos de los astrónomos observar los cielos en espera de esta aparición planetaria. Pero, ¿cómo reconocerían el planeta mientras aún estuviera a considerable distancia en los cielos?

El siguiente rey asirio, Asurbanipal (668-639 a.C.), encontró la solución. Los historiadores consideran que Asurbanipal fue el más erudito de los reyes asirios, porque había aprendido otros idiomas además del acadio, incluyendo el sumerio, e incluso pudo leer ‘textos de antes del Diluvio’. También afirmaba que ‘aprendió los signos secretos del Cielo y la Tierra… y estudió los cielos con los maestros de la adivinación’. Algunos arqueólogos lo consideran como el primer arqueólogo, porque coleccionó de manera sistemática las tablillas de sitios como Nippur, Uruk y Sippar, en lo que fue Sumer.

También envió equipos especializados a buscar y ordenar tablillas de las capitales asirias conquistadas. Las tablillas terminaron en una famosa biblioteca donde equipos de escribas las estudiaron, tradujeron, y copiaron. Un visitante del Museo del Antiguo Próximo Oriente, en Estambul, puede observar una muestra de tales tablillas, cuidadosamente ordenadas en sus estantes originales, con cada estante encabezado por una ‘tablilla catálogo’ que lista todos los textos en cada estante.

Aunque las tablillas cubrían un amplio rango de temas, queda claro que se prestó especial atención a la información celestial. Entre los textos puramente astronómicos había tablillas que pertenecían a una serie titulada ‘El Día de Bel’, que significa “el Día del Señor”. Además, relatos épicos e historias sobre las idas y venidas de los dioses fueron señaladas como importantes, en especial si arrojaban luz sobre los pasos del planeta Nibiru por las cercanías de la Tierra.

El “Enuma Elish”, o “la Epopeya de la Creación”, que relata cómo un planeta invasor se unió al sistema solar para convertirse en Nibiru, fue copiado y traducido varias veces. Y también había escritos que trataban del Diluvio, tales como la Epopeya Atra-Hasis y laEpopeya de Gilgamesh. Aunque todas ellas forman parte del conocimiento acumulado en una biblioteca real, también tratan de las apariciones de Nibiru en el pasado y de su próxima aproximación.

Entre los textos astronómicos traducidos y estudiados, había directrices para observar la llegada de Nibiru y para reconocerlo en su aparición. Un texto babilónico que retuvo la terminología sumeria original señala: “Planeta del dios Marduk, sobre su aparición SHUL.PA.E; elevándose treinta grados, SAG.ME.NIG; cuando se detiene en el medio del cielo: NIBIRU”.

Aunque el primer planeta mencionado (SHUL.PA.E) se considera que es Júpiter, aunque también podría ser Saturno, el siguiente nombre (SAG.ME.NIG) podría ser una variante para Júpiter, pero es considerado por algunos investigadores como Mercurio. Los datos astronómicos que han sido encontrados atrajeron, ya en el siglo XIX y comienzos del XX, la atención de los investigadores, que combinaron la asiriología con los conocimientos astronómicos.

Su trabajo era complicado por el hecho de que cualquier cuerpo celeste, incluyendo planetas, estrellas fijas y constelaciones, podían tener más de un nombre. Todos asumieron que los sumerios y otros pueblos antiguos no tenían modo de saber, a simple vista, sobre los planetas más allá de Saturno. El resultado fue que siempre que un planeta era mencionado de forma diferente a los nombres aceptados para los siete planetas conocidos; Sol, Luna, Mercurio, Venus. Marte, Júpiter, Saturno, se pensó que se trataba sólo de otro nombre para alguno de éstos.

 La víctima principal de esta errónea interpretación fue Nibiru, por lo que se asumió que se trataba de otro nombre para Júpiter, Marte o Mercurio. Increíblemente, la moderna astronomía siguen basando su trabajo en esos siete planetas conocidos, a pesar de la extensa evidencia en el Enuma Elish de que los sumerios conocían la verdadera forma y composición de nuestro sistema solar, partiendo de los planetas exteriores, o de la representación en el sello cilíndrico VA243, en el Museo de Berlín, hace más de 4500 años, del completo sistema solar de doce miembros, con el Sol al centro, o el dibujo de doce símbolos planetarios sobre monumentos asirios y babilónicos, etc.

Un texto similar de Nippur, que tradujo los nombres planetarios sumerios como UMUN.PA.UD.DU y SAG.ME.GAR, sugiere que la llegada de Nibiru será anunciada por el planeta Saturno y, después de elevarse 30 grados, estará cerca de Júpiter. Otros textos, como una tablilla conocida como K.3124, señala que después de pasar SHUL.PA.E y SAG.ME.GAR, que parece se trata de Saturno y Júpiter, el ‘Planeta Marduk entrará al Sol (alcanzará el perigeo, lo más cercano al Sol) y se convertirá en Nibiru’.

Otros textos ofrecen claves más claras en relación a la ruta de Nibiru, así como a su reaparición: “Desde la estación de Júpiter, el planeta pasa hacia el oeste. Desde la estación de Júpiter el planeta aumenta su brillo, y en el zodíaco de Cancer se convierte en Nibiru. El gran planeta: en su aparición: rojo oscuro. El cielo él divide en mitades mientras permanece en el Cruce (entre Marte y Júpiter)”.


Tomados en su conjunto, los textos astronómicos del tiempo de Asurbanipal describieron una aparición planetaria desde los límites del sistema solar, elevándose y llegando a ser visible cuando alcanzase Júpiter (o incluso Saturno), y después girando hacia abajo en la eclíptica. En su perigeo, cuando esté más cerca del Sol (y por tanto a la Tierra), el planeta, en el Cruce (entre Marte y Júpiter), se convierte en Nibiru ‘en el zodíaco de Cáncer.’

Esto pudo suceder sólo cuando la salida del Sol del Equinoccio de Primavera tuvo lugar en la Era del Carnero, durante la era zodiacal de Aries. Tales claves en relación a la ruta orbital del Señor Celestial y su reaparición, empleando las constelaciones como un mapa celeste, se hallan también en pasajes bíblicos, revelando de ese modo un conocimiento que debió haber sido general. Tal como predijo el Profeta Habacuc:




‘En Júpiter será vista su faz, … El Señor vendrá desde el sur… su esplendoroso brillo será como un haz de luz’. Y según “el Libro de Job”: ‘Él solo se extiende por los cielos y pisotea la mayor profundidad; llega a la Osa Mayor, Sirio y Orión, y las constelaciones del sur’. También el profeta Amós previó la llegada del Señor Celestial ‘sonriendo su faz sobre Tauro y Aries, desde Tauro a Sagitario irá’.

Estos textos describen un planeta que dibuja un arco en la parte más elevada del cielo y, orbitando en el sentido de las agujas del reloj, llega desde las constelaciones del sur. Es una trayectoria con cierta similitud a la del cometa Halley. Una información clave, durante el reinado de Asurbanipal, fue la meticulosa traducción al acadio de descripciones sumerias de las ceremonias realizadas durante la anterior visita de Anu y Antu, se supone que alrededor del 4000 a.C.

 Los textos que tratan de su estancia en Uruk describen cómo, al atardecer, se situaba en la parte más elevada de una torre para observar y anunciar la aparición sucesiva de los planetas, hasta que el ‘Planeta del Gran Anu del Cielo’ se dejaba ver y todos los dioses reunidos para dar la bienvenida a la pareja divina recitaban ‘a aquel cuyo brillo crece, el planeta celestial del dios Anu’y cantaban el himno ‘La imagen del Creador se ha levantado’. Luego los textos describen los alimentos ceremoniales, el retiro a las cámaras nocturnas, las procesiones del día siguiente, etc.

De ello puede deducirse que Asurbanipal estaba comprometido en coleccionar, recopilar, traducir y estudiar todos los textos antiguos que pudiera obtener. Los objetivos eran: aportar guía a los sacerdotes-astrónomos para detectar, lo antes posible, el retorno de Nibiru, e informar a rey sobre los procedimientos a seguir. El hecho de que al planeta lo llamasen ‘Planeta del Trono Celestial’ constituye una clave importante para conocer las intenciones reales.

También lo eran las representaciones en los muros de palacio, en magníficos relieves, de reyes asirios saludando al dios en el Disco Alado, mientras se mantenía sobre el Árbol de la Vida. Era importante estar informado de la aparición del planeta tan pronto como fuera posible para ser capaces de preparar una recepción apropiada para la legada del gran dios Anu, y ser bendecidos con la inmortalidad. Pero esto no iba a suceder.

Después de la muerte de Asurbanipal surgieron rebeliones por todo el imperio asirio. Los reinos de sus hijos en Egipto, Babilonia y Elam se desintegraron. Desde los límites del imperio asirio aparecieron ‘hordas’ desde el norte y los Medos desde el este. Por todas partes los reyes locales tomaron el control y declararon su independencia. De particular importancia, para los hechos futuros, fue la escisión de Babilonia de su unión con Asiria.

Como parte del festival de Año Nuevo, en 626 a.C., un general babilonio cuyo nombre, Nabupolassar (‘Nabu protege sus hijos’), implicaba que fuese hijo del dios Nabu, fue entronizado como rey de una Babilonia independiente. Una tablilla describió así el comienzo de su investidura: ‘Los príncipes de la tierra fueron congregados; bendijeron a Nabupolassar; abriendo sus puños, lo declararon soberano; Marduk en la asamblea de los dioses otorgó el Estandarte de Poder a Nabupolassar.’

El resentimiento por el comportamiento brutal del regente en Asiria fue tan grande, que Nabupolassar de Babilonia encontró enseguida aliados para una acción militar contra Asiria. Un importante aliado fueron los Medos, precursores de los Persas, que habían sufrido las brutales incursiones asirias. Mientras las tropas babilonias avanzaban sobre Asiria desde el sur, los Medos atacaron desde el oriente.

Y en 614 a.C., tal como había sido profetizado por los profetas hebreos, capturaron e incendiaron Asur, la capital religiosa Asiria. Luego le tocó el turno a Nínive, la capital real. Alrededor del 612 a.C. la gran Asiria estaba sumida en el caos y la destrucción. Asiria se convirtió en un lugar de ruinas arqueológicas. ¿Cómo pudo suceder aquello en un país cuyo nombre significaba “Tierra del dios Asur”? La única explicación es que los dioses retiraron su protección a esa tierra.

De hecho, la situación aún iba a ir más allá: los mismos dioses se retiraron de esta región y de la Tierra. Y entonces comenzó a desarrollarse el más asombroso capítulo de la saga del retorno, en el cual Harán jugó un papel clave. Harán, o Aram,es el nombre de tres personajes y de una ciudad, mencionados en la Biblia. En el Génesis se explica que un hombre llamado Harán nació y murió en Ur de los caldeos.

Fue hijo de Taré y hermano de Nacor y Abram (conocido como Abraham). Según la Biblia, Harán fue el padre de Lot, Milcah e Iscah. De acuerdo al Génesis, después de la muerte de Harán, Taré junto a Abram, Lot y sus respectivas familias comenzaron su viaje a Canaán y en el camino se establecieron por un tiempo en un lugar llamado también “Harán”. 

Después de la muerte de Taré en Harán (pasaje también narrado en libro de Hechos), Abram y Lot continuaron su viaje hacia Canaán. Las ruinas de la antigua Harán están ubicadas cerca de Harrán, en la actual Turquía. La Biblia menciona a otro Harán, que era hijo de Caleb y tataranieto de Judá, hijo de Jacob. También menciona a un tercer personaje con el nombre de Harán, quien era hijo de Simei y que fue un levita que vivió en los tiempos del rey David y tuvo alguna clase de rol político y religioso.

La asombrosa cadena de sucesos después de la desaparición de Asiria comenzó con el escape a Harán de miembros de la familia real. Buscando allí la protección del dios Sin, los fugados concentraron los remanentes del ejército asirio y proclamaron a uno de los refugiados reales como ‘Rey de Asiria’. Pero el dios Sin, cuya ciudad, Harán, había tenido desde entonces días de llanto, no respondió. En 610 a.C. tropas babilonias lo capturaron y pusieron fin a las esperanzas asirias. La lucha por la sucesión en Sumer y Acadia se había acabado.

Ahora, por gracia divina, era el momento del rey de Babilonia. Una vez más, Babilonia gobernaba las tierras que alguna vez fueron ‘Sumer y Acadia’, hasta el punto queen muchos textos de la época, Nabupolassar recibe el título de ‘Rey de Acadia’. Nabupolassar empleó su autoridad para extender las observaciones celestiales a las antiguas ciudades sumerias de Nippur y Uruk. Y algunos de los textos claves de los años subsecuentes vinieron de allá.

Fue también en este fatídico año de 610 a.C, que un revigorizado Egipto puso en su trono a un faraón llamado Necho. Apenas un año más tarde tuvo lugar uno de los menos comprendidos movimientos geopolíticos. Los egipcios, que acostumbraban a ser aliados de los babilonios en su oposición a la regencia asiria, salieron de Egipto y, moviéndose con rapidez hacia el norte, tomaron territorios y sitios sagrados que los babilonios consideraban propios.

El avance egipcio hacia el norte los llevó hasta las cercanías de Harán. Y también puso en manos egipcias los dos puertos espaciales, en Líbano y en Judá. Los sorprendidos babilonios no podían aceptar esta situación, por lo que el anciano Nabupolassar confió la tarea de recuperar los territorios perdidos a su hijo Nabucodonosor, que ya se había distinguido en el campo de batalla.

En Junio del 605 a.C. los babilonios aplastaron al ejército egipcio, liberaron ‘el sagrado bosque de cedros en Líbano”, siguiendo las instrucciones de los dioses Marduk y Nabu. Y persiguieron a los egipcios, en su huída, hasta la Península de Sinaí.

Pero Nabucodonosor detuvo su persecución debido a las noticias del fallecimiento de su padre que le llegaron desde Babilonia. Volvió rápidamente y fue proclamado Rey de Babilonia ese mismo año. Los historiadores no encuentran explicación para la sorprendente ofensiva egipcia y la ferocidad de la reacción babilónica. 

Pero es evidente que la clave de los sucesos se encuentra en la expectativa del Retorno, que en el año 605 a.C. se consideraba como inminente, porque fue en ese mismo año que el profeta Habacuc comenzó a profetizar en el nombre de Yahveh, en Jerusalén. Prediciendo el futuro de Babilonia y otras naciones, el profeta preguntó a Yahveh cuando llegaría el Día del Señor, el día del juicio sobre todas las naciones, Babilonia incluida. Y Yahweh respondió, diciendo: “Escribe la profecía, explícala claro en las tabillas, de modo que pueda ser leída con rapidez: para la visión hay un tiempo establecido; ¡al final vendrá, sin falta!

 Aunque parezca tardar, espera por ese día; porque ha de llegar con seguridad, porque la fecha de su cita no será atrasada”. La fecha de esta cita llegó justamente quince años después. Los cuarenta y tres años del reinado de Nabucodonosor (605-562 a.C.) son considerados un período de un imperio Neo-Babilonio dominante, un tiempo marcado por acciones decisivas y movimientos rápidos, porque no había tiempo que perder: el previsto Retorno sería ahora un premio para Babilonia.

Para preparar Babilonia para el esperado Retorno, se iniciaron rápidamente trabajos de renovación y de construcción. Sobre todo se concentraron en el recinto sagrado, donde el templo Esagil de Marduk (entonces llamado Bel/Ba’al, ‘El Señor’) fue renovado y reconstruido, y preparado su zigurat de siete pisos para observar los cielos estrellados desde allí, tal como se había hecho en Uruk durante la anterior visita de Anu, alrededor del 4000 a.C.

También se construyó un nuevo Camino Procesional que conducía al sagrado recinto a través de una nueva y gran puerta; sus muros estaban decorados con ladrillos vidriados que aún causan asombro actualmente. Babilonia, la Ciudad Eterna de Marduk, estaba lista para dar la bienvenida al Retorno. Nabucodonosor escribió: ‘He hecho que la ciudad de Babilonia sea la más importante entre todos los países y lugares habitados; su nombre elevé hasta ser la más elogiada de todas las ciudades sagradas’.




Se esperaba que la llegada del Disco Alado de Anu se produciría en el puerto espacial del Líbano (Baalbek). Luego, el sequito divino entraría en Babilonia a través del Camino Procesional y su imponente Puerta de entrada, llamada ‘Ishtar’, en representación de la diosa IN.ANNA, que había sido la ‘amada de Anu’ en Uruk. Junto a estas expectativas estaba el papel de Babilonia como el nuevo “Ombligo de la Tierra”, ya que había heredando el estatus prediluviano de Nippur como laDUR.AN.KI o el ‘Puente Cielo-Tierra’.

 Esta función de Babilonia fue evidente cuando a la plataforma base del zigurat se le dio el nombre de E.TE.MEN.AN.KI (‘Templo de la Fundación para Cielo-Tierra’), demostrando el papel de Babilonia como el nuevo ‘Ombligo de la Tierra’, una función claramente representada en el ‘Mapa del Mundo’ babilónico. Esta era una terminología que se hacía eco de la descripción de Jerusalén, con su Piedra de la Fundación, sirviendo como vínculo entre la Tierra y el Cielo.

Pero si esto era lo que Nabucodonosor preveía, entonces Babilonia tenía que reemplazar el enlace espacial postdiluviano. Habiendo asumido, después del Diluvio, la función que tenía Nippur antes del Diluvio, servir como Centro de Control de Misión, Jerusalén fue ubicada en el centro de los círculos concéntricos que unían los otros puertos espaciales, por lo que fue llamada ‘Ombligo de la Tierra’. El profeta Ezequiel anunció que Jerusalén había sido escogida por el mismo Dios:

“Esto ha dicho el Señor Yahveh; Esta es Jerusalén; al medio de las naciones la he puesto, y todas las tierras están en círculo a su alrededor”. Determinado a pasar esta función a Babilonia, Nabucodonosor condujo sus tropas y en el año 598 a.C. capturó Jerusalén. Esta vez, como había advertido el profeta Jeremías, Nabucodonosor llevaba la ira de Dios al pueblo de Jerusalén, por haber aceptado la veneración de otros dioses celestiales, como “Ba’al, el Sol y la Luna, y las constelaciones’, una lista que incluuía a Marduk como una entidad celeste.

Después de someter al pueblo de Jerusalén a una fuerte hambruna, mediante un sitio que duró tres años, Nabucodonosor finalmente consiguió someter la ciudad y se llevó cautivo a Babilonia a Jehoyachin, rey de Judá. Además fueron exiliados la nobleza de Judá y la elite instruida, entre los que se hallaba el profeta Ezequiel, así como miles de sus soldados y artesanos, alos que se les hizo residir en los bancos del río Khabur, cerca de Harán, su hogar ancestral.

La ciudad y el Templo fueron dejados intactos esta vez, pero once años más tarde, en 587 a.C., los babilonios volvieron e incendiaron el Templo que Salomón había construido. En sus inscripciones Nabucodonosor no da más explicación que la usual, agradar a “mis dioses Nabu y Marduk”. Pero la verdadera razón era la creencia de que el dios de los hebreos, Yahveh, se había ido.

La destrucción del Templo fue un hecho sorprendente por el cual Babilonia y su rey, que habían sido considerados anteriormente por los Profetas el ‘camino de la ira’ de Yahveh, iban a ser castigados con severidad: ‘La venganza de Yahveh nuestro Dios, venganza por Su Templo, irá contra Babilonia”, anunció el Profeta Jeremías, prediciendo la caída de la poderosa Babilonia y su destrucción por invasores del norte, sucesos que tuvieron lugar apenas unas décadas más tarde. Jeremías además proclamó el destino de los dioses que Nabucodonosor había invocado:

 “Anunciadlo y hacedlo oír entre las gentes; levantad bandera; hacedlo oír; no lo calléis; decid: Ha sido tomada Babilonia, está confuso Bel, desmayó Marduk, están confusos sus ídolos, desmayaron sus inmundicias”. El castigo divino sobre Nabucodonosor fue proporcional al sacrilegio. Enloquecido, de acuerdo a fuentes tradicionales, por un insecto que penetró en su cerebro a través de las fosas nasales, Nabucodonosor murió en lenta agonía en el 561 a.C.

Ni Nabucodonosor ni sus tres sucesores vivieron lo suficiente para ver una nueva llegada de Anu a las puertas de Babilonia.Pero, sorprendentemente, esta nueva llegada jamás tuvo lugar, aunque Nibiru retornó. Es un hecho que las tablillas astronómicas de ese mismo tiempo documentan observaciones reales de Nibiru, también llamado ‘Planeta de Marduk’ Algunos fueron documentados como augurio, por ejemplo, una tablilla catalogada K.8688, que informaba al rey que si Venus fuera visto saliendo delante de Nibiru, fracasarían las cosechas, pero si Venus saliese ‘detrás’ de Nibiru, la cosecha de la tierra sería un éxito. De mayor interés es un grupo de tablillas halladas en Uruk; en ellas se tradujeron los datos en doce columnas de meses zodiacales y se combinaron los textos con descripciones gráficas.


En una de esas tablillas, el Planeta de Marduk, mostrado entre el símbolo del carnero “Aries” y los siete símbolos de la Tierra, representa a Marduk como dentro del planeta. Otro ejemplo es la tablilla VAT 7847, que explica una observación real, en la constelación de Aries, como el ‘día en que fue abierta la puerta del gran señor Marduk’, en que Nibiru puede observarse. Y después de indica ‘el día del Señor Marduk’, cuando el planeta fue visto en la constelación de Acuario.

Aun más revelador de la llegada del planeta ‘Marduk’ desde los cielos australes y su rapidez en convertirse en ‘Nibiru’, es lo que se explica en otra clase de tablillas circulares. Las tablillas dividen la esfera celeste en tres senderos: el sendero de Enlil, para los cielos del norte, de Ea para los del sur, y de Anu para el centro. Las doce áreas zodiacales fueron después sobrepuestas en los tres senderos. Unos textos explicativos fueron escritos en la parte posterior de las tabillas circulares.

Theophilius G. Pinches, experto en estudios sobre Asiria, mostró en estas tablillas lo que era un disco circular dividido en tres secciones concéntricas y en doce segmentos, dando como resultado un campo de treinta y seis porciones. Cada una de las treinta y seis porciones contiene un nombre con un pequeño círculo bajo él, indicando que se trata de un cuerpo celestel, y un número.

Además cada porción lleva el nombre de un mes, de modo que Pinches los enumeró del I al XII, comenzando con Nissan. Y esto representaba un mapa celeste babilonio, dividido en los tres senderos de Enlil, Anu, y Ea/Enki, mostrando los planetas, estrellas y constelaciones que eran visibles durante los distintos meses del año. Aún continúa el debate acerca de la identidad de los cuerpos celestes y el significado de los números. También sin resolver permanece el asunto de la fecha de este mapa celeste, aunque la mayoría de las opiniones inciden en que el astrolabio perteneció a la era de Nabucodonosor o su sucesor Nabuna’id.

Podemos estar seguros que las observaciones en todas estas tablillas del período tardío de Babilonia no pudieron haber tenido lugar antes del 610 a.C., ni realizadas después del 555 a.C., porque esa fue la fecha en que Nabuna’id se convirtió en el último rey de Babilonia; y su alegato para ser legitimado era que su reinado fue confirmado celestialmente porque ‘el planeta de Marduk, alto en el cielo, me ha llamado por mi nombre’. Mediante esta afirmación, también señalaba que durante una visión nocturna había visto ‘la Gran Estrella y la Luna’.

 Basado en las fórmulas de Kepler para las órbitas planetarias alrededor del Sol, el completo período de visibilidad de Marduk/Nibiru desde Mesopotamia duraba justo unos pocos años. Por lo tanto, la visibilidad alegada por Nabuna’id coloca el retorno del planeta en los años inmediatamente precedentes a 555 a.C. En este caso, ¿cuándo se produjo realmente el retorno?

Hay otro aspecto a tener en cuenta: la profecía de ‘la oscuridad al mediodía’, en el Día del Señor, o sea, un eclipse solar, se produjo el 556 a.C. Los eclipses solares, aunque menos frecuentes que los lunares, no son tan raros; ocurren cuando la Luna, pasando entre la Tierra y el Sol, oscurece temporalmente al Sol. Sólo una pequeña porción de los eclipses solares son totales. El alcance y duración de la oscuridad total varía debido a las siempre cambiantes órbitas del Sol, la Luna y la Tierra, además de la rotación de la Tierra y su inclinación del eje.

Aunque los eclipses solares no son habituales, el legado astronómico de Mesopotamia incluye conocimientos del fenómeno, llamándolo atalu shamshi. Referencias textuales sugieren que no sólo ese fenómeno sino también la participación lunar eran parte del antiguo conocimiento acumulado. . De hecho, un eclipse solar cuyo recorrido pasó sobre Asiria habría ocurrido en 762 a.C.

Fue seguido por otro en 584 a.C., que fue visto en todas las tierras del Mediterráneo, y totalmente sobre Grecia. Pero después, en 556 a.C., hubo un eclipse solar extraordinario ‘en una fecha inesperada.’ Si no fue debido a los predecibles movimientos de la Luna, ¿pudo haber sido causado por el paso del gran planeta Nibiru? Entre las tablillas astronómicas hay una que trata de un eclipse solar, documentando así el fenómeno observado:

 “En el comienzo el disco solar, no en fecha esperada, se hizo oscuro, y permaneció en el resplandor del Gran Planeta. El día 30 [del mes] fue el eclipse del Sol”. ¿Qué significan las enigmáticas palabras de que el oscurecido Sol “permaneció en el resplandor del Gran Planeta”? Aunque la tablilla no aporta una fecha para tal eclipse, creemos que se señala claramente que el inesperado y extraordinario eclipse solar fue generado por el retorno de Nibiru, el gran planeta radiante. Pero si la causa directa fue el planeta mismo, o los efectos de su ‘resplandor’ (tal vez su atracción gravitacional o sus efectos magnéticos) sobre la Luna, el texto no lo explica.

Es un hecho astronómicamente histórico que un 19 de mayo del 556 a.C. ocurrió un eclipse solar total. Como se muestra en un mapa del Centro de Vuelo Espacial Goddard de NASA, el eclipse fue grande e importante, visto en amplias zonas, y un aspecto único acerca de él fue que ¡la banda de oscuridad total pasó exactamente sobre la zona de Harán!

Este último hecho es de tremenda importancia, más aún en aquellos fatídicos años en el mundo antiguo, porque inmediatamente después, en 555 a.C. Nabuna’id fue proclamado rey de Babilonia, no en Babilonia, sino sorprendentemente en Harán. Fue el último rey de Babilonia. 

Y después de él, como había profetizado Jeremías, Babilonia siguió el destino de Asiria. Fue en 556 a.C. que ocurrió la profetizada oscuridad al mediodía. Fue justo cuando volvió Nibiru; fue el profetizado DÍA DE SEÑOR. Y cuando ocurrió el retorno del planeta, ni Anu ni los demás dioses esperados se mostraron. De hecho ocurrió lo contrario: los dioses Anunnaki abandonaron la Tierra.

La partida de los dioses Anunnaki de la Tierra fue un verdadero drama para la Humanidad. Y su partida no es simple especulación; está ampliamente documentada. La evidencia nos llega tanto del Próximo Oriente como de América, y algunos de los más directos y dramáticos documentos de la partida de los antiguos dioses de la Tierra nos llegan desde Harán. El testimonio se basa en documentos serios, entre ellos los del profeta Ezequiel.

Estos informes están registrados en la Biblia y fueron inscritos en columnas de piedra con textos que tratan de los sucesos milagrosos que conducen a la ascensión al trono del último rey de Babilonia. Hoy día Harán es una ciudad en Turquía oriental, a poca distancia de la frontera Siria. Está rodeada por muros de los tiempos Islámicos, que se están desmoronando, y sus habitantes viven en modestas chozas de barro.

El pozo donde Jacob conoció a Raquel se halla aún ahí, entre los prados de ovejas, fuera de la ciudad, con el agua más pura que uno pueda imaginarse. Pero en los días antiguos Harán fue un floreciente centro comercial, cultural, religioso y político, tanto que aun el profeta Ezequiel, que vivía en el área con otros exiliados de Jerusalén, la nombró como un reputado centro comercial de “ropas azules y trabajos de bordado, de ricos aparejos al pecho hechos con cordones y madera de cedro”.

Fue una ciudad que había sido en tiempos sumerios un centro del culto del ‘dios Luna’ Nannar/Sin. La familia de Abraham terminó residiendo allí porque su padre Terah era un Tirhu, un sacerdote y augur, primero en Nippur, después en Ur, y finalmente en el templo de Nannar/Sin en Harán.




Después de la desaparición de Sumer a causa del mortal viento nuclear, Nannar y su esposa, Ningal, convirtieron a Harán en su hogar y cuartel general. Aunque Nannar (Sin en acadio) no era el heredero primogénito legal, ya que este rango pertenecía a Ninurta, era un primogénito terrestre de Enlil y su esposa Ninlil,. Dioses y hombres adoraron a Nannar/Sin y su esposa; los himnos en su honor en los tiempos gloriosos de Sumer, y las lamentaciones acerca de la desolación de Sumer en general y de Ur en particular, revelen el gran amor y admiración de la gente por esta pareja divina. Que muchos siglos después Esarhaddon fuera a consultar a un anciano Sin en relación a la invasión de Egipto, y que la familia real asiria se trasladase a Harán, sirve para indicar el continuo e importante papel jugado por Nannar/Sin y Harán hasta el final.

Fue en las ruinas del templo de la ciudad de Nannar/Sin, el E.HUL.HUL (‘Casa de la Doble Alegría’), que los arqueólogos descubrieron cuatro estelas, que alguna vez estuvieron de pie en el templo, una en cada rincón del principal salón de oraciones. Las inscripciones en las estelas revelan que dos de ellas fueron erigidas por la sumo sacerdotisa del templo,Adda-Guppi, y dos por su hijo Nabuna’id, el último rey de Babilonia.

Con un evidente sentido histórico Adda-Guppi aportó en sus inscripciones datos precisos de los asombrosos eventos de los que ella fue testigo. Los datos, vinculados como era costumbre a los años reinantes de reyes conocidos, pudieron ser verificados por expertos. Se sabe que nació en 649 a.C. y vivió durante los reinados de varios reyes asirios y babilónicos, alcanzando la edad de 104 años.

He aquí lo que escribió en una estela en relación al primero de una serie de sucesos increíbles: “Fue en el dieciseisavo año de Nabupolassar, rey de Babilonia, cuando Sin, señor de los dioses, se enojó con su ciudad y su templo y subió al cielo; y la ciudad y la gente se fueron a la ruina”.

El año dieciséis de Nabupolassar fue el 610 a.C., cuando las fuerzas de Babilonia capturaron Harán a los sobrevivientes del ejército y la familia real asiria, y cuando un poderosos Egipto decidió tomar lospuertos espaciales. Fue entonces, escribió Adda-Guppi, que un enojado Sin, quitando su protección a la ciudad, “¡subió al cielo!’. Lo que siguió en la ciudad capturada está descrito suficientemente:

‘Y la ciudad y su gente fueron a la ruina’. Mientras otros sobrevivientes huyeron, Adda-Guppi se quedó. ‘A diario, sin cesar, de día y de noche, por meses, por años ella guardó vigilia en el arruinado templo. De luto, abandonó los vestidos de fina lana, se quitó las joyas, no usó ni oro ni plata, renunció a los perfumes y al aceite de dulce aroma’. Como un fantasma errando por el abandonado santuario, ‘me vestía con ropas rotas; iba y venía silenciosa’.

Entonces, en el desolado recinto sagrado, encontró un atuendo que alguna vez perteneció a Sin. Para la abatida sacerdotisa, el hallazgo fue un augurio del dios. Como si el mismo dios estuviera allí para escucharla, se postró y ‘en oración y humildad’ pronunció un voto: ‘Si quieres volver a tu ciudad, toda la gente cabeza-negra veneraría tu divinidad”’. Los “cabeza-negra’ era un término que los sumerios empleaban para referirse a si mismos, y el empleo del término por la sumo sacerdotisa 1300 años después de la desaparición de Sumer fue algo lleno de significado: ella le decía al dios que si volvía, sería restaurada su Señoría como en los Días Antiguos, volviendo a ser el señor dios de una restaurada Sumer-Acadia.

Para lograr esto, Adda-Guppi ofreció a su dios un trato: Si retornara y empleara sus poderes para hacer de su hijo Nabuna’id el siguiente rey imperial, reinando sobre los dominios de Babilonia y Asiria, Nabuna’id restauraría el templo de Sin no sólo en Harán sino también en Ur, y proclamaría el culto a Sin como religión estatal en todas las tierras de la gente cabeza-negra.


Tocando la ropa del dios, oró día tras día; entonces una noche el dios se apareció ante ella en un sueño y aceptó su proposición. El dios Luna, escribió Adda-Guppi, gustó de la idea: ‘Sin, señor de los dioses del Cielo y la Tierra, por mis buenas acciones me miró con una sonrisa; escuchó mis plegarias; aceptó mi voto. Se calmó el enojo en su corazón.

Para con Ehulhul, su templo en Harán, la residencia divina en la que regocijaba su corazón, él se reconcilió; y tuvo un cambio de corazón’.

 El dios, escribió Adda-Guppi, aceptó el trato: “Sin, señor de los dioses, miró favorablemente mis palabras, Nabuna’id, mi único hijo, fruto de mi vientre, al reinado llamó el reinado de Súmer y Acadia.

Todas las tierras desde la frontera de Egipto, desde el Mar Superior hasta el Mar Inferior, en sus manos confió”. Ambas partes mantuvieron su trato. ‘Yo me vi a mi misma realizada’, señaló Adda-Guppi, añadiendo: “Sin honró la palabra con que me habló’, promocionando el ascenso de Nabuna’id al trono de Babilonia en 555 a.C.

Y Nabuna’id mantuvo el voto de su madre de restaurar el templo Ehulhul en Harán, ‘perfeccionando su estructura.’Renovó el culto de Sin y Ningal (Nikkal en acadio) … todos los ritos olvidados los hizo de nuevo’. Y después un gran milagro, un suceso no visto por generaciones, sucedió. El hecho es descrito en las dos estelas de Nabuna’id, donde es reprsentado sosteniendo un inusual báculo y encarando los símbolos celestiales de Nibiru, la Tierra, y la Luna:

 “Este es el gran milagro de Sin, que por dioses y diosas no ha ocurrido en la tierra, desde días antiguos desconocidos; que la gente en la Tierra ni han visto ni encontrado escrito en tablillas desde los días de antaño: que Sin, señor de dioses y diosas, residiendo en los cielos, ha bajado desde los cielos a plena vista de Nabuna’id, rey de Babilonia”. Sin, reportan las inscripciones, no volvió solo. De acuerdo a los textos entró al restaurado templo Ehulhul en una procesión ceremonial, en compañía de su esposa Ningal/Nikkal y su asesor, el Mensajero Divino Nusku.

El milagroso retorno de Sin ‘desde los cielos’ suscita muchas preguntas, siendo la primera: ¿dónde, ‘en los cielos,’ había estado durante casi seis décadas? Respuestas a tales preguntas pueden ser dadas al combinar las evidencias antiguas con los logros de la ciencia y tecnología modernas. Pero antes es importante examinar todos los aspectos de la partida, porque no fue solo Sin quién ‘se enojó’ y, dejando la Tierra, ‘subió a los cielos’.

Las extraordinarias idas y venidas celestialesdescritas por Adda-Guppi y Nabuna’id tuvieron lugar mientras estaban en Harán, un lugar significativo porque otro testigo estaba presente en esta área al mismo tiempo: el profeta Ezequiel. Y él también tenía mucho que decir al respecto. Ezequiel, un sacerdote de Yahweh en Jerusalén, estaba entre la aristocracia y los artesanos exiliados, junto con el rey Jehoiachin, después del primer ataque de Nabucodonosor a Jerusalén en 598ª.C.

 Fuero llevados por la fuerza al norte de Mesopotamia y ubicados en el distrito del rio Khabur, a escasa distancia de su hogar ancestral en Harán. Y fui ahí que ocurrió la famosa visión de Ezequiel de un carro celestial. Como sacerdote entrenado, además documentó el sitio y la fecha: “fue en el quinto día del cuarto mes en el quinto año del exilio, o sea alrededor del 594 a.C., cuando estaba entre los exiliados en los bancos del Khabur, que los cielos se abrieron y tuve visiones de Elohim’, señaló Ezequiel al inicio de sus profecías; y lo que vio, apareciendo en un remolino, fueron luces centelleantes y rodeadas por un resplandor, fue un carruaje divino que podía bajar y subir e ir hacia los lados, y dentro de él, ‘sobre algo como un trono, el semblante de un hombre’; y escuchó una voz que se dirigía a él como ‘Hijo de Hombre’ anunciándole su tarea profética.

La declaración del Profeta es usualmente transcrita como ‘visiones de Dios’. El término Elohim, que es plural, ha sido traducido como ‘Dios’ en singular, incluso cuando en la misma Biblia utiliza el plural, como en el Génesis:

‘Y Elohim dijo hagamos al Adán a nuestra imagen y nuestra semejanza’. En realidad el relato del Adán bíblico es una traducción de los mucho más detallados textos sumerios de la creación, donde hubo un grupo de Anunnaki, liderado por Enki, que empleó ingeniería genética para ‘fabricar’ al Adán. El término Elohim se refería a los Anunnaki; y lo que Ezequiel explicó fue que había encontrado una nave celestial Anunnaki cerca de Harán.

La nave celestial vista por Ezequiel fue descrita como elKavod de Dios (‘Ese el cual es fuerte’), el mismo término usado en el Éxodo para describir el vehículo divino que había aterrizado en el Monte Sinaí. La descripción de la nave presentada por Ezequiel ha inspirado a generaciones de artistas y eruditos; y los dibujos resultantes han cambiado con el transcurso del tiempo, según la tecnología existente.

Los textos antiguos se refieren tanto a naves voladoras como a vehículos espaciales, y describen a los dioses Enlil, Enki, Ninurta, Marduk, Toth, Sin, Shamash e Ishtar, para nombrar los más prominentes, como dioses que poseían vehículos voladores y podían deambular por los cielos de la Tierra o involucrarse en batallas aéreas, como entre Horus y Seth o Ninurta y Anzu, para no mencionar a los dioses indoeuropeos.

De todas las variadas descripciones y representaciones pictóricas de las ‘barcas celestiales’ de los dioses, la más apropiada a la visión de Ezequiel de un torbellino parece ser el ‘carruaje remolino’ dibujado en el lugar en Jordania donde el Profeta Elías fue subido al cielo. Como un tipo de helicóptero, tenía que servir como un transbordador espacial hasta donde una nave espacial de gran alcance estuviera estacionada.

La misión de Ezequiel fue profetizar y advertir a sus compatriotas exiliados del venidero Día del Juicio por las injusticias y abominaciones de todas las naciones. Luego, un año más tarde, la misma ‘semblanza de hombre’ se le apareció de nuevo, lo tomó y se lo llevó hasta Jerusalén, para que profetice allí. Como hemos dicho la ciudad estaba pasando por un terrible sitio, que provocó hambruna, una humillante derrota, un saqueo, una ocupación babilónica y el exilio del rey y toda la nobleza. Al llegar allí Ezequiel vio una escena de incumplimiento de la ley y de la observancia religiosa.

Al preguntar que estaba sucediendo, escuchó a los reunidos, en luto, quejándose: “Yahveh no nos observa más, ¡Yahveh ha abandonado la Tierra!”. Esta fue, creemos, la razón por la cual Nabucodonosor se atrevió a atacar Jerusalén de nuevo y destruir el templo de Yahveh. Era una situación idéntica a la que Adda-Guppi había reportado de Harán: ‘Sin, el señor de los dioses, se enojó con su ciudad y su gente, y subió al cielo; y la ciudad y su gente se arruinaron’

No se puede tener certeza de cómo o por qué los sucesos ocurridos en el norte de Mesopotamia despertaron la idea en la distante Judá de que también Yahveh había abandonado la Tierra, pero es evidente que la palabra que Dios y los dioses partieron se había esparcido por todas partes.

Ciertamente, la tablilla VAT 7847, que fue mencionada anteriormente en conexión con el eclipse solar, señala lo siguiente en una sección profética en relación a calamidades que duraron 200 años:

“Crepitantes los dioses, volando, de las tierras se irán, de los pueblos serán separados. La gente dejará que las moradas de los dioses se arruinen. La compasión y la bondad cesarán. Enlil, en furia, se irá”.

Tenemos un documento que expande de forma considerable el éxodo divino: los enojados dioses, liderados por Enlil, volaron lejos de sus tierras. No fue sólo Sin quién estaba molesto y se fue. Hay además otro documento. Está clasificado por los académicos como perteneciente a ‘fuentes proféticas neo-asirias’, aunque sus primeras palabras sugieren la autoría de un devoto de Marduk: “Marduk, el Enlil de los dioses, se enojó.




Su mente se puso furiosa. Diseñó un plan malvado para dispersar la tierra y sus pueblos. Su enojado corazón estaba torcido en arrasar la tierra y su gente. Una dolorosa maldición se formó en su boca. Portentos malvados indicando la rotura de la armonía celestial comenzaron a aparecer en abundancia en el cielo y la Tierra.


Los planetas en los senderos de Enlil, Anu y Ea erraron sus posiciones y repetidamente revelaron augurios anómalos. Arahtu, el río de la abundancia, se convirtió en un torrente embravecido. Una feroz oleada de agua, una avalancha violenta como el Diluvio arrasó la ciudad, sus casas y santuarios, tornándolos en ruinas. Los dioses y diosas tuvieron miedo, abandonaron sus santuarios, volaron lejos como pájaros y subieron al cielo”.

Lo que es común a todos estos textos son las afirmaciones de que los dioses se enojaron con la gente, los dioses ‘volaron lejos como pájaros y ascendieron al cielo. Estamos bastante informados que la partida fue acompañada por inusuales fenómenos celestes y algunos disturbios terrestres. Hay aspectos del Día del Señor como lo profetizado por los Profetas bíblicos: La partida estuvo relacionada al Retorno de Nibiru y los dioses dejaron la Tierra cuando vino Nibiru. El texto VAT 7847 incluye una intrigante referencia a un período calamitoso de dos siglos.

El texto no aclara si esa era una predicción de lo que siguió a la partida de los dioses o si fue durante este momento que creció su enojo y decepción para con la Humanidad, que los empujó a la partida. Parece que esto último es lo más probable, porque probablemente no es coincidencia que la era de la profecía bíblica en relación al pecado de las naciones y el juicio que viene con el Día del Señor comenzase con Amós y Oseas alrededor de 760/750 a.C., dos siglos antes que el retorno de Nibiru.

Durante dos siglos, desde Jerusalén, los profetas clamaron por la justicia y honestidad de la gente y la paz entre las naciones, desdeñando las ofrendas sin sentido y el culto a ídolos sin vida, denunciando las conquistas y la destrucción sin piedad, y advirtiendo a una nación tras otra, incluida Israel, de los inevitables castigos. Pero todo fue en vano. Por esta razón se produjo un gradual incremento del enojo divino y la decepción.

Y la conclusión de los Anunnaki fue que era tiempo de irse. Todo ello trae a la mente la pasada decisión de los dioses, liderados por el decepcionado Enlil, de guardar el secreto del venidero Diluvio a la Humanidad y la huida de los dioses en sus naves aéreas. Ahora, de nuevo, mientras Nibiru estaba acercándose de nuevo, fueron los dioses partidarios de Enlil los que prepararon la partida. ¿Quiénes fueron los dioses que se fueron, cómo lo hicieron, y adónde fueron si Sin pudo volver al cabo de pocas décadas?

Para las respuestas retrocedamos hasta el inicio. Cuando los Anunnaki, liderados por Ea/Enki, vinieron a la Tierra para obtener el oro con el cual proteger su atmósfera planetaria en peligro y se planearon extraer el oro de las aguas del Golfo Pérsico.

Cuando eso no funcionó, cambiaron las operaciones mineras al sudeste de África y luego fundían y refinaban el oro extraído en el E.DIN, la futura Sumer. Su cantidad aumentó a 600 anunnaki en la Tierra más 300 Igigi que operaban las naves aéreas en una estación en Marte, desde la cual las grandes naves espaciales hacia Nibiru podían ser lanzadas con mayor facilidad. Enlil, el hermanastro de Enki y rival por la sucesión, vino y fue puesto como comandante general.

Cuando se amotinaron los Anunnaki por el duro trabajo en las minas, Enki sugirió crear un ‘Trabajador Primitivo’. Y esto fue hecho mediante la mejora genética de un existente homínido. Y entonces los Anunnaki comenzaron a ‘tomar las hijas del Adán como esposas y tuvieron hijos con ellas’. Cuando vino el Diluvio, el enfurecido Enlil dijo “dejemos perecer a la humanidad”’ porque ‘la maldad del Hombre era grande en la Tierra’.

 Pero Enki, a través de un ‘Noé’ frustró el plan. La Humanidad sobrevivió, proliferó, y con el tiempo se le concedió la civilización. El Diluvio que cayó sobre la Tierra inundó las minas en África, pero expuso una veta de oro en las montañas de Los Andes en Sudamérica, permitiendo a los Anunnaki obtener más oro, con mayor rapidez y facilidad, y sin la necesidad de fundirlo y refinarlo, porque las pepitas de oro puro de las montañas sólo necesitaban ser limpiadas. También hizo posible reducir la cantidad de Anunnaki necesarios en la Tierra.

En su visita de estado a la Tierra, alrededor del 4000 a.C., Anu y Antu estuvieron en la tierra aurífera situada en las costas del Lago Titicaca. La visita sirvió como una oportunidad para comenzar a reducir el número de Anunnaki en Tierra. Además se aprobaron tratados de paz para reconducir la rivalidad de los hermanastros y sus seguidores. Pero mientras Enki y Enlil aceparon la división territorial, el hijo de Enki, Marduk, jamás desistió de la disputa por la supremacía que incluía el control de los antiguos puertos espaciales.

 Fue entonces que los partidarios de Enlil comenzaron a preparar instalaciones espaciales alternativas en Sudamérica. Cuando el puerto espacial postdiluviano en el Sinaí fue destruído por las bombas nucleares en el 2024 a.C., las instalaciones en Sudamérica fueron las únicas que permanecieronen manos de los partidarios de Enlil.

Y así, cuando los enojados líderes Anunnaki decidieron que era tiempo de irse, algunos pudieron usar la estación de aterrizaje; otros, quizá con un último botín de oro, tuvieron que utilizar las instalaciones sudamericanas, cerca del lugar donde Anu y Antu estuvieron durante su visita al área. El lugar, ahora llamado PumaPunku, se halla a corta distancia del lago Titicaca.

Pero cuando en el pasado el lago era más grande, PumaPunku estaba ubicado en la orilla sur del lago, con instalaciones portuarias. Todavía puede verse una fila de cuatro estructuras derruidas, cada una formada por un gigantesco monolito vaciado. Cada uno de estos monolitos estaba completamente cubierto con placas de oro, sujetas con clavos de oro, un increíble tesoro que fue saqueado por los españoles.

Todavía constituye un misterio cómo fueron vaciadas con tanta precisión y cómo cuatro enormes rocas fueron llevadas hasta aquel lugar. Los hallazgos arqueológicos del lugar incluyen un gran número de grandes bloques de piedra que fueron cortados y colocados con precisión. No es necesario saber mucho de ingeniería para comprender que esas piedras fueron cortadas, taladradas y conformadas con una increíble capacidad tecnológica y un sofisticado equipamiento. Incluso actualmente es dudoso que una obra de este tipo pudiera hacerse. La confusión aumenta por el misterio del propósito de tales prodigios tecnológicos; obviamente, se trata de algo aún sin develar pero altamente sofisticado. Si era para servir como fundición de instrumentos complejos, ¿de qué tipo de instrumentos se trata?

Sólo los Anunnaki poseían la tecnología para hacer aquellos moldes y emplearlos en su producción. El principal centro de los Anunnaki estaba situado a poca distancia tierra adentro, en un lugar hoy conocido como Tiwanaku (anteriormente conocido como Tiahuanacu), en Bolivia. George Squier, uno de los primeros exploradores europeos en llegar allí en los tiempos actuales, en su libro ‘Perú Ilustrado’ describió el lugar como la ‘Baalbek del Nuevo Mundo’, una comparación más real de lo que él imaginó.

El siguiente explorador importante de Tiwanaku, Arthur Posnansky, en su libro “Tiwanaco – la Cuna del Hombre Americano”, llegó a asombrosas conclusiones en relación a la antigüedad del lugar. Las principales estructuras de superficie en Tiwanaco, aparte de las numerosas estructuras subterráneas, incluyen el Akapana, una colina artificial plagada de canales y compuertas, que parece servían para el proceso de obtención de oro.

La Puerta del Sol es una conocida estructura que también fue cortada a partir de un monolito, con la precisión exhibida en Puma-Punku. 

Probablemente sirvió algún propósito astronómico y como calendario, tal como sugieren las imágenes que se han grabado en este monumento. Estas imágenes son dominadas por una gran imagen del dios Viracocha sosteniendo un arma de rayos, que claramente se parece al dios Adad/Teshub en el Próximo Oriente.

La Puerta del Sol está ubicada de manera que forma una unidad de observación astronómica con otra estructura en Tiwanaco, llamada la Kalasasaya, que es una gran estructura rectangular con un patio hundido y rodeado de cuatro pilares de piedra.

La sugerencia de Posnansky de que el Kalasasaya servía como un observatorio ha sido confirmada por otros exploradores. Su conclusión es que los alineamientos astronómicos de la Kalasasaya muestran que fue construida miles de años antes que los Incas. Esta afirmación era tan increíble que las instituciones astronómicas alemanas enviaron equipos de científicos para investigarlo. Sus informes afirman que la orientación de Kalasasaya sin duda encaja con la inclinación terrestre que había el 10000 a.C., o el 4000 a.C.

Cualquiera de estas fechas es válida: la primera es una fecha que podemos situar un poco después de Diluvio, cuando comenzaron en América las operaciones para obtener oro; y la última fecha es la de la última visita del dios Anu. Ambas fechas encajan con las actividades anunnakis en aquella región, ya que la evidencia de la presencia de los dioses partidarios de Enlil se encuentra por todas partes.

Las investigaciones arqueológicas, geológicas y mineralógicas del área confirmaron que Tiwanaku sirvió también como centro metalúrgico. Varios hallazgos y su similitud con representaciones en antiguos centros hititas, en Turquía, sugieren que las operaciones para obtener oro y estaño (necesario para producir bronce) fueron supervisadas por Ishkur/Adad, el hijo más joven de Enlil. Su dominio en el Viejo Mundo fue Anatolia, donde fue venerado por los hititas como Teshub, el ‘dios del clima’, cuyo símbolo era una vara con rayos.

Este símbolo, enigmáticamente tallado en una empinada ladera de un acantilado, puede ser vista desde el aire o desde el mar en la bahía de Paracas, Perú, un puerto natural alineado con Tiwanaku. Llamado el candelabro, este símbolo tiene unos 140 metros de largo por 80 de ancho, y sus líneas han sido grabadas con una profundidad de medio metro en rocas duras. Y al norte de esta bahía, tierra adentro, en el desierto entre los ríos Ingenio y Nazca, los exploradores han encontrado uno de los más misteriosos enigmas de la antigüedad: las llamadas Líneas de Nazca.

Una vasta área, de unos 300 kilómetros cuadrados, fue empleado por alguien para dibujar en ella imágenes delineadas, con dibujos tan grandes que no tienen sentido a ras de suelo. Pero cuando se ven desde el aire, representan con claridad distintos tipos de animales, algunos conocidos y otros imaginarios.

Estos dibujos fueron hechos removiendo la superficie del terreno hasta una profundidad de varios centímetros. Cualquiera que vuele sobre el área concluye que alguien desde el aire orientó sobre como horadar el terreno. Sin embargo, directamente relacionado con el tema de la partida de los anunnaki, hay algo aún más misterioso en lasLíneas de Nazca: lo que parecen ser anchas pistas de despegue y aterrizaje. Rectas continuas que corren a lo largo de colinas y valles, sin importar la textura del terreno.

Hay unas 740 líneas rectas, combinadas en ocasiones con trapezoides. Con frecuencia se entrecruzan unas a otras sin ton ni son, a veces corriendo sobre los dibujos de animales, revelando que las líneas fueron hechas en diferentes fechas.

Varios intentos para resolver el misterio de las líneas fracasaron cada vez que se explicó como hechas por los nativos peruanos, por gente de la cultura Nazca o por una civilización Paraca. Tampoco han encontrado una explicación los estudios que apuntan a orientaciones astronómicas encubiertas en las líneas, tales como alineamientos con solsticios, equinoccios, algunas estrellas, etc. Para todos los que omiten una solución basada en ‘Antiguos Astronautas’, el enigma sigue sin resolver.

Más que haber estado ahí para posibilitar un despegue, parecen que estas líneas son el resultado del despegue de las naves, que han dejado una huella al deslizarse sobre la superficie. Que las ‘cámaras celestiales’ de los Anunnaki producían tales marcas queda indicado en la pictografía sumeria en relación a las naves espaciales de los dioses. Parece ser que Nazca fue el último puerto espacial de los Anunnaki. Les sirvió cuando el otro puerto espacial en el Sinaí fue destruido, y posteriormente les sirvió para la partida final de nuestro planeta.

Desgraciadamente no hay informes de testigos de vuelos en Nazca. Pero si que hay textos de Harán y Babilonia referentes a los vuelos que empleaban la estación de aterrizaje en Baalbek, Líbano. Los informes de testigos relacionados con esos vuelos y las naves Anunnaki incluyen el testimonio del profeta Ezequiel y las inscripciones de Adda-Guppi y Nabuna’id. La conclusión inevitable debe ser que desde el 610 a.C. hasta el 560 a.C. los dioses Anunnaki fueron abandonando la Tierra de manera sistemática.

Pero, ¿a dónde iban cuando abandonaban la Tierra? Tuvo que ser a un lugar desde donde el dios Sin pudiese retornar relativamente pronto a la Tierra, tal como hemos visto anteriormente. Ese lugar se supone que era la antigua Estación en Marte, desde donde las naves de larga distancia volaban para dirigirse a Nibiru.

El conocimiento sumerio de nuestro sistema solar incluía referencias al empleo de Marte como una estación de paso para los Anunnaki. Esto queda claramente representado en un sello cilíndrico de más de 4500 años de antigüedad, que puede verse en el Museo Hermitage de San Petersburgo, en Rusia.

Este sello muestra un astronauta en Marte, indicado como el sexto planeta, contando desde el exterior del sistema solar, comunicándose con uno en la Tierra, representado como el séptimo planeta, con una nave aérea en los cielos entre ellos. Debido a la menor gravedad marciana comparada con la terrestre, los Anunnaki habían encontrado más fácil y lógico utilizar pequeños transportes espaciales desde la Tierra a Marte, y desde allí, utilizando grandes naves, dirigirse a Nibiru.

Hace un cierto tiempo Marte era considerado un planeta sin oxigeno, sin agua, sin vida y con un ambiente hostil. Pero actualmente hay evidencias de que en Marte hay agua y asimismo se tienen fotografías de estructuras piramidales y de un enigmático rostro humano. Parece que Marte tuvo una atmósfera considerable, de la que aún conserva una delgada capa de oxígeno.

También alguna vez tuvo ríos, lagos, océanos y todavía conserva agua, bajo la superficie o en pequeños lagos congelados. En 2005 naves de la NASAenviaron evidencias químicas y fotográficas que llevaron a esas conclusiones. Todo ello es suficiente para mostrar que Marte pudo servir como una estación espacial para los Anunnaki.

Fue el primer destino de los dioses que se iban de la Tierra, como confirma el rápido retorno del dios Sin. ¿Quiénes se fueron, quiénes se quedaron, quiénes pueden regresar a la Tierra? Creemos que algunas de las respuestas vendrán de Marte.

“La verdadera Mowgli”: Increíbles fotos de la niña que se crió en la selva africana


Tippi, apodada ‘la verdadera Mowgli de la selva’, fue criada con animales salvajes, ya que pasó los primeros 10 años de su vida en la selva africana.




Las conmovedoras imágenes de su vida han sido publicadas mundialmente por primera vez.


Por primera vez se ha publicado a nivel mundial el libro de fotografías ‘Tippi: Mi libro de África’, que muestra la vida de Tippi Benjamine Okanti Degri, una chica francesa que nació en Namibia y vivió durante 10 años en la selva africana junto a sus padres, Sylvie Robert y Alain Degre, fotógrafos de la vida salvaje.

Las imágenes increíbles muestran como la chica hace amistad con Abu, un elefante, al cual llamaba de su hermano, un leopardo, su “mejor amigo”, una avestruz y un babuino.


        

“Su vida cotidiana consistía en asegurarse cada minuto que los monos no robaban su botella”, dijo Sylvie, su madre.


“Ella me llamaba y al señalar a un elefante que comía de una palmera decía ‘mamá, ¡cuidado, que podemos asustarlo!’”, recuerda la madre.


“Estaba muy en paz con los animales. Les hablaba con sus ojos y su corazón.

No se daba cuenta de que no era del mismo tamaño que Abu el elefante, ella le hablaba igual que si conversara conmigo.

 La llamaban ‘la pequeña niña que podía hablar con los animales’”.

               

Al llegar por primera vez a la ciudad, a Tippi le asustó el ruido, le resultó difícil adaptarse a esta vida. “Extrañaba mucho a los animales”, señala Sylvie, su madre.




Ahora Tippi tiene 23 años y estudia cine en la Universidad Sorbona Nouvelle de París.

    

    

       


     

                              


¿Estas fotografias son Ruinas en Marte?

El 7 de Diciembre 2012,

Una imagen colgada por la NASA y procedente de Marte, sigue dando que hablar.

En ella se descubre lo que parecen unas antiguas ruinas.

Por otra parte en su dia ya hablamos  de la famosa “Calzada” que la sonda “Opportunity” grabo en una de sus incursiones al planeta rojo.

Muchas son las teorias, muchas las sospechas, desde NASA parece que desde el otro lado del “telon” y muy sutilmente, estan publicando fotografias mas que sospechosas.




Aun no hay comunicados oficiales al respecto, bien para preparar al rebaño o bien para seguir confundiendolo aun, con sus muchos brazos armados de desinformadores muy presentes en las red y en las redes sociales.-



FOTO DE LA FAMOSA CALZADA DESCUBIERTA POR “Opportunity”


Los científicos quedaron perplejos y no salen de su asombro con el descubrimiento de la sonda robótica Opportunity: unas extrañas formaciones rocosas que parecen seguir una pauta.

Como pueden ver en las siguientes fotos, tomadas por la sonda robótica, se aprecia lo que parece ser una hilera de ladrillos de los que se usan para la pavimentación.




El parecido con una estructura o calzada inteligente medio enterrada por la erosión es impresionante.

 ¿Se trata, por fin, de una prueba irrefutable de la existencia de una civilización marciana en Marte en un pasado remoto?

Fuente: Planeta enigmático

viernes, 29 de junio de 2018

¿ Convivieron los Dinosaurios con una antigua Civilización Perdida?

El hombre siempre ha soñado con encontrar aquellas fabulosas remotas civilizaciones que cuentan múltiples mitos y leyendas.

 Y tal como he comentado en mi bienvenida al blog, a pesar de los miles de años transcurridos y de las múltiples catástrofes sufridas por este planeta a lo largo de su dilatada historia, todavía se van encontrando vestigios que ayudan a completar el puzzle 

 Y generalmente se encuentran esporádicas y limitadas pruebas de la existencia de otros hombres y de otras culturas e imperios remontándonos en el pasado hasta unos 15.000 años.

Una de las últimas sorpresas que nos ha deparado la Paleontología ha sido el descubrimiento del «hombre de Leakey», en Olduvai (Tanzania), de una edad estimada máxima de un millón de años. Pero este hallazgo de los Leakey, eminente familia de paleontólogos y antropólogos, constituye tan sólo un hecho aislado.




Aunque luego se han encontrado otros restos más antiguos de homínidos en distintas partes del mundo que han ampliado la posible antigüedad del hombre hasta unos pocos millones de años.

Evidentemente esta antigüedad del ser humano en la Tierra anula cualquier posibilidad de coexistencia con los grandes dinosaurios.

Por otro lado los paleontólogos se siguen preguntando por qué estos animales prehistóricos tan numerosos y resistentes desaparecieron súbitamente de la faz de la Tierra. ¿Cómo puede explicarse este singular hecho? La repentina extinción de estos millones de gigantescos saurios que dominaban los antiguos continentes del planeta era, en efecto, una incógnita fascinante. Muchos de esos gigantescos saurios habrían permanecido o se habrían transformado, adecuándose a las nuevas necesidades de sus hábitats. Pero nada de eso ocurrió.

En 1980 un grupo de investigadores liderados por el físico Luis Álvarez (Premio Nobel) descubrieron, en las muestras tomadas por todo el mundo de las capas intermedias entre los períodos Cretácico y Terciario de hace 65 millones de años, una concentración de iridio cientos de veces más alta que lo normal.

El final del cretáceo coincide con la extinción de los dinosaurios y de los ammonites.

Plantearon así la llamada “Hipótesis de Álvarez”, conforme la cual la extinción de los dinosaurios y de muchas otras formas de vida habría sido causada por el impacto de un gran meteorito contra la superficie de la Tierra hace 65 millones de años. El nombre de la hipótesis se debe a los dos científicos que propusieron la hipótesis en 1980: Luis Álvarez y Walter Álvarez (padre e hijo).

Para demostrar esta hipótesis, las investigaciones se centraron en encontrar una capa en la corteza de la Tierra con niveles elevados de iridio. Los niveles del iridio son generalmente más altos en asteroides y otros objetos extraterrestres. La evidencia del iridio fue descubierta anteriormente al descubrimiento del cráter de Chicxulub, en la península de Yucatán.

Por tanto, si consideramos que el último dinosaurio murió hace unos 65 millones de años, y que los hombres u homínidos (que se sepa) habitaron la Tierra desde hace unos 4 millones de años, entonces parece imposible que un hombre jamás hubiera visto un dinosaurio. Sin embargo, hay evidencias de que realmente los hombres y los dinosaurios vivieron juntos en el pasado. Y esto solo se puede explicar con dos alternativas: o el hombre ha estado en la Tierra hace más de 65 millones de años o han existido dinosaurios hasta épocas mucho más recientes de lo que pensamos.




Juan José Benítez (Pamplona, 7 de septiembre de 1946) es un periodista español, conocido por sus trabajos en ufología y su serie de novelas Caballo de Troya. En 1975 escribió su obra “Existió otra Humanidad”, en la que he basado parte de este artículo.

Se han encontrado dibujos en cuevas, en la región del Gran Cañon del Colorado y otros lugares, que parecen mostrar dinosaurios, mamuts y otros animales extintos. Asimismo, hay una cantidad de leyendas que parecen relatos de encuentros entre hombres y dragones, una versión mitológica de los reptiles gigantes.

En la epopeya de Gilgamesh (3000 aC) se dice que mató a un dragón gigante que devoraba árboles y otras plantas. En dos capítulos del libro de Daniel en la Biblia hay un recuento de un dragón que los babilonios adoraban. Alejandro Magno y su ejército dijeron que encontraron un dragón que estimaron tener una largura de 33 metros, un una cueva en la India. En China hay una gran cantidad de leyendas y dibujos que indican que reptiles gigantes vivieron allá en el pasado. Incluso mencionaban que una familia real usó algunos reptiles grandes para tirar de su carruaje.

También la gente de los países nórdicos construyó sus barcos con representaciones de dragones marinos. Se habla de un tipo de dragón que tenía grandes patas traseras y patas delanteras cortas, igual como sabemos que existieron por los huesos fosilizados. De relatos más recientes tenemos recuentos de héroes que mataron dragones. Se dice que Beowulf y San Jorge mataron dragones y sus descripciones corresponden de manera notable con las reconstrucciones modernas de varios tipos de dinosaurios.

Del el siglo 10 dC nos llega un relato irlandés en que hay una descripción de un estegosaurio. Nerluc, en Francia, debe su nombre de un hombre que mató un dragón cuya descripción es muy parecida a esa de un triceratops. Libros de ciencia y escritos de naturalistas del siglo XIV indican que los dragones eran aún animales vivientes, aunque ya casi extinguidos.

Hay varios recuentos de reptiles voladores en la historia. Herodoto describió correctamente las características de un reptil reconocido por restos fósiles en tiempos modernos. La tribu de los Sioux se refiere a un pájaro de trueno. Su descripción y dibujos coinciden con ese dinosaurio volador que hoy llamamos teranodon. En Inglaterra se reportó un reptil volador durante el siglo XV.

También actualmente hay informes de testigos que han visto algunos tipos de reptiles gigantes, caminando, nadando o volando, en Australia y en África, cerca de bosques tropicales, en varios lagos del mundo y en el mar. El más famoso lugar es Loch Ness, donde miles de personas han visto y fotografiado un monstruo, que parece un tipo de Plesiosauro. Pero, no es el único lugar, y hay miles de testigos que han visto reptiles gigantes en otras partes del mundo.

Pero todos estos descubrimientos y relatos han quedado empequeñecidos, aunque la ciencia oficial los ignora, por los descubrimientos efectuados hace unos cuantos años en un lugar de Perú, situado en un desierto blanco y pedregoso del Departamento de Ica, por el doctor Javier Cabrera. Ica es un departamento que está ubicado al oeste del Océano Pacífico y al norte de la región de Nazca, lugar famoso por sus enigmáticas pistas El doctor Cabrera habría descubierto la más sorprendente prueba de la existencia de otra civilización que pobló el planeta posiblemente hace millones de años, ¡en la época de los Dinosaturios!

A diferencia de los restos antes mencionados a los que se aplican una serie de teorías y conjeturas sobre la existencia de homínidos remotos. Esta vez se trataba de múltiples pruebas materiales. El doctor Cabrera había logrado reunir en su casa de la ciudad de Ica hasta un total de 11.000 piedras en las que aparece grabado el más antiguo mensaje del que tenemos noticia. 


Son once mil piedras de todos los tamaños en donde una remota civilización recopiló sus conocimientos. Hay desde algunas muy pequeñas, de apenas 50 ó 100 gramos, hasta otras de 40 o más kilos. 

Y en ellas pueden verse grabados con conocimientos en astronomía, zoología, medicina, biología, etc… Y viéndolas se tiene la impresión de que la vida en el planeta probablemente llegó del espacio.

Las piedras de Ica describen una civilización que al parecer habría llegado a convivir con los dinosaurios. En una de las piedras se muestran grandes saurios prehistóricos. Allí se explica la manera de destruir al stegosaurus, un saurio prehistórico perteneciente a la rama de los dinosaurios blindados y que vivió en el período Jurásico. En el altorrelieve de la amarillenta piedra pueden distinguirse las placas óseas verticales que se extendían a todo lo largo del lomo del animal, así como la doble fila de placas que protegían a este dinosaurio. Y también vemos en su cola una serie de pinchos, que le servían como arma defensiva.

Esta civilización también grabó el ciclo biológico del stegosaurus no sólo para ofrecer un conocimiento de zoología, sino también para explicar que la única forma de exterminar a este saurio era destruyéndolo desde sus formas más primitivas.

Puede verse una hembra del stegosaurus, que se diferencia del macho por su cuello más largo, así como también el proceso de metamorfosis que sufrían las crías. Junto al stegosaurus adulto también grabaron las crías. Primero sin patas, luego con las dos patas anteriores y después con las patas posteriores. A esto se le llama metamorfosis.

Sin embargo la Paleontología enseña que los reptiles prehistóricos no experimentaban metamorfosis. Los nuevos saurios nacían de un huevo, pero ya con su forma definitiva. Por lo tanto lo que se indica en las piedras no encaja con lo que enseña la ciencia actual. Hasta ahora habíamos creído que los reptiles prehistóricos nacían de los huevos con sus formas completas. Pero estos grabados nos están mostrando lo contrario.

Nadie podría reflejar un conocimiento tan exacto del ciclo biológico de un animal si no lo hubiera observado meticulosamente. En una de las piedras varios hombres portan armas y están hiriendo al animal, ya que se supone que estos grandes saurios amenazaban la vida de aquella civilización.

Durante la Era Secundaria muchas especies de estos enormes saurios se extendieron por todos los continentes y mares. Y el hombre de aquel tiempo suponemos que no tuvo más remedio que declararles la guerra.

Por eso en estas piedras, cuando aparecen escenas de caza de dinosaurios, siempre se extienden las matanzas hasta las crías de los animales antediluvianos.

De esta forma, con la muerte del macho y de la hembra y la destrucción de los huevos y las crías conseguían un exterminio prácticamente completo. 

Rompían su ciclo biológico.

Los altorrelieves cubren la superficie de la piedra, explicando primero el ciclo biológico del stegosaurus para pasar a continuación a otra secuencia desconcertante.

Dos hombres de extrañas caras se habían situado sobre el lomo del animal. Y parecían atacar al gran saurio. El stegosaurus medía unos seis metros de longitud.




Y aunque parece ser que se alimentaba de vegetación, puede comprobarse en las piedras que también atacaba al hombre. Pues bien, ésta parece ser una de las razones por las que esta civilización prehistórica emprendió también la guerra contra el stegosaurus.

Este enorme saurio tenía en la cabeza un hueso tan débil que con un golpe se le podía matar. Pero, ¿cómo se las arreglaban estos cazadores para llegar hasta el cráneo? Según puede verse los dos seres parecen caminar sobre el lomo del animal prehistórico.

El stegosaurus, como otros reptiles, disponía de un cerebro normal y de un ganglio pélvico que regía el automatismo de la parte posterior del cuerpo del animal. Esto ha sido reconocido por la Ciencia actual. De ahí que se les haya llamado también saurios de doble cerebro.


En su columna vertebral se producía un ensanchamiento superior al del cerebro propiamente dicho y que tenía por finalidad el control de esa zona posterior del gran saurio. Pues bien, los cazadores subían por la cola —concretamente por el estrecho corredor que quedaba entre las dos hileras de placas óseas— y llegaba hasta la altura de la cintura escapular. Esa doble dependencia era fatal para el animal, puesto que hacía insensible su cola.

 Y esto lo sabían los hombres de las piedras grabadas. Ascendían por el lomo del saurio hasta que éste sentía algo sobre la zona del ganglio pélvico. En ese instante el stegosaurus volvía la cabeza y el cazador le podía romper el cráneo de un golpe.

Se han llegado a reunir series de grabados para otras especies de saurios, como el triceratops, el tyrannosaurio, el megaquiróptero (murciélago gigante), el stegosaurus y el agnato. De estos animales se dispone series completas, mientras que de otros se tienen solo series parciales. Por ejemplo, sobre el agnado, peces sin mandíbulas, hay más de 100 piedras. pude comprobar la evolución, la clara metamorfosis de este pez prehistórico que vivió en nuestros océanos en el período Devónico (Era Primaria o Paleozoica)y al que se le señala, por tanto, más de 320 millones de años.

Según indica la Paleontología, estos peces sin mandíbulas son los primeros vertebrados conocidos. Sus restos se encuentran ya en el período Silúrico, pero son comunes sólo durante el referido período Devónico. Algunos —sigue afirmando la Paleontología— vivieron en el mar, y otros, en agua dulce.

La única especie de agnato conocida en la actualidad fue encontrada en Vietnam. La mayor parte disponía de un casco óseo alrededor de la cabeza y parte frontal del tronco, así como gruesas escamas también óseas sobre el resto del cuerpo.

Hay varias piedras de gran peso con grabaciones de este mismo tipo de pez sin mandíbulas, pero, con una sensacional diferencia respecto a las anteriores piedras. En este caso, el agnato aparecía devorando una pierna humana. Estos peces eran gigantescos. Los agnados actuales son muy pequeños. Es decir, con estos peces prehistóricos sucedió exactamente igual que con los grandes reptiles de la Prehistoria. 

Los descendientes» actuales han visto reducido su tamaño hasta extremos insospechados.

En otras enormes piedras hay también grabaciones y altorrelieves con otros tipos de dinosaurios. Así como con el stegosaurus no había mucho peligro para los cazadores, no sucedía lo mismo con el tyrannosaurio. Este formidable monstruo carnívoro tenía el cuello corto y robusto y la cabeza provista con poderosas mandíbulas.

La Paleontología asegura que hizo su aparición a finales del período Cretácico, es decir, hace más de 65 millones de años. Tenía quince metros de longitud y seis de altura, y sus patas delanteras eran tan cortas que, según parece, no podían llegar hasta la boca.

El tyrannosaurio era sin duda uno de los más terroríficos e implacables enemigos de esta civilización prehistórica. Y contra él fue dirigida gran parte de la operación de destrucción.

Pero la táctica para exterminarlo no podía ser idéntica a la empleada en el caso del stegosaurus. En una de las piedras se reproduce la figura de uno de estos feroces monstruos del Cretácico. Y junto a él se ven hombres que portan armas. El tyrannosaurio era un animal sumamente peligroso. 

¿Qué hacían entonces los cazadores?

En primer lugar, tal y como ve en la piedra, le dejaban ciego. De esta forma, otro cazador podía ascender por la cola y lomo del animal, golpeándole en la cabeza. Pero, no en cualquier punto del cráneo. El arma que porta el hombre tiene una especie de rayado. Y en la cabeza del tyrannosaurio han grabado también otro punto, con un rayado idéntico al del arma. Pues bien, eso parece indicar que debían golpear al monstruo prehistórico en una zona concreta del cráneo.

Estas nociones precisas de la anatomía de un tyrannosaurio, de un stegosaurus, de un triceratops, etc., así como de sus ciclos biológicos, sólo pueden revelar un conocimiento profundo de la fauna existente en aquella remota época. Un conocimiento que sólo podría producirse de haber coexistido con dichos seres.

Distribuidos a la perfección entre las dos caras de otra piedra puede verse un enorme pájaro, aparentemente mecánico, sobre el que vuelan dos seres que portan sendos telescopios y con los que miran hacia la tierra. Pero, ¿qué buscaban aquellos hombres? La respuesta estaba también en el grabado. A ambos lados de la piedra, y coincidiendo precisamente con su parte inferior, aparecen los grabados en altorrelieve de dos dinosaurios. Un tercer hombre, idéntico a los que se encontraban sobre el pájaro, descendía hasta el lomo de uno de los dinosaurios y mientras se sujetaba al pájaro con una especie de cable, con la otra mano hundía un cuchillo en el cuerpo del animal.

En aquel grabado también hay otros tres elementos sorprendentes. Se trata de lo que parecen ser tres lunas situadas en distintas posiciones del cielo en el que se movía el gran pájaro.

Parece ser que estos seres habían conseguido vencer la fuerza de la gravedad y disponían de aparatos voladores que en las

piedras aparecen representados como pájaros.

Aparentemente esas máquinas voladoras les permitieron extender su guerra contra los saurios prehistóricos a todo lo largo y ancho del planeta.

En muchos casos, como en el del tyrannosaurio, cegaban al animal, lanzando una descarga sobre el mismo. Esto les permitía descender desde sus aparatos voladores para rematar al monstruo o bien ascender hasta su cabeza por la cola y el lomo.




Esta es una de las más impresionantes piedras de la gran biblioteca de piedra. Allí se mostraba la existencia de una civilización con tecnología avanzada. Hasta el momento, ninguna de las teorías a favor de la existencia de remotas civilizaciones se había podido apoyar en pruebas tan concluyentes.

Según se deduce de los distintos grabados, el hombre prehistórico luchó intensamente contra los dinosaurios y demás reptiles. Fue una guerra a muerte, sin tregua. Una guerra que fue más allá que la matanza de los saurios, puesto que se rompió el ciclo biológico de estos animales prehistóricos, anulando así la supervivencia de estas especies.

Muy probablemente la combinación de estas matanzas masivas y el formidable cataclismo explican esa súbita extinción de los más formidables y terribles animales que jamás hayan poblado la Tierra. De no haber sido por estas razones, tal vez hoy seguirían poblando y dominando el planeta.

Según las piedras también parece que en aquella época remota la Tierra tenía tres satélites. Se deduce que un posible desfase en el magnetismo de la Tierra fue provocando un desajuste en las órbitas de dos de estas Lunas, que terminaron por caer sobre el Planeta. Este impacto terrorífico convulsionó los continentes y océanos, provocando una formidable catástrofe. Pero, ¿cuándo tuvo lugar realmente dicho cataclismo? 

Las piedras grabadas parece tienen la respuesta.

Un detalle fundamental a la hora de valorar las piedras labradas es que su tamaño está en proporción directa a la importancia del tema que se relata en dichas piedras. Esto querría decir que, cuanto más pesada fuera la piedra y cuanto más trabajo y esfuerzo se hubiera empleado a la hora de la grabación, más trascendental era la información que se exponía.

De ahí, por tanto, que los altorrelieves señalaran generalmente conocimientos mucho más decisivos que los simples grabados. Éste era el caso, por ejemplo, de la pesada piedra referida al stegosaurus,

Así sucede igualmente con otra formidable mole de piedra de media tonelada en la que se muestra una matanza de hombres por parte de los dinosaurios. En aquella descomunal piedra pueden verse unos altorrelieves en que se muestra como saurios prehistóricos de varios tipos devoran y atacan a hombres. Es curioso que otras piedras en que estos hombres grabaron también ciervos, caballos y una extensa gama de animales, son más pequeñas. Pero en este caso, con los grandes reptiles, no ocurre lo mismo. Casi todos están grabados en piedras de gran tamaño y peso. Casi todos en altorrelieves. ¿Por qué razón?

Todo parece indicar que en estos casos, cuando se toca el tema de los dinosaurios, no se trata ya de cacerías más o menos deportivas. Se trata de la guerra de aquella civilización contra sus mortales enemigos. Por eso plasmaban estas escenas en piedras mayores, con altorrelieves. En demostración de lo que decimos hay otra gran piedra en que se muestra que el hombre no debía aproximarse ni entrar en el lugar que señala la roca labrada. Si lo hacía, podía morir. En esta piedra se está señalando un área donde vivían dinosaurios adultos y las formas intermedias de éstos. Eran terrenos de dominio de los grandes saurios.

En otra de las piedras grabadas puede observarse  un hombre que sostiene un extraño corazón. Y junto al hombre se encuentra un reptil prehistórico de gran aleta dorsal y que, según la Paleontología, apareció en el Carbonífero Superior, subsistiendo hasta el período Pérmico Medio. Es decir, en plena Era Paleozoica o Primaria. Este grabado nos está revelando el profundo conocimiento que tenía aquella civilización de la fisiología y anatomía de sus innumerables enemigos.

En una serie de piedras dedicadas a los saurios prehistóricos se pueden distinguir hasta 37 tipos distintos de grandes saurios, perfectamente clasificados por la Paleontología, así como otros muchos, desconocidos aún para la ciencia moderna. Todas las piedras y todas las series están vinculadas entre sí. Y buena prueba de ello es una serie que reflejaba los hemisferios oriental y occidental del Planeta, grabados en dos pesadas piedras circulares. Hemisferios donde apenas si se pueden reconocer los continentes que hoy habitamos. Hemisferios que constituían el globo terráqueo… hace millones de años.

Y en estas piedras de los viejos continentes hay varias desconcertantes sorpresas: allí aparecen grabados lo que parecen ser continentes hoy desaparecidos y que hemos dado en llamar Atlántida y Mu. Y en dichas masas continentales figuran las razas que los poblaron.

Pero la piedra más sorprendente de las encontradas es una en dos de las caras laterales de la roca se ven tres seres —idénticos en su fisonomía a los que aparecen en las restantes piedras grabadas— que portan catalejos y que miran hacia la parte superior de la piedra, en que pueden observarse estrellas, cometas, nebulosas, constelaciones y toda una serie de signos,

Parece que representan trece constelaciones, que incluyen las Pléyades y las doce constelaciones conocidas

Aquellos tres astrónomos observan la bóveda celeste, perfectamente grabada en la parte superior de la piedra. Y parece que para aquella civilización, las Pléyades tenían una importancia significativa.

Las Pléyades, según Isaac Asimov, es considerado como un pequeño cúmulo de estrellas de brillo moderado de la constelación de Tauro.

 Nueve de las estrellas del cúmulo son suficientemente brillantes como para poder ser observadas a simple vista, aunque algunas de ellas se encuentran muy juntas y es difícil distinguirlas por separado.

Este cúmulo ha sido denominado por la mitología las Siete Hermanas. Cuando en 1610 Galileo enfocó su telescopio hacia las Pléyades, comprobó que podía contar sin esfuerzo 36 estrellas.

Los astrónomos han estimado que la distancia media entre las estrellas del cúmulo de las Pléyades equivale sólo a un tercio de la separación interestelar media en las proximidades de nuestro sistema solar. 

Hoy se sabe que el grupo entero se encuentra a unos 400 años-luz de nosotros y que abarca una región del espacio de unos 70 años-luz de diámetro. 

Aún cuando las Pléyades son el cúmulo más grandioso de cuantos se pueden observar a simple vista, no constituyen sino una muestra sumamente pálida del espectáculo que se nos ofrece a través del telescopio.

Pero en el firmamento de esta gran piedra también está grabado nuestro Sistema Solar. En este grabado aquellos seres nos indican que eran capaces de observar el Cosmos 

Y por descontado que con simples catalejos habría sido imposible observar constelaciones que están tan alejadas de la Tierra. 

Esta civilización nos está señalando que tenían capacidades de visión telescópica y que podían dirigir sus aparatos de astronomía hacia aquellos lugares del Universo que desearan, escrutando así las maravillas del espacio.




Pero en esta fantástica piedra hay algo más. En muchas de las grabaciones se repiten unos símbolos que probablemente constituyen una clave para la lectura de estas piedras.

Esos símbolos, en una determinada posición, parece que significan vida inteligente, mientras que en otra posición indican que no hay vida inteligente. Pues bien, este elemento se encuentra también repartido aquí y allá, entre las distintas constelaciones y astros que han quedado grabados en esta bóveda celeste.

En efecto, unas diminutas hojas rayadas, así como unos extraños rombos y pequeños cuadrados aparecen grabados en las distintas figuras que representan las nebulosas y planetas. Parece que estos seres tenían conocimiento de la existencia de vida en el espacio exterior y que estaban observando si hay vida en el firmamento. Y si la interpretación de los símbolos es correcta, parece que en las Pléyades había vida inteligente.

Aquí hay que aclarar que la edad del terreno donde se han extraído estas piedras (Ocucaje y Nazca) pertenecen a una de las placas antiguas del planeta. Su antigüedad, por tanto, sería francamente difícil de precisar. Quizá entre 200 y 500 millones de años. Pero, ¿Quién puede saberlo realmente?

Según el doctor Cabrera, el descubridor de la biblioteca de piedra, parece que la edad en que vivió esta civilización que grabó las piedras podría ser contabilizada, más que por años, por ciclos solares. En el estudio de las piedras se pudo observar que esta civilización contaba el tiempo en meses de 28 días. Al multiplicar esos 28 días por 13 constelaciones se obtienen 364 días, que se supone era la duración del año en aquella época. O sea, que la Tierra empleaba en aquellos tiempos un total de 364 días para cubrir una vuelta completa en torno al Sol.

Pero, ¿por qué 364 días? ¿Y por qué nuestro mundo da hoy 365,25 días en completar esa misma órbita? Esta era la primera de las trascendentales pruebas que ofrece esta piedra sobre la antigüedad de la gente que la grabó. Nosotros llamamos año al tiempo que la Tierra necesita en dar una vuelta completa alrededor del Sol. Y según los más avanzados cálculos astronómicos, ese movimiento de traslación se cubre en 365 días más unas pocas horas.

Y, ¿a qué es debida esta diferencia entre el año de 364 días de aquella civilización y el nuestro de 365,25 días? Está demostrado que el Sol pierde materia.

Y está demostrado también que esa pérdida de materia, aunque mínima, tiene unos efectos concretos sobre los planetas que giran alrededor del astro rey. Al perder materia, la atracción ejercida por el Sol sobre los astros que se mueven en torno suyo es ligeramente menor. Esto provoca un alargamiento de la elipse que dibuja la Tierra en su órbita alrededor del Sol. ¿Y qué sucede cuando la elipse de la Tierra se alarga? Lógicamente, que el año también se alarga.

Entonces, ¿no será que ese día y esas horas de más nos están midiendo realmente el tiempo transcurrido entre el hombre que grabó estas piedras y nosotros? Si llevamos estos razonamientos a cifras matemáticas sabemos que cada 100 siglos se produce un segundo de diferencia. Según estos cálculos esta civilización habría existido hace 840 millones de años. Probablemente hay algún cálculo incorrecto, ya que esta antigüedad, incluso para los dinosaurios, parece excesiva.  Pero lo que si parece indicar es una antigüedad de muchos millones de años. 

Entre los signos que aparecen grabados en la bóveda celeste de la piedra se observa un corneta. Además del zodíaco, con trece constelaciones también figura nebulosa Cabeza de Caballo, denominada así por su semejanza con la cabeza de un caballo. Una nebulosa que la Astronomía califica como oscura y que se encuentra situada en las proximidades de una de las estrellas del cinturón de Orión. Y además de las constelaciones, del cometa ya citado, de los planetas y de la nebulosa Cabeza de Caballo había otros elementos. Y uno de ellos parecía un eclipse anular de Sol.

Y el 24 de diciembre de 1973 el cometa Kohoutek estuvo más cerca que nunca de la Tierra en su viaje por el cosmos. Y se registró igualmente el eclipse anular de Sol. La Luna se colocó durante unos segundos ante el disco solar, formando un majestuoso anillo.

Y Venus y Júpiter se situaron en la posición señalada por los astrónomos y por las grabaciones en aquella piedra de Ica.

Eran, pues, 13 elementos zodiacales, 2 planetas, la Luna, el Sol, la nebulosa Cabeza de Caballo y el cometa Kohoutek, coincidiendo con la más absoluta precisión. En total, 19 factores. Había que descartar, necesariamente, la coincidencia. Los seres que habían grabado aquella piedra habían tenido conocimiento de la existencia de este cometa.

Los astrónomos dijeron en un principio que el cometa Kohoutek tenía una órbita de 10.000 años. Poco después rectificaron y la incrementaron hasta los 40.000. Por último dejaron sentado que la órbita del Kohoutek era más bien parabólica y algunos astrónomos barajaron cifras de millones de años para su órbita.

Las piedras nos estaban cuantificando el tiempo transcurrido entre aquella civilización y la nuestra. Podemos percibirlo a través de la fauna ya extinguida, de los continentes que desaparecieron y por la propia diferencia de la morfología de aquellos hombres.

Pero, si hace tantos millones de años hubo otros seres humanos, ¿cuántas civilizaciones, todavía desconocidas y olvidadas, poblaron igualmente nuestro mundo entre el entonces y ahora?

Hay que reconocer que todo lo relacionado con la biblioteca de piedra de Ica parece realmente fantástico, aunque resulta difícilmente concebible que sean falsificaciones de los indígenas de la zona.

Lo que es cierto es que con métodos como el Carbono.14 es prácticamente imposible determinar la supuesta gran antigüedad de estas piedras. Las razones principales en favor de la fiabilidad de estas piedras lo constituyen los conocimientos que aportan y que parecen difíciles de imaginar en los indígenas de la zona y por el ingente trabajo que implicaría grabar estas miles de piedras y darles una patina de antigüedad. Pero cada uno es libre de decidir.
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