viernes, 31 de julio de 2020

Saben donde está el Arca y quién será el candidato a Sumo Sacerdote en Israel

Según el Rabino Chaim Richman:

”Es cierto. Los judíos tienen una cadena ininterrumpida de información grabada y transmitida de generación en generación, lo que indica su posición exacta”.

Israel | Viernes 20 de Septiembre, 2013 | Por Nínro Ruíz Peña |

En un extenso informe elaborado por el diario británico The Telegraph, el Rabino Chaim Richman -uno de los más influyentes en la actualidad debido a su proyecto de reconstrucción del Tercer Templo-, reveló algunos de sus secretos.

En una de las salas donde se almacenan las partes principales del nuevo Templo, descansa el Arca del Pacto o Arca de la Alianza.

“¿Esta no es la verdadera arca perdida?”, dice el periodista. “Ella está oculta a un kilómetro de aquí, en cámaras subterráneas, cavadas, en los días de Salomón”.

Según Richman: “Es cierto. Los judíos tienen una cadena ininterrumpida de información grabada y transmitida de generación en generación, que indica su posición exacta. Hay una gran fascinación por el descubrimiento del arca perdida, pero nadie pregunta a los judíos. Sabemos dónde ha estado durante miles de años. Podríamos cavar en la cima del Monte del Templo [Moriah], pero esta zona está siendo controlada por los musulmanes”.





Richman, de 54 años de edad, es responsable del Instituto del Templo, una organización que ha hecho todos los preparativos para la reconstrucción del Tercer Templo, incluyendo las partes que siguen las pautas de la Biblia y la formación de los sacerdotes que servirán allí día y noche.

Para muchos Richman, sería hoy el candidato más fuerte para asumir el papel de sumo sacerdote, quien retomará la tradición que comenzó con Aarón, hermano de Moisés. 

Sin embargo, el nuevo templo tendrá algunas diferencias con respecto a la original. No en el diseño arquitectónico, sino en el uso de la tecnología. El rabino, por ejemplo, utiliza en su teléfono inteligente, una aplicación diseñada especialmente para encender las luces y abrir las cortinas. También ha hecho el diseño de un monorraíl o monorriel -sistema de transporte de vagones-, para transportar a los visitantes hasta la puerta.

Una caja de agua totalmente computarizada para controlar su uso tan preciado en Israel. Richman, explica que con sólo un toque y le dará a conocer la cantidad exacta de agua prescrito por la ley judía para lavados rituales.

“No hay ninguna razón para no utilizar la tecnología, que es un milagro moderno, junto con los milagros celestiales. Es parte de nuestra visión [del templo], teniendo en cuenta la realidad de nuestro tiempo. Estoy seguro de que los elevadores de última generación y un moderno sistema de control de estacionamiento nos ayudaran mucho”, explicó Richman.

Otro motivo de orgullo para el Instituto del Templo, es que todos los utensilios sagrados ya están listos. Al igual que las vestiduras del sumo sacerdote, de acuerdo con la tradición de los levitas están preparadas que incluye piezas de oro y pectoral con 12 piedras preciosas. Su costo se estima cerca de 216.432.65 dólares (€ 160,000).

También hay trompetas y arpas de plata, bandejas de madera para recoger la sangre de los sacrificios, un incensario y una mesa para el pan ritual. Fuera se encuentra un candelabro cuidadosamente esculpido con 90 kg de oro con un peso de 1,5 toneladas. Su costo fue de aproximadamente 1.893.785 dólares (€ 1.4 millones de euros). Richman, dice que han gastado más de 30 millones de dólares hasta la fecha. Ya han pasado 22 años desde la fundación del Instituto del Templo, abierto al público, se estima que más de un millón de personas visitaron el sitio en la última década.

Hay una creciente expectativa en Israel para la reconstrucción del Templo. Pero al mismo tiempo un temor en cuanto a los extremistas israelíes. En 1984, un plan de un grupo clandestino judío quiso volar la Cúpula o el Domo de la Roca, pero fue descubierto por la policía.

En los últimos dos años, una serie de líderes políticos y religiosos han luchado para recuperar el derecho de los judíos de orar libremente en el Monte del Templo. Los intentos han generado conflictos entre los árabes y los judíos, a menudo con la intervención de la policía.

Muchos cuestionan las pretensiones del Instituto del Templo, y temen una guerra contra los musulmanes que juran defender hasta la muerte la Cúpula de la Roca.

Por la ubicación del Arca del Pacto o Arca de la Alianza, Shimon Gibson, arqueólogo renombrado del Instituto Albright en Israel, sostiene que el Arca fue destruida en el año 587 a.C., cuando los babilonios saquearon Jerusalén y tomaron todo el oro que había en el templo, fundiendo todos los utensilios.

Otros estudiosos creen que fue llevada a África. Una vieja reivindicación de los cristianos ortodoxos de Etiopía, afirma que han sido los guardianes del Arca durante siglos. Hasta hoy se encuentra en la ciudad de Aksum conocida como la “Capilla de las Tablas de la Ley”.

“Es un territorio de Dios. El Islam aprovechó nuestro exilio y asumió el control del Monte del Templo y le dice a los judíos que no han estado aquí”, se lamenta Richman. “Estamos listos para restaurar este lugar a su antigua gloria… somos capaces de construir el templo, si realmente queremos. Dios debe estarse preguntando ¡qué esperamos!”.




Traducido y adaptado por NoticiaCristiana.com de The Telegraph


Nota dezpierta: Aquí tenemos la razón principal por la que se está invadiendo medio Oriente. Para expulsar a los musulmanes de Jerusalén y poder construir el Tercer Templo, finalizando con esto la preparación para el gran engaño que será la falsificación de la primera venida del mesías por parte de Satanás y sus huestes.

Petróleo hay en muchos otros sitios como Venezuela, Alaska, Siberia… pero las razones son religiosas encubiertas de geopolítica, economía y control militar.

Lo tienen todo preparado. Aquellos que siguen esperando al mesías niegan a Cristo, el verdadero y único Mesías, y por definición son anticristos y preparan el camino del Anticristo.

El engaño está servido, sólo falta la entrega de Jerusalén a los sionistas y Satanás hará su majestuosa aparición extraterrestre.

Que Dios nos ayude a resistir el engaño. Bendiciones.

jueves, 30 de julio de 2020

Los Mundos Olvidados y la Tierra Prohibida

Una Verdad Imposible para la Humanidad - Arqueología Prohibida ...En “La Révolte des Magiciens” (La Rebelión de los Brujos) de L. Pawels y J. Bergier

Sumario: La ascensión del joven Bingham. — Machu Picchu. — El enigma de Tiahuanaco. — Las balizas del llano de Nazca. — Fenicios en el Brasil. — Coincidencias de lenguaje y de objetos. — Un viaje de Benvenuto Cellini. — Japoneses en el Ecuador. — ¿Una ciudad en Amazonia? — El coronel Faucett y el explorador Varrill. — El cristal desconocido.— Una cárcel misteriosa.

Una mañana de julio de 1911, un granjero indígena, un militar peruano y un joven profesor de la Universidad de Yaie, llamado Hiram Bingham, caminan sobre un frágil puente de ramas y sarmientos, tendido sobre el vacío, entre dos bloques de roca gigantescos. En el fondo del abismo, ruge el Urumba, que vierte sus aguas en el Amazonas.

Los hombres prosiguen su escalada, agarrándose a los árboles que brotan de la pared cortada a pico, y descubren unas terrazas rematadas por un dédalo de admirables ruinas de pálido granito. Bajo la vegetación, aparece la formidable ciudadela sin nombre, dominada por los imponentes picachos del Huayna Picchu y del Machu Picchu.

Bingham, piloto de combate en la Primera Guerra Mundial y, después, senador de los Estados Unidos por Connecticut, defenderá tercamente, en el curso de su variada carrera y hasta su muerte, acaecida en 1965, su interpretación de los orígenes de la ciudadela misteriosa de Machu Picchu. Según-él, se trata del Tampu Tocco del que habla el sacerdote español Fernando Montesinos, en su Historia del Perú antes de la Conquista.




Montesinos fue el primer historiador de los peruanos, y le debemos los primeros trabajos sobre los recursos mineralógicos de los Andes. Murió en 1562. Según el padre Montesinos, la dinastía de los Amautas reinó en los Andes mucho tiempo antes de los incas, y, durante el reinado del sexagésimo segundo Amauta, unas hordas bárbaras invadieron el Imperio.

En el año 800, varios soldados del derrotado ejército llevaron los restos de su rey a un refugio llamado Tampu Tocco, donde construyeron una ciudadela, de la que hacia el año 1300, bajaría un Amauta, Manco Cápac, para apoderarse de Cuzco y fundar el Imperio inca.

Es una tesis controvertida. La existencia de Manco Cápac no ha sido demostrada. Tal vez se trata de un héroe legendario o del nombre simbólico de una dinastía preincaica. Según ciertas tradiciones orales. Manco Cápac fue oriundo de Tiahuanaco. Y henos aquí encaminados hacia otra ciudad en ruinas, del misterioso pasado prehistórico.

Entre 1200 y 400 antes de J. C., la civilización de los chavines se extendió sobre las altas mesetas del norte del Perú y nos legó los vestigios de una obra de arte llena de dioses feroces. En los propios parajes encontramos la huella de civilizaciones prehistóricas que edificaron pirámides y colosales fortalezas de bloques de arcilla cocidos al sol.

Lo Que Descubrieron Bajo Tierra Está Prohibido Mostrarlo Al Mundo ...Hay fósiles que atestiguan la presencia de mastodontes en estas tierras.

Al sudeste del lago Titicaca, se levantan los testigos de la más asombrosa cultura prehistórica. Tiahuanaco. En varias hectáreas de terreno, vemos pirámides truncadas, montículos artificiales, hileras de monolitos, plataformas, cámaras subterráneas, pórticos de dos pilares y dintel, tallados en la dura piedra.

La famosa Puerta del Sol, con sus inscripciones, hace pensar, según se ha dicho, en un calendario astronómico. ¿Se trata del centro de un Imperio, como Machu Picchu? Y si estos dos lugares altos, batidos por los vientos, inadecuados para el cultivo y de una antigüedad imposible de precisar, no eran centros de habitación, ¿cuáles fueron sus funciones?

¿Y cuál fue la civilización de Nazca, en la costa norte del Perú? Más antigua que el reino de Chimú, que nos legó las imponentes ruinas de Chan-Chan, la civilización nazca, cuyo origen ignoramos, dejó sobre los llanos desérticos, sobre la arena y los pedregales, gigantescas figuras geométricas, siluetas de pájaros, de ballenas y de arañas, cuyas líneas tienen cerca de siete kilómetros de longitud y parece que fueron trazadas para ser descifradas desde el cielo, a gran altura.

Nazca sigue siendo un enigma. Y Sprague de Camp, en su hermoso libro Ancient Ruins and Archeology, escribe: «Ya que el pueblo de Tiahuanaco, como las otras civilizaciones desaparecidas de América del Sur, carece de toda tradición escrita, no se puede descifrar ninguna inscripción. Nada permite descubrir la historia perdida de Tiahuanaco. 

Los acontecimientos que no pudieron consignarse por escrito se pierden para siempre cuando mueren aquellos que conservaban su recuerdo. Por esto la historia de la fortaleza inca de Machu Picchu, así como el enigma del Imperio perdido de Tiahuanaco, tienen grandes probabilidades de permanecer oculto» para siempre, entre las brumas que se arremolinan alrededor de los altivos picos de los Andes.»

No volveremos, bajo un pretexto romántico, a las tesis de Horbigger, que evocamos en El retorno de los brujos. Sabemos que, según Horbigger —que conoció la gloria bajo el nazismo—, el hombre era ya civilizado en la era terciaria.

Según la teoría horbiggeriana del «hielo cósmico», antes de que existiese nuestra Luna actual, seis satélites, formados por explosiones de estrellas, fueron atraídos y destruidos por la Tierra, en eras geológicas diversas. Cuando se acercaba el satélite, se desintegraba en la atmósfera, y sus fragmentos se extendían sobre nuestro planeta. El Diluvio, la Atlántida, serían episodios de esta historia.

La «luna« del terciario cayó hace 25.000 años. Todas las tierras tropicales quedaron sumergidas, a excepción de algunas altas montañas, como las del Perú y las de Etiopía. Según los horbiggerianos, como Hans Bellamy y Arthur Posnansky, Tiahuanaco y Machu Picchu datarían de esta época. Habían sido refugios de la élite humana de la era terciaria, situados, a la sazón, al nivel del mar.

Existen, quizás, algunas pistas a seguir en este delirio, pero han sido demasiadas las recientes observaciones astronómicas que han venido a destruir las afirmaciones de Horbigger, para que nos decidamos a seguir aquéllas por nuestra cuenta, ni siquiera por amor a los sueños. Nos limitaremos a dar un rápido vistazo, cruzando en zigzag la América del Sur, a algunos interrogantes fundados en investigaciones y descubrimientos, comprobables en todo o en parte.

Según refieren las crónicas, el inca Huayna Cápac, el dios vivo, hijo del Sol, oyó decir, allá por el año 1526 de nuestro calendario, que unos hombres extraños y de rostro pálido habían llegado muy cerca de las costas septentrionales de su Imperio, en unas embarcaciones de formas extravagantes y dimensiones anormales.

En 1532, Pizarro desembarcaría en las costas del Ecuador y avanzaría hacia el Sur, cruzando el Imperio inca. Pero, cuando Huayna Cápac oyó hablar de rostros pálidos, tenía detrás de él una larga tradición que hablaba de hombres blancos venidos del mar, en la noche de los tiempos. 

El padre Montesinos pretendía que los peruanos eran descendientes de Ofir, bisnieto de Noé. La única prueba de un antiguo contacto entre América del Sur y la civilización mediterránea ha sido descubierta recientemente.

 El profesor Cyrus H. Gordon, que enseña arqueología en la Universidad de Brandéis, EE.UU., pretende haber descifrado un mensaje fenicio en una roca de Parayba, Brasil. Esta roca, cubierta de inscripciones, fue descubierta en 1872; pero entonces se creyó que se trataba de una falsificación, ya que la gramática no correspondía a lo que se sabía de la escritura fenicia de la época.

Pero, más tarde, se encontraron numerosas inscripciones del mismo estilo en el Próximo Oriente. La autenticidad parece estar fuera de toda duda, al menos para Gordon, que observa que los barcos fenicios eran de mayores dimensiones que los de Colón y habían dado varias veces la vuelta a África. ¿Por qué no podían haber llegado al Brasil? Y sin embargo hay pruebas de Fenicios en Argentina.

Veamos el texto de Brasil:

«Somos hijos de Canaá y venimos de Sidón, la ciudad del rey. Cuando tratábamos de hacer comercio, fuimos arrojados a este país remoto y montañoso. Hemos sacrificado un joven, en honor de los dioses y diosas de gran poder, en este año diecinueve de Hirán, el gran rey. Zarpamos de Ezión-Gaber, en el mar Rojo, con diez embarcaciones.

Navegamos todos juntos durante dos años dando la vuelta a la tierra de Ham. Una tempestad nos separó del grueso de la flota, y buscamos a nuestros compañeros. De este modo llegamos, doce hombres y tres mujeres, a una tierra nueva, de la que tomo posesión como almirante. ¡Que los altos dioses y las poderosas diosas nos protejan!»

Naturalmente, quisiéramos saber lo que fue de estos fenicios, cuando penetraron tierra adentro, y si las leyendas indias sobre dioses blancos no tendrían su origen en este desembarco. Si admitimos la existencia de un lazo entre los pueblos mediterráneos y la América del Sur, habría que reconsiderar toda la interpretación de la historia precolombina.

He aquí un hermoso tema para nuestros sueños. Y aún podríamos añadirle algo más: cuando estos fenicios, o sus descendientes, recorrieron las tierras misteriosas, ¿encontraron mundos más antiguos y civilizados que el suyo propio? ¿Cuáles fueron sus repercusiones? ¿Podrían encontrarse rastros de otros encuentros en el pasado de estas tierras que han sido tan poco descifradas?





Si nos planteamos esta cuestión de contactos olvidados por la Historia, vemos, súbitamente, que toda una serie de descubrimientos y de observaciones se agrupan en un solo y agresivo enigma. Encontramos, a lo largo de todo el Amazonas, cerámicas que datan, al menos, del año 2000 antes de J. C.; están decoradas con serpientes aovilladas sobre sí mismas, extraordinariamente parecidas a las de ciertas cerámicas antiguas del Próximo Oriente.

La lengua de los indios mahua tiene caracteres comunes con las lenguas semíticas. El lenguaje de los quechuas se parece al turco.

La asociación de Venus con la serpiente que gira sobre sí misma se encuentra tanto en el Codex Borgiamexicano como en determinadas inscripciones del Próximo Oriente y, sobre todo, de Ras Shamra.

Mitra tiene una serpiente echada a sus pies. El Codex Troano nos dice que, en México, el haz de luz divina se sostenía verticalmente, con una serpiente echada a sus pies. En Bolivia, encontramos la misma serpiente, así como inscripciones parecidas a las del Próximo Oriente y hombres con turbantes. El bajorrelieve de Itacuatiara de Inga (Brasil) muestra una gran cantidad de inscripciones semejantes a las del Próximo Oriente.

Se han descubierto más de dos mil coincidencias de palabras entre la antigua lengua egipcia y las inscripciones brasileñas. Lo cual induce a C. W. Ceram a decir: «Cuanto más antiguas son las lenguas, más se parecen entre sí, demostrando de este modo que todas ellas proceden de una misma lengua madre.»

El estudio sistemático del monumento de Itacuatiara de Inga muestra, no solamente una relación con el Próximo Oriente, sino también elementos comunes con la isla de Pascua, Mohenjo Daro y Harappa. ¿Revela esto un origen común?

Se suele pensar que aquel monumento fue esculpido hace treinta o cuarenta mil años. ¿Y qué encontramos en sus bajorrelieves? Símbolos fálicos; mándalas en forma de flores múltiples, que se parecen curiosamente a las de la India; y un símbolo repetido, que hace pensar en el número ocho: dos serpientes, o un signo doble de infinito.

¿Podemos, en fin, buscar una relación entre Itacuatiara de Inga, la civilización de Marcahuasi, descubierta por Daniel Ruzo, y la civilización de Nazca, estudiada por Maria Reich?

Otra civilización acaba de ser descubierta por el ingeniero peruano Augusto Cardich en unas alturas próximas al lago Lauricocha, en los Andes. Parece que su antigüedad es, al menos, de trece mil años.

Si hubo civilizaciones florecientes en América del Sur, y si éstas establecieron contacto con el mundo exterior por medio de visitantes procedentes del Próximo Oriente, el secreto de América del Sur es, quizás, el más extraordinario de cuantos se mencionan en la presente obra.

Un siglo después del descubrimiento de América persistían aún importantes residuos de técnicas de las antiguas civilizaciones, lo cual suscitó tanta curiosidad que Benvenuto Cellini viajó hasta México para aprender los medios empleados por los artistas de los Andes para confeccionar peces de plata con escamas de oro. Pero sin duda le negaron la información, porque regresó a Italia con las manos vacías…

En el Perú, encontramos objetos de metal cuya antigüedad se remonta, al menos, al año 500 antes de J. C., así como técnicas decorativas en las que se utilizaba el cinabrio y los polvos de piedras preciosas.

Allá por los tiempos de Jesucristo, los colombianos conocían ya la fundición de los metales. En Ecuador, se trabajaba en aquella época el platino, y el danés Paúl Bergsoe ha demostrado que los ecuatorianos practicaban la metalurgia de los polvos metálicos.

En el año 1000 antes de J. C., los artesanos de Colombia, de Panamá y de Costa Rica realizaban el moldeado con cera. Recientemente, se descubrieron, en una gruta de Honduras, hermosas cabezas de pájaros moldeadas de esta manera.

En Panamá, se encontraron bellísimos reptiles de oro. La soldadura era cosa corriente, y se conocía la fabricación del hilo metálico. El origen de estas técnicas parece que hay que buscarlo en los Andes. Pero esto no hace más que alejar el problema en el pasado. Pues, aunque los fenicios hubiesen llegado al Brasil, no habrían podido enseñar procedimientos que ellos mismos ignoraban.

En el noroeste de Argentina, en Cobres, se exhumó una instalación chocante por su modernismo, destinada a la extracción y manipulación del mineral de cobre. También en aquel lugar se fabricaban objetos, entre los que llama particularmente la atención un ornamento a base de figuras de animales y de pájaros, entrelazadas, en un estilo parecido al de Archimboldo.

Por último, hay que observar que el uraeus, símbolo de poder de los faraones egipcios, se encuentra entre los indios campas de los Andes, y advertir, a este respecto, que, hasta finales del siglo xviii, algunos lingüistas, cuyos trabajos fueron indebidamente subestimados durante el siglo xix, afirmaban que el egipcio era la lengua original.

Consideremos ahora las relaciones de América del Sur, en la costa del Pacífico. En la actualidad, está comprobado que los japoneses desembarcaron en Valdivia, Ecuador, hace unos cuatro mil años.




Si, como todo induce a creer, existían en aquellos tiempos civilizaciones capaces de técnicas complicadas y de refinamiento estético e intelectual, que eran a su vez formas dispersas y residuales de altas civilizaciones mucho más antiguas y acreditadas por enigmáticas ruinas, como las de Tiahuanaco, forzosamente tuvieron que enterarse, en repetidas ocasiones, de la existencia de otro mundo más allá del gran océano, y asimilar de algún modo esta información.

Indudablemente, como dice el profesor Marcel F. Homet, «existe un hecho indiscutible: en el pasado de América del Sur floreció una civilización maravillosa, de la que nada sabemos».

Pero tal vez algún día sabremos algo de ellas, pues el espíritu de aventura no ha fenecido en el mundo, y las tierras misteriosas son, todavía, más numerosas de lo que se cree. El desengaño no es un producto de la cultura, sino, por el contrario, de la ignorancia. 

El que está deseoso de saber descubre que cada uno de sus pasos se apoya en la superficie de minas profundas, donde duermen los poderes y los conocimientos de mundos enterrados. En todas partes se guardan herméticos secretos, desde la Irlanda del Numinor céltico hasta la Australia extrañamente muda, desde Lascaux hasta la isla de Pascua, desde el desierto de Gobi hasta el Amazonas.

Algunos investigadores han insistido en que una civilización desconocida, heredera del fabuloso pasado, existe aún en las selvas inexploradas de Amazonia, y, más concretamente, en la región delimitada por el río Xingu, el río Tapajos y el Ama; zonas. 

La «ciudad Z» de este persistente sueño romántico se hallaría situada a 19″ 30′ de latitud Sur y 12″ 30′ de longitud Oeste. En las extrañas libretas del coronel Faucett, que desapareció en estas regiones, en 1925, sin dejar rastro, se lee: «La solución del origen de los indios de América y del mundo prehistórico, la tendremos cuando sean descubiertas y abiertas a la investigación científica las antiguas ciudades de la civilización solar. Pues yo sé que estas ciudades existen.» En efecto, algunos indios habían hablado a Faucett de una ciudad que seguía viva, habitada, iluminada por la noche. Pero nadie ha entrado aún en la tierra prohibida.

Alpheus Hyatt Varrill fue, como el coronel Faucett, una prodigiosa figura de explorador romántico. Murió en 1964, a los noventa y tres años, después de haber escrito un centenar de obras sobre la América Central y la América del Sur. 

Jamás intentó forzar la tierra prohibida, convencido de que moriría en el empeño; pero pudo consultar, según dice, los archivos secretos del duque de Medinaceli, en los cuales se encuentran —dice— los mapas utilizados por Colón, en los que figuran, no solamente el contorno de las dos Américas, sino también los detalles del interior. Varrill, y su viuda después de él, no han dejado de afirmar que existieron civilizaciones extraordinariamente avanzadas en América del Sur, y que aún permanecen vivos restos considerables de ellos.

 Dado que la mayoría de las predicciones de Varrill han sido comprobadas, en particular las referentes a las inscripciones fenicias y a los métodos químicos empleados por los antiguos peruanos para el tratamiento del granito, debemos considerar con cierto respeto su más obstinada afirmación.

Añadiremos, en recuerdo del coronel Faucett y de Varrill, dos informaciones que no tienen valor decisivo, pero que fueron recogidas por nosotros en el curso de los últimos años. La primera nos fue proporcionada por el señor Miguel Cahen, uno de los directores de la sociedad «Magnesita, S. A.», dedicada, en el Brasil, a minerales industriales y, en particular, a los derivados del magnesio que se utilizan en metalurgia. Un prospector de esta sociedad encontró, junto a los lindes de la tierra prohibida, un extraño cristal que el señor Miguel Cahen remitió a Jacques Bergier.

Al ser examinado, este cristal resultó ser de carbonato de magnesio, dotado de una transparencia extraordinaria y de propiedades muy curiosas en el espectro infrarrojo, con radiaciones polarizadas. Ningún cristal de este tipo aparece descrito en mineralogía.

Bergier envió este cristal a la Oficina Nacional de Investigaciones Aeronáuticas de Francia. Los especialistas de esta oficina declararon que el susodicho cristal sólo podía ser de origen artificial. Y la cosa quedó así, pues «Magnesita, S. A.» no disponía de otras muestras.

La segunda información llegó a nuestro conocimiento por medio de una periodista brasileña, Cecilia Pajak, del diario O Globo. Según Cecilia Pajak, allá por el año 1958 se pidió la extradición de cierto número de criminales de guerra alemanes, refugiados en Brasil. Algunos de éstos fueron a esconderse en la tierra prohibida. En general, los que penetran en esta zona desaparecen para siempre. Pero no ocurrió así en el caso de estos nazis.

Desde 1964, sus familiares residentes en Brasil reciben cartas, remitidas desde el interior. Estas cartas afirman que aquellos hombres permanecen prisioneros, pero reciben buen trato. Les está prohibido decir quiénes son sus carceleros…

¿Serán mantenidos como rehenes en alguna de aquellas ciudades secretas de que, con tanta fe, nos hablaba el coronel Faucett?

miércoles, 29 de julio de 2020

El Testimonio del Campesino ecuatoriano que Enmudeció a la ONU

El campesino de la amazonía ecuatoriana, José Shingre, enmudeció momentáneamente a la audiencia de la Organización de Naciones Unidas, que lo escuchó dar su testimonio entre lágrimas, sobre cómo la contaminación dejada en su territorio por la gigante petrolera Chevron- Texaco causa muerte por enfermedad a miles de sus compañeros.

“Consecuencia de eso están muriendo cientos, y ya miles de compañeros campesinos, indígenas, compañeros, y lo que más nos duele en el alma es que inclusive los gobiernos no nos han ayudado a los clamores de nosotros; no queremos plata, no queremos dinero, lo que queremos tener es dos cosas, señores,

¡Agua queremos, porque en la zona no hay como coger agua, está contaminada por más que las autoridades locales quieran darnos agua no lo pueden (hacer), todo está contaminado (…) y queremos justicia, nada más, justicia, porque hoy por hoy, ni la agricultura nos vale ¿ de qué vale que nosotros tengamos las manos encallecidas?”, dijo.

Shingre, uno de los representantes amazónicos de afectados por la negligente remediación ambiental de Chevron- Texaco en la Amazonía ecuatoriana, recibió recién el lunes visa para ingresar a Estados Unidos, un documento que originalmente le fue denegado por la embajada de ese país en Ecuador y que necesitaba para poder acudir a dar su testimonio en el evento “Derechos Humanos, Medio Ambiente y Transnacionales-




El caso Chevron-Texaco en el Ecuador”, que se llevó a cabo en el marco del 68 Periodo de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas.

“Ellos gobernaban (Texaco). No gobernaban las autoridades, ni siquiera las Fuerzas Armadas, porque ellos determinaban que vayan estos uniformados para que nosotros no diéramos resistencia cuando nos derrocaban los cultivos de café, caña de azúcar, frutales y entre otros y nosotros, inclusive, éramos perseguidos por las mismas autoridades”.

“Nuestras familias se enferman a cada rato y mientras permanezca esta desadaptada práctica de Chevron, antes Texaco, nada será bueno, por más que puedan agrupar a todos los médicos del mundo, tenemos claro en la mente que si no se quita, se hace una remediación ambiental adecuada, desde el corazón humano ningún remedio será bueno, ningún remedio”.

“Y hoy, cuando pedimos justicia, se dice que (el culpable) es el mismo Estado (ecuatoriano), no estamos defendiendo al presidente, pero nosotros nos sentimos Estado, o sea que quiere que nosotros paguemos las injusticias de Texaco, hoy Chevron, y eso no se debe dar en ninguna parte del planeta”.

“Estamos viendo claro que ellos defienden solo los dólares, la parte económica, la parte mercantil, pero no se defiende la vida, cuando la vida es primero, no otra cosa”, dijo.

Vea el VIDEO:
Fuente y Foto/Andes
Visto en : Correo del Orinoco

martes, 28 de julio de 2020

La Isla Mágica de Pohnpei y el Secreto de Nan Madol

Debajo de la isla de Pohnpei (o Ponape), en el océano Pacífico, se esconde una página secreta de la historia de la Humanidad.

Por esta razón, los iniciados de la hermandad de los 'tsamoro' le dan a su isla justamente este nombre: "Sobre el secreto".

Un lugar que le sigue ocultando al extraño gran parte, precisamente, de sus conocimientos secretos.

El único que ha trascendido más allá de sus límites, sigue sin estar resuelto: frente a sus costas se asientan las ruinas de la enigmática ciudad acuática de Nan Madol, construida - nadie sabe cuándo ni por quién - con gigantescos bloques de basalto sobre 91 islotes artificiales.

Invadida por la jungla y los manglares, continúa siendo para los nativos una ciudad prohibida, que - de acuerdo con su tradición - acecha con la muerte a quien osa permanecer en ella después de la caída del Sol.

En este enclave de las Carolinas orientales, en la Micronesia, averigüé sobre el terreno cuanto allí se esconde.

Acumulando vivencias en la jungla de los montes y en los manglares de las aguas litorales, conviviendo con los transmisores del conocimiento de la isla, he ido recomponiendo el rompecabezas de la desafiante historia de Pohnpei - descubierta por navegantes españoles en el siglo XVI - que mantiene a muerte un solo principio: no revelar jamás todo lo que alberga.





En 1939 había aparecido en la Prensa alemana una curiosa noticia: afirmaba ésta que submarinistas japoneses habían efectuado inmersiones en la isla carolina de Ponape (la antigua Pohnpei) y habían sacado del lecho del mar trozos de platino. Pero no de alguna formación natural recubierta de coral, sino de un tesoro submarino.

Noticias posteriores afirmaban que en la costa oriental de Pohnpei se hallaban diseminadas en una amplia área misteriosas construcciones cubiertas por la jungla: un sistema de canales, muros ciclópeos, ruinas de fortificaciones, ruinas de palacios... 

UNA CIUDAD SUMERGIDA

Ya mucho antes de la primera gran guerra - explicaron los nativos - buscadores de perlas y comerciantes japoneses habían efectuado sondeos clandestinos en el fondo del mar.

Hasta que los submarinistas regresaron con narraciones fabulosas: allí abajo se habían podido pasear por calles en parte bien conservadas, si bien recubiertas por moluscos, colonias de corales y otros habitantes marinos, amén de algún que otro vestigio de ruinas. Desconcertante había sido, según ellos, la visión de numerosas bóvedas de piedra, columnas y monolitos. 

Esta misteriosa ciudad submarina albergaba tesoros concretos, debiéndose hallar en el centro de la misma una especie de panteón de los nobles del lugar, cuyas momias yacían allí. Pero aquí viene lo asombroso: cada una de estas momias estaría encerrada en un sarcófago de platino. Estos son los sarcófagos que - ya en época de la dominación japonesa de la isla, o sea entre las dos guerras mundiales - habrían localizado los submarinistas nipones.
De acuerdo con estos testimonios, habrían ido extrayendo platino del fondo marino hasta el momento en que dos submarinistas ya no volvieron a emerger.

Desaparecieron sin dejar rastro, llevándose consigo su moderno equipo de inmersión y de trabajo: jamás nadie volvió a verlos. 

RUMBO AL ENIGMA

Pohnpei se presentaba como un reto fascinante. Pero quedaba una sola duda: ¿se trataba de comentarios fantasiosos de gente ávida de sensacionalismo?

Para despejarla, valía la pena estar volando, como lo estábamos haciendo Miquel Amat y yo, en pos del Sol.

"Allí la gente no va".

Que esto no lo hacía nadie, que la gente se iba, pues... a Hawaii o a las Fidji, pero allí no:

"Allí se comen a la gente", me decía un oficial de inmigración en el aeropuerto neoyorquino John F. Kennedy.

Mal informado estaba el funcionario yanqui sobre las actuales preferencias culinarias de los pohnpeyanos, pero menos aún sabían en las agencias de viaje de la otra costa americana:

"¿Y eso dónde cae? Es la primera vez que lo oigo", me confiesa un veterano empleado de la 'Western Airlines' en Los Angeles.

En eso, parecía evidente que el inquisidor de New York había tenido razón: a Pohnpei la gente no iba. 

Ya en pleno Pacífico, a mitad de camino entre Los Angeles y Pohnpei, con más de 15.000 km de vuelo a las espaldas desde nuestra partida de Barcelona y con todavía algo más de 4.200 km de sobrevuelo del océano Pacífico por delante, tampoco habían oído hablar nunca de Pohnpei.

Ni siquiera el experimentado taxista hawaiiano que nos llevó del aeropuerto de Honolulu a la playa de Waikiki. Únicamente el gerente del restaurante 'Tahitian Lanai' en Waikiki supo aportar algo concreto; conocía Pohnpei: que si lo nuestro era el masoquismo, que fuéramos allí.

Pero que el Pacífico ofrecía mil rincones para visitar antes que éste. 

EL NOVENO ATERRIZAJE

Al día siguiente nos esperaba por fin nuestro noveno y definitivo aterrizaje desde que partimos de Barcelona. El volante correo del Pacífico nos había llevado de Honolulu al atolón de Johnston, de allí al de Majuro, y de éste a la base de misiles de Kwajalein. 

Después de haber estado sobrevolando y aterrizando en atolones que eran superficies desérticas y absolutamente planas que a duras penas rebasaban en algún metro el nivel del mar, el espectáculo que hora y media más tarde se ofreció a nuestros ojos a la izquierda del avión, cuando surgimos por debajo de la capa de nubes, fue realmente impresionante: una lúgubre mole de montañas totalmente cubierta de espesa jungla de un pegajoso color verde oscuro, aparecía envuelta en sus cúspides más elevadas por neblinas y nubarrones blancos, grises, pesados.

Sobrevolamos los arrecifes de coral del extremo norte de la isla, e inmediatamente surgió un poco más a la izquierda el islote sobre el que se extiende el campo de aterrizaje de Pohnpei.

Aterrizaje - huelga decirlo - sin ayudas de tierra: a ojo.

VIGILANTES SOMBRAS NOCTURNAS

Al segundo día nos instalamos en una cabaña de madera con cubierta de hoja de palma, cuyos lados ofrecían amplias franjas abiertas por las que pasaba el aire pero nunca la lluvia, abundante lluvia en esta isla, que cae intermitentemente durante 300 de los 365 días del año.

A una temperatura media permanente de 27-28°C, este tipo de alojamiento es el único idóneo para el lugar.

Tuvimos que acostumbrarnos a compartir el interior del habitáculo con lagartos, lagartijas, sapos, caracoles gigantes y la visita diaria de una rata. Pero todo esto quedaba compensado por la magnífica vista tropical que desde nuestra cabaña disfrutábamos sobre la Bahía de la Mala Acogida, como la bautizaron cuando la descubrieron en enero de 1828 unos navegantes rusos, a causa del poco hospitalario carácter de sus moradores. 

En la primera noche de estancia en la isla ya tuvimos una clara muestra de que allí nos preguntarían más de lo que nos dirían. Fuimos a dar una vuelta a pie para la primera toma de contacto con el nuevo entorno. La oscuridad, total. Solamente la tenue luz de alguna vela o quinqué en las cabañas cercanas. Sin previo aviso rompió a llover bastante torrencialmente, a lo cual no tardaríamos a acostumbrarnos.

De la oscuridad surgió una figura igual de oscura que nos invitó por señas a seguirla. Nos ofreció cobijo en la cercana cabaña de reunión de los hombres del lugar.

Estaba ocupada por unos quince individuos que nos fueron estudiando en silencio, mientras dos de ellos se alternaban en hacernos preguntas concretas sobre nuestra estancia en Pohnpei: qué habíamos venido a hacer aquí, cuándo habíamos llegado, qué lugares pensábamos visitar, y - algo que parecía interesarles especialmente - cuándo volvíamos a abandonar la isla. Intenté ganar tiempo con respuestas evasivas hasta que paró de llover. 

Continuamos nuestro solitario deambular de exploración nocturna del terreno, cuando un silencioso movimiento oscuro a mi espalda coincidió con una pregunta:

"¿Me das fuego?"

Volvía a ser el mismo individuo que nos había invitado a la cabaña de los hombres, ahora acompañado de uno de nuestros interrogadores:

"¿A dónde os dirigís por este camino?"

Estaba claro que, al igual que en el Kim de Rudyard Kipling, también la noche de Pohnpei iba a estar llena de ojos... 

SUS ANTEPASADOS APLICABAN TECNOLOGÍAS MÁGICAS

Entre aventuras, con tiento y con paciencia, logré conectar con el paso de los días con algunos de los transmisores del conocimiento ancestral de la isla - a la que James Churchward consideraba asentamiento del santuario del supuesto continente hundido de Mu.

El enigma principal que ofrece son las ruinas de Nan Madol. Con respecto a ellas, la arqueología oficial reconoce abiertamente su desconocimiento absoluto sobre la finalidad de las más impresionantes ruinas del océano Pacífico; es más, de la única ciudad en ruinas que puede visitarse en los 166 millones de km2 de dicho océano. 

Pero además de este enigma principal, arqueológico, existe un foco mágico de la isla, oculto en la abrupta espesura de la jungla de Salapwuk, en las alturas montañosas del reino de Kiti, en el suroeste de Pohnpei. Allí y en otros puntos de la isla, la memoria de los pohnpeyanos perpetúa hasta hoy el recuerdo de gigantes, el recuerdo de personas que sabían volar, el recuerdo de una raza que recurría a asombrosos poderes mágicos que permitían el transporte aéreo de grandes bloques de piedra.

l recuerdo claro de la conexión celeste y de la realidad del vuelo posible, en la antigüedad. 

ORÍGENES INICIATICOS

Pero vayamos a los orígenes de esta isla absolutamente mágica: Pensile Lawrence, uno de los transmisores vivos de la historia esotérica de Pohnpei, me contó por fin, al cabo de dos interminables semanas de evasivas y de negativas a la ansiada entrevista, esta historia de sus orígenes:

"Nueve parejas - nueve mujeres y nueve hombres - erraban en una canoa por el ancho mar, buscando una tierra nueva en la que establecerse. En esto pensaban cuando se toparon con un pulpo hembra de nombre Letakika.

Cuando éste averiguó el motivo de su viaje, les indicó un lugar del océano en el que había una roca que surgía por encima de las olas. Las nueve parejas prosiguieron su camino y hallaron la roca. Sobre ella comenzaron a construir la isla.

Luego, dejaron en ella a una pareja, un hombre y una mujer, mientras que el resto volvieron a marchar. El nombre del hombre que se quedó en la isla no tiene importancia; no tenía nombre. Sí lo tenía el de la mujer: se llamaba Lemuetu. Lemuetu es la primera madre de Pohnpei. Por ello sus habitantes se asientan sobre un matriarcado. En su canoa, las nueve parejas llevaban alimentos para comer y para plantar en la nueva tierra."




Este escueto y a la vez completo relato iniciático sobre los orígenes de la roca prima de Pohnpei, es un compendio de conocimientos ocultos.

Aquí, en el breve espacio de un artículo, no ha lugar para explicaciones más amplias, que sí están recogidas en cambio en mi libro Sobre el secreto (Plaza & Janés Editores, 1985). Apuntaré aquí solamente que el 9 es - para las empresas de la especie humana - el símbolo del nacimiento.

Entre otras, lo refleja así claramente por ejemplo la cábala lingüística de las voces "nueve-nuevo-nave-huevo" ("novem-novum-navis-ovum"), que cobra todo su vigor en el gay saber de los argotiers, en el argot de aquellos que construían la obra en el país del gallo, en la Galia: "neuf-neuf-nef-oeuf".

En el relato pohnpeyano reaparecen estos mismos elementos: la nave, tripulada por nueve parejas, para construir un país nuevo, lo cual significa un nacimiento, simbolizado por el huevo. 

EL VIAJE DE NOÉ

Ahora bien, las características de la nave-canoa, con alimentos y plantas parta sembrar en el país nuevo, el hallazgo de una roca de tierra firme sobre la cual establecer un nuevo núcleo humano, la indicación de la cercanía de la nueva tierra por parte de un animal - aquí es un pulpo - la equiparan a la nave-arca de Noé que navega igualmente en busca de la nueva tierra.

Y en la misma cábala lingüística de quienes construyen bajo el signo del gallo, Noé es la radical de Noëlle, la natividad, el nacimiento. Con lo que seguimos en la constante 9 indicada en el relato primo de Pohnpei: en 9 ciclos (=meses) se forma (= nace) el ser humano. 

Y - como no podía ser menos - exactamente cada 9 meses se reunían en Salapwuk - en cuyas espesuras se conserva la roca original de la isla, aquella que sirvió para su nacimiento - el principal lugar de culto de Pohnpei, todos los iniciados, para unas celebraciones a las cuales estaba vedada la asistencia a todo extraño. 

EN EL SECRETO SANTUARIO DEL PACIFICO

Aventurarse en las espesuras de los montes de Salapwuk, en el reino de Kiti, puede llegar a constituir una de las experiencias más cautivantes en la vida de cualquier persona que busca. Como puede también convertirse en un sendero sin retorno. O ser simplemente una excursión por la jungla. Todo depende de la motivación con que uno emprende la ascensión hasta el núcleo habitado más elevado de Pohnpei.

Allí se halla el germen inicial de todo cuanto tiene que ver con los misterios de la isla. 

La lenta ascensión a pie a través de la jungla propicia el que solamente llegue hasta Salapwuk aquél a quien los celadores del santuario se lo permiten. Tanto es así, que Miquel y yo fuimos los primeros extranjeros que han llegado a pisar aquellos parajes vírgenes.

En busca del lago de agua dulce en el que, en las alturas de Kiti, crecía la misma hierba que crece abajo en el mar. 

LA AVENTURA DE LA BÚSQUEDA

Días antes le había preguntado a Masao - uno de los iniciados de la isla - por el significado del nombre 'Salapwuk':

"Allí hay una roca. Cuando la veas, sabrás por qué se llama Salapwuk", me contestó escuetamente, para advertirme a renglón seguido: "Si logras subir con los contactos adecuados a las montañas, los celadores del lugar te mostrarán algo si creen que eres merecedor de ello; pero jamás te permitirán acceder a las cosas secretas que allí hay."

Pronto tendría que darle la razón. 

Tras el largo ascenso hacia las cabañas de Pernis Washndon - el celador visible (que no máximo) de los selváticos montes de Kiti - la primera condición que éste me impuso fue el mutuo silencio sobre lo que allí hablaríamos, compromiso que por supuesto no voy a romper, por lo cual solamente reflejaré aquí parte de aquello que no atañe al mismo.

Después de lo cual comprobaría que los distintos vigías de la jungla montañosa estaban informados de nuestra presencia. Entrada ya la noche, acudieron una serie de hombres, con alguno de los cuales nos habíamos cruzado ya en nuestro camino de ascenso. Pero otros acudieron de zonas aún más altas.

En un momento nos vimos acosados por primero tres, e inmediatamente dos más, en total cinco de aquellos guardianes de Salapwuk que, machete en mano y a dos palmos de nosotros - que estábamos hombro con hombro intentando captar aquella situación - imponían la prudencia por encima de cualquier otra reacción.

Tuvimos el segundo justo para confirmarnos mutuamente que aquello se salía de lo normal y podía derivar en algo feo si dábamos un paso en falso, cuando comenzaron a someterme alternativamente los cinco a un severo interrogatorio acerca del motivo auténtico de nuestra presencia en Salapwuk.

Sólo al cabo de un buen rato de esfuerzos por no perder parte del terreno tan pacientemente ganado, logré restarle gravedad a la tensión que evidentemente se había creado. 

Miquel y yo nos turnamos para dormir aquella noche tan fascinantemente intrigante como incómoda y al día siguiente nos internamos desarmados en las espesuras de la parte superior de Salapwuk, guiados por lugareños armados, circunstancia que nos impidió adoptar una postura de fuerza cuando se repitió un grave episodio de tensión entre ellos y nosotros.

"Un comentario más y os pueden matar aquí mismo", nos avisó la bonita Carmelida, que nos hacía de intérprete y que la víspera, advertida por Pernis Washndon de que guardara silencio sobre el contenido de nuestra conversación, comentó: "Si estuviera loca, hablaría."

Los guardianes cumplieron perfectamente su cometido, puesto que regresamos después de un día de caminata a pie descalzo por la jungla, sin haber visto el enclave que yo buscaba.

El lugar en el que, en épocas pasadas, cuando se producía alguna sequía anómala, los chamanes invocaban la llegada de la lluvia, que no tardaba en presentarse, después de haber clavado el sacerdote una vara en una abertura del terreno.

Era exactamente la historia que ocho años antes me había contado el superior del santuario de Aishmuqam, en la antigua ruta de los mercaderes que desde el Afganistán se dirigían a la capital de Cachemira, Srinagar.

Guardaban allí el bastón de Musa (Moisés), que solamente se usaba en aquel extremo norteño de la India para invocar la llegada de la lluvia, o el fin de una epidemia, siempre con inmediato resultado positivo. 

EL TAPÓN DEL MISTERIO

De cuanto se puede explicar, lo más importante que me traje de las espesuras de Salapwuk fue la explicación de su celador visible, Pernis Washndon, de que estos montes y la isla misma no constituían más - como su propio nombre esotérico ("Sobre el secreto") indica - que un tapón que esconde, al tiempo que señaliza, el emplazamiento del auténtico misterio que se oculta en sus profundidades. 

No tardaría en averiguar que este misterio guardaba estrecha relación con las noticias aparecidas a finales de los años 30 en la Prensa alemana. 

De regreso del reino de Kiti pude ya, con lo averiguado en Salapwuk, poner todo mi empeño en averiguar el motivo de la existencia en la isla de una ciudad construida sobre islotes artificiales, aprovechando su arrecife coralífero. 

Para ello había que remontarse a la aparición en la isla, en épocas remotas, de una pareja de instructores llegados desde el aire, en una nube, con la finalidad de buscar un emplazamiento idóneo para la construcción de una ciudad-santuario. 

Hallaron este emplazamiento en un lugar en el que vieron luces bajo el agua, en el mar. Supieron por ellas que era éste el lugar en el que debían construir una ciudad provocativamente distinta, sobre islotes artificiales, para señalizar la singularidad de aquel lugar. 

Porque las luces que vieron les indicaban la existencia, allí, de construcciones artificiales muchísimo más antiguas, sumergidas bajo las aguas litorales de Pohnpei. Allí estaba el inicio del ovillo que conducía al secreto que daba nombre y significado a la isla. 

Todo un reto para esoteristas, arqueólogos e historiadores. 

LOS GRANDES INICIADOS

El Corán, en la Sura 18, habla de Al Raqim, la tabla que contiene las claves de la iniciación en la cueva.

En Pohnpei los Sau Rakim fueron antiguamente los grandes iniciados - ya no queda ninguno hoy en día - que guardaban los secretos y no los compartían con las demás personas. Los mantenían ocultos, ya que de otra forma eran castigados con la muerte.

Cuenta la tradición que conocían todas las antiguas historias de Pohnpei, y que cuando morían comenzaba a llover, a relampaguear y a tronar. Algo similar - se suceden en esta isla las conexiones planetarias - a lo que sucedió con motivo de la crucifixión de Jesús. 

LOS TSAMORO, SOCIEDAD SECRETA DE POHNPEI

Por debajo de los Sau Rakim, que eran los máximos iniciados de la isla, existía una sociedad secreta, la sociedad de los tsamoro.

Los jefes de tribu se constituían automáticamente en miembros de esta sociedad, mientras que a los demás tsamoro se les exigía una demostración de sus aptitudes en el plazo de un tiempo de prueba de varios años de duración. Esta demostración consistía en el conocimiento de la lengua de la sociedad, que no era la del pueblo. Era por lo tanto un argot, una lengua de los argotiers, por lo tanto de los argo-nautas.

Los tsamoro se reunían una vez al año en un lugar sagrado, rodeado de muros de piedra. El acceso les estaba vedado a los no iniciados, bajo pena de muerte inmediata. Durante sus reuniones secretas, los elegidos bebían sakau y cada uno ofrecía un recipiente de esta bebida sagrada a los seres superiores.

Explicaré enseguida en qué consiste esta bebida.

Valga decir antes aún que el jefe de la hermandad secreta de los tsamoro tenía su sede en estos montes de Salapwuk en cuya jungla me hallaba, y en donde cada nueve meses se reunían todos los iniciados para un encuentro de cuatro días de duración. 

UNA VEZ MAS EL CLICHÉ DEL DILUVIO

Averigüé en las oscuras noches de la jungla que existen allí narraciones legendarias que apuntan claramente hacia el recuerdo de una inundación total de la isla, o sea de un diluvio (para ellos obviamente universal).

Literalmente:

"Las inundaciones arrancaron toda la tierra de la isla" - dicen las tradiciones.

Después de haberse retirado nuevamente las aguas, alguien procedió a reconstruir un túmulo de rocas en Salapwuk, en el reino de Kiti.

Pernis Washndon (el celador de los misterios de estos montes) me dijo en este contexto que Salapwuk no era más que el tapón que tapaba un secreto que se encerraba debajo del lugar que estábamos pisando.

Y considerando que Salapwuk debe su razón de ser - como ya vimos en el anterior número de "Más Allá" - a la primera piedra, a la piedra angular, obligado es aportar aquí el dato de que en el texto apócrifo Testamento de Salomón, la piedra angular es aquella que se pone encima de la puerta del templo. 

EL RITUAL DEL SAKAU

La ceremonia del sakau es celebrada por todos los pohnpeyanos diariamente, al anochecer. Según ellos, es una bebida proporcionada antiguamente por los seres superiores, como vehículo de comunicación con ellos. Tanto es así, que en el escudo o emblema oficial del actual estado de Pohnpei aparecen juntas las ruinas de Nan Madol y un cuenco de coco conteniendo el sakau.

Nosotros tomamos nuestro primer trago en el marco de un festivo agasajo del que nos hizo objeto una familia que ocupaba el pequeño islote de Takaieu, en los arrecifes que rodean a la isla central de Pohnpei. 

El ritual ancestral que seguimos para tomar la bebida de la conexión celeste fue el siguiente: en primer lugar, durante el día fuimos recogiendo raíces de sakau (kawa-kawa, cuyo nombre botánico es 'piper methysticum'). Al anochece, fuimos disponiendo hojas de banana debajo de una gran piedra plana, de hecho una plancha de piedra.

La cantidad de hojas de palma depende siempre del mayor o menor rango del personaje principal que asiste a la ceremonia. Inmediatamente después lavamos cuidadosamente con agua las raíces y la plancha de piedra, hasta dejarla completamente limpia. 

Mientras esto hacíamos en el interior de la amplia cabaña, en el exterior otros lugareños se encargaron simultáneamente de arrancar largas tiras de corteza de hibisco. Inmediatamente comenzó el ritual de ir machacando con piedras las raíces de sakau, dispuestas sobre la plancha de piedra. Esta plancha - de basalto - tiene un sonido metálico al golpearla con las piedras que sirven para machacar las raíces de sakau, y los oficiantes comenzaron por golpearla para señalar el inicio de la ceremonia en sí. 

Cuando las raíces ya estuvieron prácticamente trituradas - en cuyo proceso intervinieron seis oficiantes sentados alrededor de la piedra-base - se hizo perceptible el ritmo del repiqueteo de las piedras. Este ritmo, aplicado al unísono por todos los que están machacando las raíces, depende a su vez también del rango de la persona principal presente en la ceremonia, siendo el ritmo final idéntico al que se percibe escuchando el tamborcillo de mano de cualquier oficiante en cualquier lamasería del área Himalaya.

Cuando ya estuvo completamente triturada la raíz de sakau, la salpicamos con agua fresca, al igual que las tiras de corteza de hibisco. Inmediatamente nuestros anfitriones pasaron a amasar las raíces trituradas con agua, mientras otros ya habían dispuesto la corteza en un extremo de la piedra de sakau, para irla rellenando con la masa de raíces.

Esta fue envuelta - liada - completamente en la corteza, hasta formar un largo y grueso canuto que luego uno de ellos fue exprimiendo con lentitud y fuerza para que el jugo resultante se escurriera en un cuenco de coco. Nos lo tendieron para iniciar la ingestión, tras lo cual lo fuimos ofreciendo a cada uno de los presentes, como es costumbre entre ellos. 

Es un jugo espeso, marrón, amargo y refrescante, que tiene la ventaja de no contener las fibras de la yuca masticada por las mujeres de la tribu, que ingerí con la chicha durante mi convivencia con los jívaros del curso alto del río Santiago, en la selva ecuatoriana. 

Lo que ingerimos aquí, en Pohnpei, es una droga adormecedora, la kawaína, cuyos efectos se comienzan a advertir en una insensibilización de los labios y de la punta de la lengua. Es un principio activo modificador del sistema nervioso, que produce la parálisis de las fibras centrípedas. El abuso de su ingesta puede conducir finalmente a una caquexia mortal.

De todas formas, esto no se da entre los habitantes de Pohnpei, que saben dosificarse perfectamente su ración diaria de sakau.

Precisamente porque no toman el sakau por drogadicción, sino porque constituye para ellos ancestralmente un vehículo de comunicación sagrado. De comunicación con seres superiores.

Vayamos pues a la comunicación celeste de los antiguos habitantes de esta pequeña isla - más pequeña que, por ejemplo, Ibiza. 

PADRE EXTRATERRESTRE Y MADRE TERRESTRE

Comienza la conexión celeste de los antiguos pohnpeyanos con un hombre llamado Kanekin Zapatan, descendido de las alturas, de un lugar desconocido, a Pohnpei, acompañado de un grupo de personas que sabían volar.

Kanekin Zapatan se fija en la hija de un jefe nativo. Tenemos así a un hombre descendido del cielo que se casa con una mujer terrestre. Ya conocemos eso de los textos bíblicos.

Urgido para el regreso por sus acompañantes, reclama sus alas y su aditivo capilar - un casco que llevaba - para poder reunirse en las alturas con los suyos.

Le acompaña también su mujer, y literalmente dice la tradición:

"Metió a la mujer en el cabello y alrededor de él ajustó el nudo".

¿Cabría en aquella remota época mejor concreción para indicar que le puso un casco, imprescindible para levantar el vuelo?

Huye pues con la hija del jefe nativo, que en el trayecto da a luz a un niño distinto, dotado de grandes poderes mágicos. Este niño se llamará Luk, al que dejan en tierra mientras ellos prosiguen su vuelo. Más adelante Luk enciende una hoguera, para ascender en su humo, sobre un tambor, al cielo, imagen ésta que puede equipararse a la del despegue de un cohete portador de una cápsula tripulada.

Al reencontrarse con sus padres les recuerda que "me engendrasteis en la Tierra".

La narración también afirma de él que "sabía andar sobre el mar". Se suceden los símiles con pasajes bíblicos.

DOMINABAN LA TÉCNICA DEL VUELO

"En aquella época" - me cuenta Masao al pie del camino que conduce hacia Nan Madol - "la raza de los hombres era distinta. Estaban más dotados, ya que eran capaces de transformar la piedra y de efectuar trabajos muy difíciles en la misma, pero esta gente habilidosa ya no existe hoy en Pohnpei. Hoy ya no son como la gente de antes, son distintos, ya que aquéllos poseían poderes mágicos y eran fuertes."

Un curioso invento lo constituyen los sacos voladores que aparecen en algún que otro relato de los tiempos antiguos de la isla. Se trataba de vehículos volantes de gran movilidad con capacidad para un solo tripulante. Incluso quedan narraciones que refieren combates entre varios de estos sacos voladores.

En relación con este tema, le pregunté a Masao si antiguamente habían existido en la isla hombres voladores.




"¿Hombres volantes? No. No volaban propiamente, sino que penetraban en grandes pájaros, pronunciaban palabras mágicas, el pájaro se alzaba y volaba con ellos dentro. Construyeron pájaros voladores con árboles."

DOS HERMANOS CON PODERES MÁGICOS

Es hora ya de que me refiera al principal enigma que plantea esta isla: la ciudad muerta de Nan Madol.

Para ello hay que remontarse nuevamente a los relatos tradicionales de los nativos. Cuentan éstos que muchísimo tiempo después de la llegada de la primera canoa con las nueve parejas (ver "Más Allá" n°...), hacen aparición en la isla dos hermanos: Olosipe y Olosaupa. Con ellos comienza el enigma de la ciudad de Nan Madol.

El único recuerdo ancestral que los nativos conservan sobre la construcción de dicha ciudad, es el que refiere su origen a la actuación, absolutamente mágica, de estos dos personajes.

Nadie sabe de dónde vinieron; llegaron en una nube y descendieron en Sokehs, en el norte de la isla. Eran constructores, ingenieros, arquitectos extraordinariamente inteligentes y dotados de poderosos recursos mágicos. Pero además sacerdotes e instructores, que sacaron a los pohnpeyanos de su ignorancia y de su primitivismo.

Llegaron a Pohnpei para edificar allí un santuario consagrado a un protector de la tierra y del mar: la anguila, desde entonces el animal totémico por excelencia de Pohnpei.

Hay que tener en cuenta que el pohnpeyano no adora a la anguila misma como animal, sino por lo que éste representa: en su cuerpo habita el espíritu, la divinidad. La anguila es así un vehículo de la divinidad. Como lo es la serpiente para los aborígenes australianos y para los pueblos mesoamericanos, entre otros. ¿Y por qué en Pohnpei no aparece la figura de la serpiente, cobrando vigor, en su lugar, la de la anguila? Pues porque es el único animal que el nativo pohnpeyano puede asimilar a la imagen de una serpiente, por la sencilla razón de que en su pequeña isla las serpientes no existen.

Pero volvamos al propósito de Olosipe y Olosaupa: erigirle un santuario a esta anguila sagrada.

Siendo la anguila una serpiente acuática, el santuario debía erigirse en un lugar que fuera a la vez mar y tierra: el arrecife coralífero que rodea a la isla.

EL FEUDO DE LOS REYES DEL SOL

Recorrieron, pues, la costa de la isla desde el promontorio de Sokehs, en el Norte, en busca de un lugar idóneo. Lo hallaron en un lugar llamado Sau Nalan, cuyo significado era el Sol. El santuario debía recibir el nombre de Nanisounsap, que significa "lugar del rey del Sol".

Pensile Lawrence, transmisor ya citado del conocimiento esotérico de Pohnpei, me confesaría:

"Se decidieron por el actual enclave de Nan Madol, puesto que en aquel lugar preciso observaron luces extrañas en el mar."

De acuerdo también con la versión esotérica, debajo de Nan Madol yace Kanimeiso, la "ciudad de nadie".

Por ende, cabe comentar aquí que todo el simbolismo de la construcción del santuario apunta hacia el feudo de los reyes del Sol: Nan Tauas, la construcción principal del conjunto, se halla en el vértice oriental (hacia donde sale el Sol) de Nanisounsap (el lugar del rey del Sol), erigido a su vez en el extremo oriental de Sau Nalan (el Sol), que a su vez constituye el flanco oriental, o sea de la salida del Sol, de la isla de Pohnpei.

TRANSPORTE AÉREO

Cuando regresamos de la jungla de Salapwuk, nos instalamos pues en el minúsculo y paradisíaco islote de Joy Island (antiguamente Nahnningi, el "pedazo de tierra pescado del fondo del mar", o sea un trozo del paraíso, puesto que eso es para los pohnpeyanos el fondo del mar).

En el islote sólo vivía Nahzy Susumu.

Con él, con nuestra compañera, guía e intérprete Carmelida Gargina, con los grandes cangrejos cocoteros, dos perros y algunos cerdos, con las rayas y con las crías y algún que otro padre de tiburón y con la desdichada morena que pescó Carmelida a golpe limpio de mi machete para cocerla luego aún medio viva en las brasas de nuestra hoguera, compartimos las inolvidables y solitarias noches de este mágico arrecife coralífero del Pacífico.

¿Mágico?: Absolutamente mágico. De día, íbamos a visitar desde allí las cercanas ruinas de Nan Madol: 91 islotes artificiales construidos sobre el arrecife, a base de la superposición - única en el mundo - de enormes columnas de basalto. Analizamos todas las posibilidades que podían ofrecerse de transportar estas columnas desde la cantera que se hallaba al norte de la isla, hasta el enclave en que habían sido apiladas en Nan Madol.

Por tierra, imposible, dado que la espesa jungla que cubría toda la isla, y los intrincados manglares que se extendían a lo largo de la costa, hacían imposible el transporte de estos enormes bloques de piedra.

Cabía la posibilidad de un transporte por mar, a lo largo del arrecife.

Miquel Amat, experto navegante, me comentó sin embargo que la única posibilidad habría sido, en época tan lejana, el sujetar cada columna de piedra debajo de una enorme balsa, para evitar que esta zozobrara y se hundiera.

Pero entonces, ¿cómo habrían podido salvar la barrera coralífera con la que habrían topado? El transporte era a todas luces imposible. Excepto para los iniciados, aquellos privilegiados isleños que conocían la historia auténtica de su tierra.

A la luz de la hoguera, en noche de plenilunio, un descendiente de tsamoro me confió que para ellos no es ningún secreto el que Olosipe y Olosaupa, los dos hermanos constructores, estaban dotados de un extraordinario poder mágico:

"Convocaron a todas las piedras para que vinieran por sí solas y formaran las imponentes construcciones. Olosipe y Olosaupa llamaron a las piedras que estaban en Sokehs. Estas oyeron su llamada mágica y acudieron volando junto a los dos hermanos.

Por procedimientos mágicos éstos ordenaron a cada uno de los grandes bloques de piedra que ocupara su sitio correspondiente en las construcciones. Tal es la forma en que se construyó Nan Madol."

Quien se sonría ante mi ingenuidad, recuerde las palabras del jefe hopi White Bear, cuando explica - sin tener ni la más remota idea de lo que cuentan los transmisores del conocimiento en Pohnpei - que exactamente este corte y trasporte de enormes bloques de piedra es lo que los katchinas - seres que dominaban el secreto del vuelo - enseñaron a los antepasados de los indios hopi, hoy asentados en Arizona, y que por su parte afirman proceder del Pacífico.

Es más: vimos que en la relación solar de todo el simbolismo construccional y de emplazamiento del santuario del rey del Sol - Nanisounsap - el edificio principal, Nan Tauas, ocupaba el vértice más oriental, o sea dirigido al Sol naciente.

Pues bien, Tauas significa en lenguaje hopi exactamente esto mismo: Sol.

EL MISTERIO ESTA DEBAJO

Todo esto no son más que los testimonios visibles y averiguables - cuando se pregunta con tiento - de los enigmas que presenta la isla de Pohnpei. Ocultos quedan sus auténticos misterios. O su auténtico misterio.

Aquél que está implícito en el propio nombre de Pohnpei: "Sobre el secreto".

Tuve que desandar la selva monte arriba para que en lo alto del reino de Kiti, en Salapwuk, uno de los principales celadores del secreto me dijera que la isla que estábamos pisando no era más que el tapón puesto encima de un gran secreto que se escondía debajo, razón y origen de la sociedad secreta que allí funcionaba.

Tuve que cruzar luego los manglares y navegar hasta Nahnningi, y por ende explorar las ya devastadas ruinas de la ciudad prohibida de Nan Madol, para ir arrancándoles a algunos nativos iniciados la confesión de que Nan Madol no es más que una señal en forma de desafiante ciudad que indica que frente a su muralla externa, allí donde moran los tiburones, se esconde bajo las aguas otra ciudad de construcción muchísimo más antigua.

Sendas expediciones australiana, norteamericana y japonesa confirman que allí, a nueve metros de profundidad, descubrieron los vértices superiores de diez columnas verticales de 20 metros de altura cada una.

Nadie explica lo que ha encontrado agua abajo de estas diez columnas submarinas, de una cultura absolutamente distinta a la de los constructores de Nan Madol: éstos dispusieron la totalidad de los bloques de basalto en forma horizontal, mientras que las mencionadas columnas submarinas se hallan todas en posición vertical. 

Pero eso es solamente el principio de lo que allí se esconde. Quedan para el recuerdo más reciente los sarcófagos de platino extraídos de allí entre las dos guerras mundiales por los buzos japoneses. Y para el más remoto, las luces vistas en este punto del mar por los instructores y constructores Olosipe y Olosaupa, que supieron así en dónde debían erigirle un santuario a la anguila sagrada.

El motivo de este artículo ahora, al cabo de siete años de haber visitado la isla, no es otro que el de remozar la memoria y dejar constancia de este misterio para las generaciones futuras, para las quePohnpei no será más que una diminuta isla en el Pacífico, invadida por el moderno turismo motorizado japonés.

Les debía este homenaje a los Sau Rakim de Pohn Pei, que supieron desaparecer sin haber narrado más que una parte de su saber, testimoniando así su pertenencia a la universal comunidad de iniciados.

El buen amigo, periodista, viajero, buscador y aventurero catalán Jorge Juan Sánchez García, que visitó Pohnpei en el mes de octubre de 1990, me comunica que desde mi estancia en la isla murió el celador de Salapwuk, Pernis Washndon, y se suicidó el joven y solitario Nahzy Susumu, que registraba el paso de cualquier extranjero a Nan Madol.

La sociedad secreta de los tsamoro no traiciona sus principios.

por Andreas Faber-Kaiser
1991

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