sábado, 4 de agosto de 2018

El Gobierno Secreto que dirige los Estados Unidos

En un libro que por fin se publica en francés, el profesor Peter Dale Scott recorre la historia del «Estado profundo» en Estados Unidos, o sea la estructura secreta que dirige la política exterior y la política de defensa de ese país más allá de las apariencias democráticas. 

Este estudio ofrece la ocasión de poner bajo los reflectores al grupo que organizó los atentados del 11 de septiembre y que se financia a través del tráfico mundial de droga. Se trata de un libro de referencia cuya lectura aconsejan ya las academias militares y diplomáticas.

Entrevista realizada por Maxime Chaix y Anthony Spaggiari, quiénes son los traductores del libro «La Route vers le Nouveau Desordre Mondial» (que se puede traducir al castellano como: La Ruta que lleva al Nuevo Desorden Mundial) y que viene a ser publicado en francés.

Red Voltaire: Profesor Scott, sabiendo que su trabajo no dispone aún de la notoriedad que debería tener el mundo francófono, ¿pudiera usted comenzar proporcionándonos una definición de qué es la «la Política profunda» (Deep Politics) y explicándonos la diferencia entre lo que usted llama el «Estado profundo» y el «Estado público»?





Peter Dale Scott: La expresión «Estado profundo» viene de Turquía.

Hubo que inventarla en 1996, después del accidente de un auto Mercedes que rodaba a toda velocidad y cuyos pasajeros eran un miembro del parlamento, una reina de belleza, un importante capitán de la policía local y el principal traficante de droga de Turquía, quien dirigía además una organización paramilitar - los Lobos Grises - que asesinaba gente.

Se hizo entonces evidente que existía en Turquía una relación secreta entre la policía - que oficialmente estaba buscando al hombre que finalmente se encontraba en aquel auto con un jefe de la policía - y aquellos individuos, que cometían crímenes en nombre del Estado.

El Estado para el que se cometen crímenes no es un Estado que puede mostrar su propia mano al público. Es un Estado escondido, una estructura secreta.

En Turquía lo llamaron el «Estado profundo» [1], y yo mismo venía hablando desde hace tiempo de «Política profunda», así que utilicé esa expresión en mi libro «La Route vers le Nouveau Désordre Mondial» (El Camino hacia el Nuevo Desorden Mundial).

Yo definí la política profunda como el conjunto de prácticas y de disposiciones políticas, intencionales o no, habitualmente criticadas o no mencionadas en el discurso público, además de no reconocidas.

O sea que la expresión «Estado profundo» - concebida en Turquía - no es cosa mía.

Se refiere a un gobierno paralelo secreto organizado por los aparatos militares y de inteligencia, financiado por la droga, que se implica en acciones de violencia de carácter ilícito para proteger el estatus y los intereses del ejército de las amenazas que representan los intelectuales, los religiosos y en ocasiones el gobierno constitucional.

En en libro La Route vers le Nouveau Désordre Mondial, yo adapto un poco esa expresión para referirme a la más amplia conexión que existe, en Estados Unidos, entre el Estado público constitucionalmente establecido, por un lado, y las fuerzas profundas que se mueven en segundo plano de ese Estado: las fuerzas de la riqueza, del poder y de la violencia que están fuera del gobierno.

Esa conexión podríamos llamarla la «puerta trasera» del Estado público, [puerta] que sirve de acceso a fuerzas oscuras situadas fuera del marco legal.

La analogía con Turquía no es perfecta ya que lo que actualmente hemos podido observar en Estados Unidos no es tanto una estructura paralela si no más bien una amplia zona o ambiente de contactos entre el Estado público y fuerzas oscuras invisibles.

Pero esa conexión es considerable, y se necesita una apelación como «Estado profundo» para describirla.

Red Voltaire: Usted escribió su libro, La Route vers le Nouveau Désordre Mondial, en momentos en que el régimen de Bush se hallaba en el poder y después lo reactualizó con vistas a la traducción al francés.

¿Piensa usted que el Estado profundo se ha debilitado, lo cual favorecería al Estado público, como resultado de la elección de Barack Obama? ¿O, por el contrario, se ha reforzado con la crisis y con la actual administración?

Peter Dale Scott: Después de 2 años de presidencia de Obama, tengo que llegar tristemente a la conclusión que la influencia del Estado profundo, o más exactamente de lo que yo llamo en mi último libro «La Máquina de Guerra estadounidense» (American War Machine), ha seguido extendiéndose, como lo ha hecho bajo cada presidente de Estados Unidos desde la época de Kennedy.

Un importante síntoma de ello es la manera en que Obama, a pesar de su retórica de campaña, ha seguido ampliando el campo de aplicación del secreto dentro del gobierno de Estados Unidos y como ha seguido castigando a quienes lanzan llamados de alerta:

su campaña contra WikiLeaks y contra Julian Assange, quien ni siquiera ha sido inculpado aún por el menor crimen, no tiene precedentes en la historia de Estados Unidos.

Yo sospecho que el miedo a la publicidad que se percibe en Washington viene de que existe la conciencia de que las políticas de guerra de Estados Unidos están cada vez más desvinculadas de la realidad.

En Afganistán, Obama parece haber capitulado ante los esfuerzos del general Petraeus y de otros generales que querían garantizar que las tropas estadounidenses no comenzaran a retirarse de las zonas de combates en 2011, como había adelantado Obama cuando autorizó un aumento del número de soldados en 2009.

El último libro de Bob Woodward, que se titula Obama’s Wars (Las guerras de Obama), reporta que durante aquel largo combate que se produjo dentro de la administración para determinar si había que decidir una escalada militar en Afganistán, Leon Panetta, el director de la CIA, le aconsejó a Obama que,

«ningún presidente democrático puede ir en contra de los consejos del ejército… Así que hágalo. Haga lo que ellos le dicen.»

Obama dijo recientemente a soldados estadounidenses en Afganistán:

«Ustedes cumplen sus objetivos, ustedes tendrán éxito en su misión».

Este eco de testimonios anteriores - tontamente optimistas - de Petraeus muestra por qué no se hizo en la Casa Blanca una evaluación realista del desarrollo de la guerra en diciembre de 2010, a pesar del mandato recibido inicialmente.

Al igual que Lyndon Johnson antes que él, el presidente está atrapado ahora en un cenagal que no se atreve a perder, y que amenaza con extenderse a Pakistán así como a Yemen, si no más lejos aún.

Yo sospecho que las fuerzas profundas que dominan los dos partidos políticos son ahora tan poderosas, tan coincidentes, y por sobre todo están tan interesadas en las ganancias que la guerra genera, que un presidente está más lejos que nunca de oponerse a ese poder, ni siquiera ahora cuando se hace cada vez más evidente que la era de dominación mundial de Estados Unidos, al igual que sucedió en su tiempo con la de Gran Bretaña, está a punto de terminar.





En ese contexto, Obama - sin debate ni revisión - ha prolongado el estado de urgencia interna proclamado después del 11 de Septiembre, con las drásticas limitaciones de los derechos civiles que ello implica.

Por ejemplo, en septiembre de 2010 el FBI tomó por asalto las oficinas de pacíficos defensores de los derechos humanos en Minneapolis y en Chicago basándose en una decisión reciente de la Corte Suprema según la cual la libertad de expresión y el activismo no violentos reconocidos en la Primera Enmienda se convierten en crímenes si están «coordinados con» o «bajo la dirección» de un grupo extranjero designado como «terrorista».

Es importante señalar que en 9 años el Congreso no se ha reunido ni una sola vez para discutir el estado de urgencia decretado por George W. Bush después del 11 de septiembre, estado de urgencia que por lo tanto permanece en vigor hoy en día.

En 2009, el ex congresista Dan Hamburg y yo lanzamos una exhortación pública al presidente Obama para que pusiera fin al estado de urgencia y llamamos al Congreso a que realizara las audiencias que su responsabilidad requiere. Pero el 10 de septiembre de 2009, Obama, sin la menor discusión, prolongó nuevamente el estado de urgencia del 11 de septiembre y lo hizo de nuevo al año siguiente.

Mientras tanto, el Congreso ha seguido ignorando las obligaciones que le impone su propio estatuto.

Un congresista explicó a uno de sus electores que lo previsto en la National Emergencies Act se ha hecho inoperante por causa de la COG (Continuity of Government - Continuidad del Gobierno), un programa ultra-secreto destinado a organizar la dirección del Estado en caso de situación de urgencia nacional.

El programa de la COG fue parcialmente aplicado el 11 de septiembre por Dick Cheney, uno de los principales arquitectos de ese programa desarrollado dentro de un comité que opera fuera del gobierno regular desde 1981 (ver a continuación más detalles sobre la COG).

De ser cierto que las disposiciones de la National Emergencies Act se han hecho inoperantes por causa de la COG, ello indicaría que el sistema constitucional de contrapoderes ya no se aplica en Estados Unidos, y que los decretos secretos predominan ahora sobre la legislación pública.

Red Voltaire: En ese contexto, ¿por qué el Congreso de Estados Unidos no desempeña su papel en la limitación de los poderes secretos que se instauró después del Watergate?

¿Qué consecuencias tuvieron entonces la expulsión de Nixon y el fortalecimiento de la supervisión del Congreso sobre las operaciones secretas de los servicios de inteligencia estadounidenses?

Nacido en Montreal en 1929, Peter Dale Scott es un ex-diplomático,
 poeta y autor canadiense.Es también profesor emérito de Literatura Inglesa en la Universidad de Berkeley, estado de California.Es conocido por sus posiciones contra la guerra y por sus críticas sobre la política exterior de Estados Unidos.
Peter Dale Scott es además un autor y analista político reconocido tanto por la crítica como por sus colegas,
entre los que se encuentra su amigo Daniel Ellsberg, reconocido a su vez como «el hombre que hizo caer a Nixon».
Peter Dale Scott: La estrategia de Nixon para Vietnam consistió en tratar de obtener el apoyo del bando opuesto llegando a acuerdos estratégicos tanto con la Unión Soviética como con China.

Esto encontró una violenta oposición tanto de parte de los «halcones» como de parte de las «palomas» en el seno de una nación profundamente dividida, y yo creo que los «halcones» provenientes tanto de la CIA como del Pentágono fueron partícipes de la crisis fabricada del Watergate, que dio lugar a la dimisión forzosa de Nixon.

Después del Watergate, las «palomas» del Congreso - al que se aplicó por entonces el sobrenombre de «McGovernite» - de 1974 implantaron cierto número de reformas en nombre de políticas más abiertas y públicas, aboliendo un estado de urgencia que se había mantenido desde la época de la guerra de Corea y estableciendo las restricciones jurídicas y legislativas sobre la CIA y sobre otros aspectos del gobierno secreto.

Esas reformas tuvieron como respuesta una movilización concertada tendiente a revertirlas y a restablecer el statu quo ante.

Aquel debate político implicaba la existencia, en el seno de la dirección del país, de un desacuerdo entre los llamados «negociantes» y los «prusianos» y la cuestión era saber si,después del fiasco de Vietnam, Estados Unidos debía esforzarse por volver a su anterior papel de nación prominentemente comerciante o si debía responder a la derrota de Vietnam con un aumento suplementario de sus fuerzas armadas.

Aquella lucha burocrática e ideológica fue a la vez una lucha por el control del Partido Republicano. Aquello terminó provocando la caída de Nixon y el gradual redireccionamiento - durante la presidencia de Ford - de la política exterior de Estados Unidos de coexistencia pacífica con la Unión Soviética hacia planes tendientes a debilitar y posteriormente a destruir - bajo la administración Reagan - lo que este último llamó «el Imperio del Mal».

Fue así como, en octubre de 1975, la implicación muy probable de Dick Cheney y de Donald Rumsfeld en la revolución palaciega que los historiadores designan con el nombre de «Masacre de Halloween» significó la derrota del republicanismo moderado de Nelson Rockefeller.

Aquello significó esencialmente la reorganización del equipo de Ford, preparando así el fin de la distensión.

Dick Cheney y Donald Rumsfeld, que por entonces dirigían el equipo de la Casa Blanca del presidente Gerald Ford, y controlaban el Departamento de Defensa, desempeñaron un papel decisivo en el triunfo final de los prusianos, al alejar a Henry Kissinger y nombrar como director de la CIA a George H.W. Bush, quien elaboró desde allí un nuevo estimado, más alarmista, de la amenaza soviética, dando así lugar a la correspondiente explosión de los presupuestos de defensa y al sabotaje de la política de distensión.

Desde entonces, hemos podido observar en la economía estadounidense una influencia cada vez más importante de lo que Dwight D. Eisenhower había llamado, en el histórico discurso de fin de mandato que pronunció el 17 de enero de 1961, el «complejo militar-industrial».

Hoy en día nos encontramos sometidos a un nuevo estado de urgencia ampliado, y la supervisión del Congreso sobre las operaciones secretas del Estado profundo de Estados Unidos se ha hecho casi inexistente.

Por ejemplo, la supervisión con mandato jurídico del Congreso sobre las operaciones secretas de la CIA se ha evitado con éxito gracias a la creación, en 1981, del Joint Special Operations Command (JSOC) en el Pentágono, al igual que la supervisión sobre las operaciones que dirigió el general Stanley McChrystal antes de su nombramiento como comandante de las tropas de la OTAN en Afganistán.

Red Voltaire: En su anterior respuesta usted mencionó brevemente el importante papel de George Bush padre en el sabotaje de la política de distensión que había implementado Kissinger. Fue sin embargo muy breve el periodo de Bush a la cabeza de la CIA.

¿El reemplazo de George H. W. Bush por el almirante Stanfield Turner, más moderado, a la cabeza de esa agencia incrementó el control de las operaciones secretas de los diferentes elementos del Estado profundo de Estados Unidos?

Peter Dale Scott: No, en lo absoluto.

Sucedió lo contrario ya que ciertos actores claves de lo que acabo de explicar, ya excluidos de la CIA como consecuencia de la nominación del almirante Turner, se buscaron una nueva «casa» trabajando para el llamado Safari Club.

El Safari Club era una organización secreta fuera de todo control que reunía a los directores de los servicios de inteligencia de numerosos países - como Francia, Egipto, Arabia Saudita e Irán. Estimulada esencialmente por el entonces director del espionaje francés, el difunto Alexandre de Marenches, aquella organización tenía como objetivo completar secretamente las acciones de la CIA mediante la realización de otras operaciones anticomunistas en África, Asia Central y Medio Oriente - operaciones que escapaban a todo control del Congreso estadounidense.

Después, en 1978, Zbigniew Brzezinski - que no era miembro del Safari Club - implementó una forma de escapar al control del almirante Turner mediante la creación de una unidad especial de la Casa Blanca con Robert Gates, el actual secretario de Defensa, que era por aquel entonces un joven agente operacional de la CIA.

Bajo la dirección de Brzezinski, oficiales de la CIA se aliaron a la agencia de inteligencia de Irán, la SAVAK, para enviar agentes islamistas a Afganistán, desestabilizando así aquel país de manera tal que aquello condujo a la invasión de Afganistán por parte de la Unión Soviética en 1980.

La siguiente década, que se caracterizó por la implicación secreta de la CIA en Afganistán, fue determinante en la transformación de aquel país en un vivero de cultivo de la amapola del opio, del tráfico de heroína y del islamismo yihadista.

Hay muy buenos libros sobre ese tema publicados hace algunos años - uno por Tim Weiner, el otro por John Prados. Pero, como se dirigieron a oficiales de la CIA que les mostraron sólo algunos documentos que acababan de ser desclasificados, esos autores no hablan de la droga en sus libros.

La conexión de los narcóticos es tan profunda que no se menciona en los documentos de la CIA que se han hecho públicos.

Pera la cooperación de la CIA, dirigida por William Casey desde 1981, con el banco de la droga llamado Bank of Credit and Commerce International (BCCI) estimuló la creación en Afganistán de una inmensa narco-economía, cuyas consecuencias desestabilizadoras ayudan a explicar por qué hay soldados de la OTAN, afganos y pakistaníes muriendo diariamente en esos lugares [2].

El BCCI fue un enorme banco de lavado de fondos provenientes de la droga. Corrompía, con sus presupuestos y sus recursos, a políticos de primer plano en el mundo entero… presidentes, primeros ministros…

Y una parte de ese dinero sucio - de eso no se habla mucho, pero es la realidad - llegaba a políticos en Estados Unidos, a políticos de los dos partidos, y esa es una de las principales razones que explican por qué nunca logramos que el Congreso abriera una investigación contra el BCCI. Hubo de hecho un informe del Senado, que fue publicado, firmado por un republicano, Hank Brown, y por un demócrata, John Kerry.

Y Brown felicitó a Kerry por haber tenido el coraje de escribir aquel informe cuando tantas personas de su partido estaban vinculadas al BCCI.





Este banco fue un factor primordial en la creación de conexiones con gente como Gulbuddin Hekmatyar, probablemente el principal traficante de heroína del mundo entero en los años 1980. Se convirtió [Hekmatyar] en el principal beneficiario de la generosidad de la CIA, que se completó con una suma similar de dinero proveniente de Arabia Saudita.

¡Hay algo terriblemente nefasto en este tipo de situación!

Nacido en Montreal en 1929, Peter Dale Scott es un ex-diplomático, poeta y autor canadiense.

Es también profesor emérito de Literatura Inglesa en la Universidad de Berkeley, estado de California.

Es conocido por sus posiciones contra la guerra y por sus críticas sobre la política exterior de Estados Unidos.

Peter Dale Scott es además un autor y analista político reconocido tanto por la crítica como por sus colegas,

entre los que se encuentra su amigo Daniel Ellsberg, reconocido a su vez como «el hombre que hizo caer a Nixon».

Red Voltaire: En 1976, Jimmy Carter fue electo en base a un programa de reducción de los gastos militares y de distensión con la Unión Soviética, lo que en realidad no se concretó en los 4 años de su mandato.

¿Puede usted explicarnos por qué? ¿Será que su consejero de Seguridad Nacional, Zbigniew Brzezinski - a quien usted mencionó en su anterior respuesta - desempeñó algún papel en aquella política exterior, sensiblemente más agresiva que lo que se esperaba?

Peter Dale Scott: Los medios de difusión presentaban a Carter como un candidato populista, como un granjero sureño cultivador de maní.

Pero la realidad profunda era que Carter había sido preparado para la presidencia por Wall Street, particularmente por la Comisión Trilateral, financiada a su vez por David Rockefeller y dirigida por Zbigniew Brzezinski.

Brzezinski, un polaco furiosamente antisoviético, se convirtió entonces en el consejero de Seguridad Nacional de Carter. Y desde el principio de aquel mandato [Brzezinski] interfirió continuamente al secretario de Estado Cyrus Vance para mantener una política una política exterior más vigorosamente antisoviética. En ese aspecto, Brzezinski actuó en contra de los objetivos planteados de la Comisión Trilateral, de la que el presidente Carter había sido miembro.

La idea subyacente de la Comisión Trilateral era una imagen más bien atrayente de un mundo multipolar en el que Estados Unidos hubiese desempeñado un papel de mediador entre el Segundo Mundo, o sea el bloque soviético, y el Tercer Mundo, que era lo que en aquel momento se designaba como los países subdesarrollados o menos desarrollados…

Entre paréntesis, yo detesto esa expresión, porque viví en Tailandia y, en ciertos aspectos, ¡ellos están mucho más desarrollados que nosotros!

En resumen, al ser electo, Carter nombro como secretario de Estado a un verdadero trilateralista, Cyrus Vance, y tenía como consejero de Seguridad Nacional a Zbigniew Brzezinski, quien estaba decidido a utilizar el Estado profundo para hacerle a la Unión Soviética tanto daño como le fuera posible.

Y la mayor parte de lo que se interpretó como los «éxitos» del régimen de Reagan claramente se inició en la época de Brzezinski.

Fue una renuncia total de aquello a lo que se había comprometido la Comisión Trilateral. El pobre Carter fue electo porque había prometido cortes en el presupuesto de Defensa y, antes de su salida [de la Casa Blanca], había metido al Departamento de Defensa en masivos aumentos presupuestarios que, una vez más, fueron asociados a Reagan aunque en realidad habían comenzado antes.

Por consiguiente, una masiva campaña tendiente a un aumento de los presupuestos de defensa - campaña discretamente realizada por ricos industriales del aparato militar que actuaban a través del Comité sobre el Peligro Presente - llevó la opinión pública estadounidense a fortalecer el esfuerzo de Brzezinski a favor de una presencia y de una política exterior estadounidenses más militantes, sobre todo en el Océano Índico.

Red Voltaire: Después de haber sido un hombre muy influyente con el presidente Gerald Ford, Dick Cheney - junto a su mentor Donald Rumsfeld y junto al vicepresidente George H. W. Bush - fue, a partir de la presidencia de Reagan, uno de los hombres claves del programa ultrasecreto de «Continuidad del Gobierno» (Continuity of Government, COG).

¿Puede usted explicarnos en qué consiste ese programa? ¿Ya se ha aplicado, aunque sea parcialmente?

Peter Dale Scott: Desde el comienzo de la presidencia de Reagan, en 1981, se creó un grupo secreto, fuera del gobierno regular, para trabajar sobre la llamada Continuidad del Gobierno («Continuity of Government» o COG) o, dicho de otra manera, en planes de la COG destinados a organizar la gestión del Estado en caso de urgencia nacional.

Ese programa era inicialmente una extensión de planes preexistentes destinados a responder a un ataque nuclear que decapitara la dirección de Estados Unidos. Pero, antes del fin del mandato de Reagan, su orden ejecutiva número 12686 de 1988 modificó los términos [de dichos planes] para que cubrieran cualquier tipo de urgencia.

La COG es otra de las cosas que se asocian a Reagan, pero aquellos planes en realidad comenzaron en la época de Carter, aunque es posible que este último nunca haya estado al corriente de ello.

En efecto, Carter creó la FEMA (Agencia Federal de Manejo de Situaciones de Urgencia - siglas en inglés), que históricamente siempre fue la estructura de planificación de la COG.

Lo que resulta bastante chocante es que aunque los planes de la COG son planes extremos, el Congreso no estaba al corriente de ellos en los años 1980. Sólo un pequeño grupo - en el que se encontraban Oliver North, Dick Cheney y Donald Rumsfeld - estaba encargado de trabajar en esos planes en virtud de una orden ejecutiva altamente secreta de Reagan emitida en 1981, como ya expliqué anteriormente.

La cuestión de la COG se mencionó públicamente por primera vez en 1987, durante las audiencias sobre el escándalo Irán-Contras, cuando un miembro del Congreso nombrado Jack Brooks le preguntó a Oliver North:

«Coronel North, en el marco de su trabajo en el Consejo de Seguridad Nacional, ¿no le asignaron a usted en un momento dado la planificación de la continuidad del gobierno en caso de un desastre de envergadura?»

Agregó el congresista Brooks:

«Yo estaba particularmente preocupado, señor presidente, porque leí en varios diarios de Miami y en algunos más que había un plan elaborado, por esta misma agencia, un plan de contingencia en caso de urgencia que suspendería la Constitución de los Estados Unidos. Aquello me inquietó mucho y me pregunté si era un aspecto en el cual había trabajado él. Yo creo que así es y quería tener esa confirmación.»

El senador Inouye, director de aquella comisión investigadora del Congreso, le respondió con un poco de nerviosismo:

«Con todo respeto, ¿puedo pedirle que no se toque ese tema en este momento? Si queremos abordarlo, estoy seguro que pueden hacerse arreglos para una sesión ejecutiva.»

Está claro que las preguntas del congresista Brooks eran sobre la «Continuidad del Gobierno», y aquellos arreglos para la realización de una sesión ejecutiva nunca tuvieron lugar.

Cheney y Rumsfeld - dos figuras claves del programa de la COG - siguieron participando en esos planes y ejercicios, muy onerosos, a lo largo de dos décadas sucesivas, incluso en momentos en que, hacia fines de los años 1990, los dos eran directores de empresas privadas que nada tenían que ver con el gobierno.

Se ha dicho que el nuevo blanco que sustituyó a la Unión Soviética fue el terrorismo, pero algunos periodistas han mencionado que desde principios de los años 1980 había importantes planes destinados a hacer frente al tipo de manifestaciones que, según la mentalidad de Oliver North y de otros como él, habían llevado a la derrota de Estados Unidos en Vietnam.





Nadie duda que los planes de la COG se hayan aplicado parcialmente durante el 11 de septiembre, paralelamente a un estado de urgencia proclamado oficialmente. Este último sigue aún en vigor al cabo de 9 años, a pesar de una ley posterior al Watergate que exige ya sea una aprobación o un cese de una urgencia nacional por parte del Congreso cada 6 meses.

Los planes de la COG son un secreto celosamente guardado, pero en los años 1980 hubo informes que señalan que esos planes implicaban medidas de vigilancia y detenciones sin mandato, así como una militarización permanente del gobierno. En cierta medida, esos cambios claramente se aplicaron después del 11 de septiembre.

No hay manera de determinar cuántos cambios constitucionales ocurridos desde del 11 de septiembre pueden tener su origen en la planificación de la COG.

Sabemos, sin embargo, que nuevas medidas de aplicación de la COG fueron instauradas nuevamente en 2007, cuando el presidente Bush emitió la National Security Presidential Directive 51 (Directiva Presidencial de Seguridad Nacionale, o NSPD-51/HSPD-20).

Esa directiva estipulaba lo que la FEMA posteriormente llamó «una nueva visión para garantizar la continuidad de nuestro gobierno», y fue seguida posteriormente por un nuevo National Continuity Policy Implementation Plan (Plan de Implementación de la Política de Continuidad Nacionale).

La NSPD-51 invalidó también la PDD 67, que era la directiva de la COG del decenio anterior elaborada por Richard Clarke, quien era por aquel entonces el «zar» del contraterrorismo en Estados Unidos desde la época de Clinton.

En fin, la NSPD-51 hizo referencia a nuevos «anexos clasificados sobre la continuidad», señalando que deben,

«ser protegidos contra toda divulgación no autorizada».

Bajo la presión de algunos de sus electores que se habían movilizado a favor de la apertura de una verdadera investigación sobre el 11 de septiembre, el congresista Peter DeFazio, miembro de la Comisión sobre la Seguridad Interior, presentó dos pedidos para consultar esos anexos.

Su primer pedido fue rechazado. DeFazio presentó entonces un segundo pedido, mediante una carta firmada por el presidente de su Comisión.

El pedido fue rechazado de nuevo. Una vez más, como ya dije en mi respuesta a la segunda pregunta de esta entrevista, esto parece indicar que el sistema constitucional de contrapoderes ya no se aplica en Estados Unidos y que los decretos secretos están ahora por encima de la legislación pública.

Red Voltaire: En La Route vers le Nouveau Désordre Mondial, usted afirma que la Comisión Nacional Investigadora sobre el 11 de septiembre - cuyos miembros fueron nombrados por el gabinete de George W. Bush y cuyo Informe Final fue redactado por el equipo del director ejecutivo Philip Zelikov - incurrió en repetidos engaños sobre el tema del 11 de septiembre, sobre todo en lo tocante a las actividades de Dick Cheney en aquella mañana.

¿Puede usted explicar a nuestros lectores ese aspecto en particular?

Peter Dale Scott: Inicialmente, George W. Bush se resistió a toda investigación sobre el 11 de Septiembre, hasta que el Congreso impuso una Comisión Investigadora, en respuesta a una eficaz campaña de las familias de las victimas [3] Thomas Kean y Lee Hamilton, los dos directores de la Comisión, prometieron públicamente guiarse por las preguntas sin respuestas de las familias de las víctimas, como por ejemplo:

saber quiénes eran realmente los presuntos secuestradores de los aviones

cómo fue que se derrumbaron 3 edificios del World Trade Center, cuando uno de ellos ni siquiera llegó a recibir el impacto de un avión

Finalmente, esas preguntas, al igual que otras muchas interrogantes, ni siquiera llegaron a mencionarse.

Asimismo, la Comisión recogió gran cantidad de testimonios contradictorios y, en muchas ocasiones, reescribió ciertos relatos. Bajo la estrecha supervisión de Philip Zelikow, el director de aquella Comisión quien por mucho tiempo había sido empleado del gobierno en cuestiones de seguridad nacional, el Informe de la Comisión sobre el 11 de Septiembre ignoró ciertas contradicciones y corrigió otras de una forma que fue cuestionada por numerosos críticos.

El Informe atribuyó la ausencia de respuestas [de la defensa estadounidense] de aquel día a un caos y a una ruptura sistémica, ignorando así otros testimonios de Cheney, según los cuales él desempeñó aquel día un papel preponderante.

La Comisión ignoró igualmente importantes contradicciones y dudas sobre el testimonio que había prestado Cheney. Un tema crucial que la Comisión no investigó de manera explícita fue la aplicación de los planes de la COG [durante los hechos] el 11 de septiembre (p.555, nota 9).

Tampoco mencionó la comisión de estudios sobre el terrorismo de Cheney - reunida por decreto de Bush en mayo de 2001 - que fue citada como fuente de origen de una orden del Comité de Jefes del Estado Mayor Conjunto [el JCS, según sus siglas en inglés] que databa del 1º de junio de 2001.

Aquella orden modificó [u obstaculizó, haciéndolas inoperantes] las condiciones de intercepción de los aviones secuestrados por parte de la fuerzas aérea.

Para lograr su recuento restringido sobre la responsabilidad de Cheney [en lo sucedido] aquel día, la Comisión también restó importancia - y de manera flagrante - a varios recuentos de testigos oculares [que estaban] en completo desacuerdo con la cronología de la propia Comisión, particularmente los del director del contraterrorismo Richard Clarke y del secretario de Transportes Norman Norman Mineta.

Red Voltaire: Gran parte de La Route vers le Nouveau Désordre Mondial - un libro verdaderamente muy rico debido a la cantidad e importancia de los temas que aborda - trata sobre la geopolítica del petróleo, de la droga y del armamento y la manera como el Estado profundo estadounidense la maneja en Asia Central y en el Medio Oriente desde la época del presidente Carter.

Sabiendo que la «guerra contra el terrorismo» perdura y se extiende hoy en más de 60 países - principalmente a través de operaciones secretas–, ¿cuáles son en su opinión los verdaderos orígenes y objetivos de esta?

Peter Dale Scott: Al principio de la «guerra contra el terrorismo» estaba muy claro que los consejeros estratégicos de los dos partidos, al igual que los grupos de reflexión (think tanks, en español tanques pensantes, son centros o institutos de propaganda y/o difusión de ideas políticas ) como el Council on Foreign Relations, estaban preocupados por la necesidad que según ellos tenía Estados Unidos de preservar su dominio histórico sobre los mercados petroleros mundiales.

Produjeron documentos que apoyaban la idea de un incremento de la fuerza militar de Estados Unidos en la región del Golfo Pérsico, así como la idea de adoptar planes militares destinados, en particular, a ocuparse de Sadam Husein.

Hoy en día, la «guerra contra el terrorismo» ha seguido extendiéndose, y nos dicen que los militantes salafistas se han desplazado - como era de esperar - hacia nuevas regiones del mundo, sobre todo hacia Somalia y Yemen, para preparar sus represalias.

La «guerra contra el terrorismo» se ha convertido por lo tanto en un ensayo para la actual doctrina estratégica de Estados Unidos tendiente a implantar un «dominio total» [«Full-spectrum dominance»], como fue definida en el importante informe del Pentágono titulado Joint Vision 2020, llamando entonces a garantizar,

«la capacidad de las fuerzas estadounidenses, operando solas o con el apoyo de los aliados, para derrotar a cualquier enemigo y controlar cualquier situación mediante la gama de operaciones militares [disponibles]».

Desde la Segunda Guerra Mundial cada una de esas escaladas ha sido conducida por un lobby de la Defensa financiado originalmente por el complejo militar-industrial y actualmente por media docena de fundaciones de derecha que disponen de fondos ilimitados.

Con el tiempo, su personal ha ido emigrando de grupo en grupo - el American Security Council, el Comité sobre el Peligro Presente, el Proyecto para el Nuevo Siglo Americano y, actualmente, el Center for Security Policy (CSP).[4]

Pero sus objetivos han ido ampliándose con el paso de los años yendo así de maximizar la presencia estadounidense hasta restringir las libertades individuales para impedir la reaparición de cualquier tipo de movimiento antiguerra en Estados Unidos. Yo abordo la expansión de esta facción del sector de la defensa en mi más reciente libro, American War Machine.

Esa agenda incluye cada vez más el maccarthysmo, por no decir el fascismo. Cierto número de grupos están alimentando una histeria islamófoba que recuerda la histeria anticomunista de los años 1950, llamando a una guerra aparentemente sin fin contra el Islam.

Por ejemplo, el CSP [Centro para la Política de Seguridad, siglas en inglés. Ndt.] publicó recientemente un documento titulado Shariah, The Threat to America [5], en el que proclama que la sharia es «la amenaza totalitaria de nuestra época», con advertencias alarmistas sobre una «yihad infiltrada» y una «yihad demográfica».

Red Voltaire: Esa «guerra contra el terrorismo», cuyos verdaderos fundamentos y objetivos están lejos de ser expuestos explícitamente por los gobiernos de los países miembros de la OTAN, comenzó en Afganistán, en 2001.





En ese Estado, poderosos señores de la guerra aliados a Estados Unidos en los años 1980 - en la época en que los muyahidines combatían a las tropas soviéticas - son actualmente destacados actores del conflicto en «AfPak», la entidad geopolítica que abarca Afganistán y Pakistán.

Tomemos como ejemplo simbólico el caso de Gulbuddin Hekmatyar. La opinión pública de los diferentes países de la OTAN no parece darse realmente cuenta de quién es este señor Hekmatyar.

¿Puede usted proporcionarnos información sobre él? En su opinión, ¿cómo simboliza [Hekmatyar] el peligro que representa una política exterior estadounidense que, por falta de control legislativo y de visibilidad pública, ha provocado la explosión del tráfico de droga a nivel global?

Peter Dale Scott: Al disponer de pocos agentes leales en Afganistán, Estados Unidos decidió realizar su Operación Ciclón a través de los que estaban a la disposición de la Inter-Services Intelligence (ISI, los servicios secretos pakistaníes).

Pakistán, temiendo a su vez a los reclamos de los verdaderos nacionalistas afganos que reivindican sus propios territorios fronterizos, dirigió el volumen de las ayudas provenientes de Estados Unidos y de Arabia Saudita hacia dos extremistas cuya base de apoyo en Afganistán era muy restringida:

Abdul Rasul Sayyaf

Gulbuddin Hekmatyar

Este último, miembro de la etnia pashtún y de la tribu Ghilzai, originario de norte no pashtún, fue entrenado inicialmente para la resistencia violenta bajo la dirección de los pakistaníes. Fue al parecer el único líder afgano que reconoció explícitamente la línea Durand que define la frontera entre Afganistán y Pakistán.

Para compensar el apoyo que no tenían entre la población local, Sayyaf y Hekmatyar cultivaron y exportaron opiáceos de forma masiva en los años 1980, también con apoyo del ISI.

Fue por esa misma razón que los dos colaboraron con los muyahidines extranjeros - o sea, con los iniciadores de lo que hoy se ha dado en llamar al-Qaeda - que por entonces afluían hacia Afganistán, y Hekmatyar en particular parece haber desarrollado una estrecha relación con Osama Ben Laden. Aquella afluencia de fundamentalistas wahabitas y deobanditas trajo como importante consecuencia el debilitamiento de la versión tradicional sufista del Islam local.

Durante la campaña antisoviética, las fuerzas de Hekmatyar mataron cierta cantidad de personas que apoyaban a Ahmed Shah Masud, la principal amenaza para los planes de Hekmatyar - planes que contaban además con el apoyo del ISI - que consistían en dominar el Afganistán postsoviético.

Después de la retirada de estos últimos, la CIA - actuando en contra de las recomendaciones del Departamento de Estado - utilizó también a Hekmatyar para impedir la constitución de un gobierno de reconciliación nacional, lo cual condujo a una guerra civil que provocó la muerte de miles de personas en los años 1990.

Desde la invasión de Estados Unidos contra Afganistán en 2001, Hekmatyar ha dirigido su propia facción de combatientes para obtener una retirada de las tropas de la OTAN, aunque parece más abierto que los talibanes en cuanto a integrarse a un gobierno de coalición dirigido por el actual presidente Hamid Karzai.

En Washington, importantes funcionarios de la defensa - como Michael Vickers - todavía se refieren a la Operación Ciclón como «la acción clandestina más exitosa» en la historia de la CIA.

No parecen preocupados por el hecho que ese programa de la CIA haya contribuido a generar y a desencadenar algo como al-Qaeda - la nueva justificación postsoviética para los aumentos sin precedentes de los presupuestos de defensa - ni tampoco por haber conferido a Afganistán su actual papel de principal fuente mundial de heroína y hachís.

Red Voltaire: En conclusión, ante la situación financiera, económica, política, social e incluso moral existente en Estados Unidos, así como en numerosos países a través del mundo, ¿tiene usted confianza en el futuro?

¿Ve usted indicios estimulantes de una mayor influencia de lo que usted llama la «voluntad prevaleciente de los pueblos» en la toma de decisiones políticas, un proceso que es hoy por hoy más oligárquico que nunca?

Peter Dale Scott: Se dice que deberíamos ver cada crisis como una oportunidad.

La crisis de Estados Unidos, que es también la del mundo, pudiera ser ciertamente la ocasión de introducir reformas de gran envergadura en los procesos del capitalismo de mercado que engendraron diferencias tan grandes entre los muy ricos y los muy pobres. Desgraciadamente, debido a esos procesos, las políticas tradicionales y los métodos de movilización se han hecho más ineficaces aún de lo que ya eran anteriormente.

En mi libro «La Route vers le Nouveau Désordre Mondial», yo defiendo el hecho que importantes cambios sociales son posibles cuando la opresión da lugar a la formación de una opinión pública unida - o de lo que yo llamo «la voluntad prevaleciente de los pueblos» - en oposición a esa opresión.

Hago referencia a ejemplos como el movimiento por los derechos cívicos en el sur de Estados Unidos, o el movimiento polaco Solidarnosc.

Desarrollos tecnológicos como Internet han facilitado más que nunca la unión de las personas, tanto a nivel nacional como a nivel internacional. Pero la tecnología ha perfeccionado también los instrumentos autoritarios de vigilancia y represión, haciendo la movilización activista más difícil que antes.



Por consiguiente, el futuro es muy incierto. Pudiera decirse que el sistema global actual está más inestable que nunca y que es posible que algún tipo de prueba de fuerza logre cambiarlo.

En todo caso, yo estoy convencido de que estamos viviendo un periodo particularmente estimulante. La juventud debe continuar uniéndose como siempre lo ha hecho a movimientos que aspiran al cambio social, y a crear nuevos espacios propicios al intercambio global.

Y, por sobre todo, no hay ninguna excusa para la desesperación.

Red Voltaire: Le agradecemos sus esclarecedoras respuestas, profesor Scott. Le deseamos que su primer libro traducido al francés encuentre entre el público francófono el gran éxito que merece.

Notas

[1] «Los Ejércitos Secretos de la OTAN» (I), por Danièle Ganser, 2007.
[2] «El Opio, la CIA y la administración Karzai», por Peter Dale Scott, Red Voltaire, 10 décembre 2010.
[3] Ver el documental Press for Truth - En Busca de La Verdad.
[4] Os Senhores da Guerra, por Thierry Meyssan, ediciones Frenesi (Lisboa), 2002. Versión francesa simplificada: «Los Manipuladores de Washington», red Voltaire, 13 de noviembre 2002.
[5] «Le Center for Security Policy relance la guerre des civilisations», Réseau Voltaire, 5 janvier 2011.

por Red Voltaire


Reflexiones y Adventencias - Una Entrevista con Aaron Russo
Subtitulado en Español
February 2007
Russo habla en concreto sobre una discusión mantenida entre Nicholas Rockfeller (curiosamente ausente en Wikipedia pero miembro del Council on Foreign Relations, abogado de empresa californiana y apóstol del verichip) y él mismo, 11 meses ANTES de los atentados del 11 de Septiembre de 2001, explicando, entre otras cosas, los propósitos que tenía Rockfeller.

Aaron Russo murió el 21 de Agosto del 2007 de una larga enfermedad (cáncer de vejiga),
6 meses después de realizar esta entrevista.
Es un testimonio directo de una persona con responsabilidad política y que da que pensar.

Las Ruinas Bajo el Agua mas fascinantes del Mundo



Éstas son algunas de las ruinas bajo el agua más fascinantes del mundo.

Entre los descubrimientos arqueológicos más interesantes realizados en la India en los últimos años, están las descubiertas en la costa de Dwaraka y Bet Dwaraka en Gujarat. Las excavaciones han estado ocurriendo desde 1983. Estos dos lugares están a 30 Km. de distancia el uno del otro.




Dwaraka se encuentra en la costa del mar Arábigo, y Bet Dwaraka se encuentra en el Golfo de Kutch. Ambos lugares están conectados con el dios Krishna y existen muchos templos aquí, en su mayoría pertenecientes a la época medieval.

Dwaraka

Considerada como una de las siete ciudades más antiguas del país, la ciudad legendaria de Dwaraka fue la morada del Señor Krishna.


Se cree que debido a los daños y la destrucción por el mar, Dwaraka ha sido sumergida en seis ocasiones y hoy en día Dwaraka es la 7ª ciudad que es construida en la zona.

Los arqueólogos estaban deseosos de averiguar si hay aun restos todavía más antiguos en la costa de estos lugares.

Los Templos sumergidos de Mahabalipuram (India)

De acuerdo a la creencia popular, el famoso templo de la orilla en Mahabalipuram no era único, pero el último de una serie de siete templos, de los cuales seis se habían sumergido. Nuevos hallazgos sugieren que puede haber algo de verdad en la historia.

Resultado de imagen de Templos sumergidos de Mahabalipuram

Un gran descubrimiento de unas ruinas sumergidas se hizo en abril del 2002, en la costa de Mahabalipuram, en Tamil Nadu, sur de la India. El descubrimiento, a una profundidad de 5 a 7 metros (15 a 21 pies) fue realizado por un equipo conjunto de la sociedad basada en Dorset Exploración Científica (SES) y los arqueólogos marinos de la India Nacional del Instituto de Oceanografía (NIO).

Las investigaciones realizadas en cada uno de los lugares reveló mampostería de piedra, restos de murallas, restos de rocas excavadas en forma cuadrada, diseminados bloques de piedra cuadrada y rectangular, y una gran plataforma con escalones que conducen a él.

Todos estos yacían en medio de las formaciones geológicas que ocurren a nivel local de las rocas. Se hace evidente que algunas de estas estructuras de piedra megoliticas son muy antiguas.

Cuartos Reales de Cleopatra

En las costas de Alejandría, la ciudad de Alejandro Magno, se encuentra lo que se cree que son las ruinas de los Cuartos Reales de Cleopatra.


Un equipo de arqueólogos marinos, dirigido por el francés Franck Goddio, ha hecho excavaciones en esta antigua ciudad, desde donde Cleopatra, la última reina de los Ptolomeos, gobernó Egipto.

Los historiadores creen que este sitio fue sumergido por terremotos y maremotos hace más de 1,600 años, y ahora los buzos están explorando las ruinas sumergidas.




El equipo internacional está excavando cuidadosamente uno de los sitios arqueológicos más ricos bajo el agua en el mundo, y han estado recuperando artefactos impresionantes de la última dinastía que gobernó sobre el antiguo Egipto antes de que el Imperio Romano se anexara en el año 30 aC.

Usando tecnología avanzada, el equipo está estudiando los Cuartos Reales de la antigua Alejandría, en el fondo recubierto por debajo de los sedimentos del puerto, y han confirmado la exactitud de las descripciones de la ciudad dejada por los geógrafos e historiadores griegos hace más de 2,000 años.

Desde principios de 1990, los levantamientos topográficos han permitido que el equipo, dirigido por el arqueólogo submarino francés Franck Goddio, puedan conquistar la visibilidad extremadamente pobre del puerto y excavar por debajo del lecho marino.

Ellos están descubriendo todo, desde monedas y objetos de uso cotidiano, hasta las estatuas colosales de granito de los gobernantes de Egipto y los templos hundidos dedicados a sus dioses.

Muchos de los sitios arqueológicos han sido destruidos por el hombre, ya sean cortes en las estatuas, o rotos en pedazos.

Los Cuartos Reales de Alejandría - puertos, islas llenas de templos, palacios y puestos militares - simplemente se deslizaron en el mar después de los terremotos catastróficos en los siglos cuatro y ocho.

El equipo de Goddio encontró en 1996, muchos de sus tesoros completamente intactos, envueltos en sedimentos protegiéndolos del agua salada.

"Es como cuando se hundió", dijo Ashraf Abdel-Raouf de Egipto del Consejo Supremo de Antigüedades en el equipo.

Yonaguni

Situado a 68 millas más allá de la costa este de Taiwán, las Islas Yonaguni son un lugar notable por sus costas escarpadas y montañosas.


La atracción especial son las ruinas sumergidas localizadas en la costa sur de Yonaguni: un magnífico artefacto de placas de roca sólida de 100×50×25 metros, hecho por el hombre. Se estima que es más de 10,000 años antiguo, lo que es muy temprano para el tipo de tecnología que se ha utilizado para tallar la misma.

Existen diferentes teorías sobre la posible identidad de esta estructura.

Marcas de herramienta y tallas se han descubierto en las piedras (y documentadas), que indican que fueron construidas y no simples estructuras de piedra natural. Es interesante notar que una serie de herramientas se han descubierto tanto en tierra como en el mar alrededor de las estructuras.

Cerca de la estructura de la pirámide, se ha descubierto lo que se piensa que es la talla de una cabeza humana (de varios metros de altura), junto con numerosos jeroglíficos desconocidos.




The Japan Times informó la siguiente historia, lo que añade mas intriga al hallazgo:

"En Okinawa folk-ley, hay cuentos de los dioses tradicionales, y una tierra de los Dioses llamada Nirai Kanai, una tierra desconocida lejos de donde se trae la felicidad."

La leyenda del Lago Titicaca

Cada versión de cada leyenda de los Andes apunta al lago Titicaca cuando habla del Comienzo -el lugar donde el gran dios Viracocha realizó sus hazañas creadoras, donde la humanidad reapareció después del Diluvio, donde a los antepasados de los incas se les concedió la varita mágica de oro con la que fundarían la civilización andina.

Si esto fuera ficción, no vendría apoyado por los hechos; pues a orillas del lago Titicaca se encuentra la primera y más grande de las ciudades que en todas las Américas se hubieran levantado.

Su extensión, el tamaño de sus monolitos, las intrincadas tallas en sus monumentos y sus estatuas han sorprendido a todos los que han visto Tiahuanacu (que es como se le llamó a este lugar), desde que el primer cronista se lo describió a los europeos.

Todos se han preguntado también quién construyó esta singular ciudad y cómo, y se han quedado anonadados ante su incalculable antigüedad.

 Y, sin embargo, el mayor de todos sus enigmas es su misma ubicación: un lugar árido, casi sin vida, a casi 4.000 metros -¡cuatro kilómetros!- de altitud, entre los picos andinos más altos, que están permanentemente cubiertos de nieve. 

¿Quién hubiera hecho tan increíble esfuerzo por erigir unos colosales edificios, con una piedra que hubo que extraer y transportar desde varios kilómetros de distancia, en este lugar sin árboles y desolado, barrido por el viento?




Al pensar esto, Ephraim George Squier se sintió impactado, cuando llegó al lago hace un siglo.

«Las islas y los promontorios del lago Titicaca -escribió (Perú Illustrated)-, son estériles en su mayor parte.

En las aguas se oculta cierta variedad de extraños peces, que contribuyen a nutrir a una población necesariamente escasa en una región en donde la cebada no maduraría salvo en las mejores circunstancias, y en donde un maíz diminuto se desarrolla de la forma más precaria; en donde la patata, encogida hasta la mínima expresión, es amarga; en donde el único cereal es la quínoa; y en donde los únicos animales de la zona que pueden servir de alimento son las alpacas, las llamas y las vicuñas.»

Sin embargo, en este mundo sin árboles, Squier añadió,

«Si nos hemos de fiar de las leyendas, el germen de la civilización inca se desarrolló a partir de una antigua civilización original que grabó sus recuerdos en enormes piedras y las dejó en la llanura de Tiahuanacu, y de las cuales no quedan leyendas, salvo que fue la obra de los gigantes de la antigüedad, que las pusieron en pie en una sola noche.»

Sin embargo, otros fueron los pensamientos que le impactaron cuando trepó hasta un promontorio desde donde se veía el lago y la antigua ciudad.

 ¿No sería, quizá, por su aislamiento, por los picos circundantes, por la perspectiva entre los picos, por lo que se habría elegido aquel lugar? 

Desde una cresta que hay en el extremo sudoccidental de la llanura en la cual está ubicado el lago, cerca de donde las aguas de éste corren hacia el sur a través del río Desaguadero, Squier no sólo podía ver el lago con sus penínsulas e islas más meridionales, sino también los picos nevados del este.

Junto a un esbozo que él mismo dibujó, escribió:

«Aquí, la gran cordillera nevada de los Andes se eleva ante nuestra mirada con toda su majestad. Dominando el lago, se encuentra la mole maciza del Illampu, o Sorata, la corona del continente, la montaña más alta de América, rivalizando, si no igualando en altura, a los monarcas de los Himalayas; los observadores varían en sus estimaciones y cálculos acerca de su altitud, entre los 7.600 y los 8.200 metros.»

Al sur de este destacado hito, la ininterrumpida cadena de montañas y picos «termina en la gran montaña de Illimani, de 7.400 metros de altitud». Entre la cordillera occidental, en cuyas estribaciones había estado Squier, y las gigantescas montañas del este, se encuentra la depresión en la que se extiende el lago y sus costas meridionales.

«Posiblemente, no haya otro sitio en el mundo -prosiguió Squier-, en donde, desde un único punto de vista, se tenga un panorama tan diverso y grandioso.

La totalidad del gran altiplano de Perú y Bolivia, en su parte más ancha, con su propio sistema fluvial, sus propios ríos y lagos, sus llanuras y sus montañas, todo, enmarcado por las sierras de la cordillera de los Andes, se nos ofrece como si fuera un mapa»

¿No serían estos rasgos geográficos y topográficos los verdaderos responsables de la elección de este lugar, en el extremo de una gran llanura, con dos picos que se destacan no sólo desde el suelo, sino también desde los cielos, igual que los picos gemelos del Ararat (5.100 y 3.900 metros) y las dos pirámides de Gizeh habían servido para marcar las rutas de aterrizaje de los anunnaki?

Sin saberlo, Squier había planteado la analogía, pues tituló el capítulo en donde describía estas antiguas ruinas como «Tiahuanacu, la Baalbek del Nuevo Mundo»; pues ésa era la única comparación que se le pudo ocurrir -la de un emplazamiento que hemos identificado como el lugar de aterrizaje de los anunnaki al cual Gilgamesh se encaminó hace cinco mil años.




El mayor explorador de este siglo de Tiahuanacu y sus ruinas ha sido, sin lugar a dudas, Arthur Posnansky, un ingeniero europeo que se mudó a Bolivia y dedicó toda su vida a desvelar los misterios de estas ruinas.

Ya en 1910, Posnansky se quejaba de que, de una visita a otra, veía cada vez menos elementos, pues los nativos de la zona los constructores de la capital, La Paz, e incluso el mismo gobierno, para la construcción del ferrocarril, se llevaban sistemáticamente bloques de piedra, no por su valor artístico o arqueológico, sino como material de construcción de libre disposición.

Medio siglo antes, Squier se quejaba de lo mismo y manifestaba que en la población más cercana, en la península de Copacabana, la iglesia, así como las viviendas de sus habitantes, se habían construido con piedras arrebatadas a las antiguas ruinas como si de una cantera se tratara. Y descubrió que hasta la catedral de La Paz se había levantado con piedras de Tiahuanacu.

Sin embargo, lo poco que quedó -principalmente porque era demasiado grande para moverlo- le llevó a pensar que se trataba de los restos de una civilización que había desaparecido antes de que los incas existieran, una civilización contemporánea de la de Egipto y Oriente Próximo.

Las ruinas indican que las estructuras y los monumentos fueron obra de un pueblo capaz de una arquitectura singular, perfecta y armoniosa -y, sin embargo, «no tuvo infancia, y no pasó a través de un período de crecimiento». No es de sorprender, por tanto, que, los indígenas a los que se les preguntó, les dijeran a los españoles que todo aquello lo habían levantado en una noche los gigantes.

Pedro Cieza de León, que viajó por todo lo que es ahora Perú y Bolivia entre los años 1532 y 1550, comentó en sus Crónicas que, sin lugar a dudas, las ruinas de Tiahuanacu eran «el lugar más antiguo de todos los que yo haya descrito». Entre los edificios que le asombraron había una «colina hecha por manos de hombres, sobre una gran base de piedra» que medía más de 270 por 120 metros, y se elevaba unos 36 metros.

Más allá, vio,«dos ídolos de piedra, de aspecto y forma humanos, los rasgos hábilmente tallados, de manera que parecen hechos por mano de algún gran maestro. Son tan grandes que parecen pequeños gigantes, y está claro que llevan un tipo de ropa diferente del que llevan ahora los nativos de estas partes; parecen llevar algún ornamento en la cabeza».

Cerca, vio los restos de otro edificio, y de un muro «muy bien construido». Todo parecía muy antiguo y erosionado. En otra parte de las ruinas vio, «piedras de tan enorme tamaño que causa admiración pensar en ellas, y reflexionar qué fuerza humana pudo moverlas hasta el lugar en donde las vemos, siendo tan grandes. Muchas de estas piedras están talladas de diferentes formas, algunas de ellas tienen la forma de un cuerpo humano, por lo que debieron ser sus ídolos».

Se dio cuenta de que cerca del muro y de los grandes bloques de piedra había «muchos agujeros y huecos en el suelo» que le desconcertaron. Más al oeste, vio otras ruinas antiguas, «entre ellas, muchos pórticos, con sus jambas, dinteles y umbrales, todo de una sola piedra».

Concretamente, se asombró de que «de estos grandes pórticos salen piedras aún más grandes sobre las cuales se han formado los pórticos, algunas de ellas de 9 metros de anchas, 4 ó 5 de largas y casi dos metros de grosor. Todo esto -decía Cieza de León totalmente anonadado- el portal, las jambas y el dintel, es de una sola piedra. Y añadió que «la obra es grandiosa y magnifícente, cuando se la considera en su conjunto», y que,

«no alcanzo a comprender con qué instrumentos o herramientas se puede haber hecho, pues es bien cierto que, para que estas grandes piedras se pudieran llevar a la perfección y dejarlas como las vemos, las herramientas tuvieron que ser mucho mejores que las que utilizan ahora los indios».

De todo lo visto por los primeros españoles al llegar a la escena, tan sinceramente descrita por Cieza de León, estos colosales pórticos de una sola pieza siguen estando donde cayeron. El lugar, a alrededor de un kilómetro y medio al sudoeste de las ruinas principales de Tiahuanacu, recibió el nombre indio de Puma-Punku, como si se tratara de un sitio aparte; pero ahora sabemos que formaba parte de la gran metrópolis de Tiahuanacu, que medía un kilómetro y medio de ancho por casi tres de largo.

Estas ruinas han sorprendido a todos los viajeros que las han visto durante los dos últimos siglos, pero los primeros en describirlas científicamente fueron A. Stübel y Max Uhle (Die Ruinenstaette von Tiahuanaco im Hochland des Alten Perú, 1892). Las fotografías y los dibujos que acompañaban su informe demostraban que los gigantescos bloques de piedra caídos habían formado parte de varias estructuras de sorprendente complejidad que podían haber formado el edificio oriental del lugar.

Cómo se obtendría este bronce, de modo que su disponibilidad no fuera una parte más del enigma, sino también una pista para las respuestas?

Dejando a un lado la explicación acostumbrada de que las colosales e intrincadas estructuras de Puma-Punku eran «un templo», ¿qué fin práctico tenía? ¿Cuál era la función para la cual se habían puesto en juego un esfuerzo tan inmenso y unas tecnologías tan sofisticadas?

El arquitecto alemán Edmund Kiss, cuya visualización del aspecto que pudieron tener en su origen las estructuras inspiró sus planos para los monumentales edificios de la Alemania nazi, creía que los montículos y las ruinas que hay a los costados y enfrente de la sección de cuatro partes derrumbada eran elementos de un puerto, puesto que, en la antigüedad, el lago se había extendido hasta allí. Pero esto deja abierta la pregunta e, incluso, la refuerza: ¿qué pasaba en Puma-Punku? ¿Qué se importaba y que productos se embarcaban en esta estéril altitud?

En excavaciones recientes en Puma-Punku se ha descubierto una serie de recintos semisubterráneos construidos con bloques de piedra perfectamente modelados. Recuerdan los de la plaza hundida de Chavín de Huantar, y plantean la posibilidad de que fueran elementos -embalses, estanques, cámaras-esclusa- de un sistema hidráulico similar.




Más respuestas se pueden encontrar en los más desconcertantes (si ello es aún posible) descubrimientos del lugar: bloques de piedra, completos en sí mismos o indudablemente partidos por bloques más grandes, que se modelaron, se angularon, se cortaron y grabaron de un modo asombroso, con una sorprendente precisión y con herramientas que son difíciles de encontrar aun en nuestros días. La mejor manera de describir estos milagros tecnológicos es mostrar algunos de ellos... 
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