domingo, 16 de septiembre de 2018

¿Quienes fueron los Colonizadores Espaciales de las Américas ? (I)

Resultado de imagen de aliens colonizers of americaEl continente americano es otra porción del planeta que guarda las misteriosas marcas del pasaje de extraterrestres por la historia: Palenque, el dios Quetzalcóatl, las figuras de Nazca, el candelabro de Paracas, las Piedras de Ica… y tantos otros interrogantes.

Cuando el doctor Alberto Ruz Lhuiller entró por primera vez al interior de la pirámide de Palenque, ya debía tener la intuición de que encontraría algo muy interesante. Como miembro del Instituto Nacional de Antropología de México, él conocía lo suficiente de la cultura maya para presentir que aquella pirámide en peldaños contenía alguna cosa especial, lo bastante para colocar su nombre definitivamente en los anales del Instituto.

La pirámide de Palenque queda en la entrada de la península de Yucatán, el gran brazo de tierra que separa el golfo de México del mar del Caribe. Palenque forma parte de un gran complejo de ruinas que testimonian la presencia de la civilización maya en el territorio que hoy pertenece a cuatro países: México, Guatemala, Honduras y Belice.





En el día 15 de julio de 1952, Alberto Lhuller (el descubridor de la pirámide de Palenque) y una pequeña expedición científica se aventuraban a penetrar en aquella enorme construcción. He aquí su relato:

“En el día 15, pudimos mover la piedra y entrar en la misteriosa cámara que veníamos procurando tan ansiosamente desde 1949. El momento de trasponer el umbral fue, por cierto, de indescriptible emoción.

Resultado de imagen de Colonizadores Espaciales de las AméricasYo estaba en una cripta espaciosa, que parecía tallada en hielo, pues tenía paredes cubiertas por una capa calcárea lustrosa, y las numerosas estalactitas que pendían de las bóvedas como cortinas, y las grandes estalagmitas suscitaban la impresión de enormes cilios. Esas formaciones calcáreas eran resultado del agua de lluvia que se filtraba a través de la pirámide durante mil años.”

En las paredes del templo, enormes figuras representaban los guardias del sarcófago. Todos ellos poseían pico de ave y las largas plumas del pájaro místico quetzal, que representaba Quetzalcóatl el dios Venus para los mayas. En el centro del templo, un enorme monolito tapaba un sarcófago inviolado.

Ahora ya acostumbrado con los grandiosos monumentos de la civilización maya, el doctor Alberto Lhuiller se espantó con el tamaño del sarcófago: “Lo que más me sorprendió en esta cripta fue el enorme monumento que la ocupaba casi toda. Imaginen una piedra horizontal de 3,80 por 2,20 m, esculpida de los lados y en la cara superior, reposando sobre un bloque monolítico cuyos lados son igualmente esculpidos”.

El monolito pesaba seis toneladas y la expedición tuvo que erguirlo con los únicos instrumentos a disposición en el interior de la pirámide: dos macacos de automóvil. Y lo que ellos vieron no los decepcionó.

En el interior del sarcófago había un esqueleto de un hombre de 40 a 50 años, con una máscara de jade y perlas en las manos. Aparentemente, nada había en él de anormal, a no ser el hecho de poseer 1,73 de altura, cuando los mayas nunca pasaban de 1,55 m.

El mayor choque sucedió cuando las linternas iluminaron la laja de seis toneladas que protegía los restos de aquel ser. En aquel monolito de casi 4 m de altura estaba registrada la descripción más explícita, hasta ahora encontrada, de un astronauta de la Antigüedad en el comando de su nave.

Cualquier cabeza libre de preconceptos puede percibir que aquella laja registra un ser manejando comandos manuales y pedales, mirando a través de un visor en dirección a símbolos celestes. Este ser parece estar instalado en el interior de una nave de características contemporáneas, en la cual existen llamaradas de fuego saliendo de su parte trasera.

Obviamente, es extraño un astronauta andrajoso, como un indio, comandando una nave espacial. Mas no se debe encarar esta representación como un retrato realista. Los escultores de aquella laja probablemente no vieron la nave y su ocupante, pero supieron de sus características a través de relatos pasados de generación en generación.

Palenque es apenas uno de los misteriosos monumentos de piedra encontrados por las Américas. Por eso ninguno hasta hoy sabe responder con absoluta certeza cuál era la función de aquellas inmensas y perfectas construcciones de roca que el tiempo no destruyó.

La tradición de los pueblos americanos habla de gigantes y dioses venidos del espacio a bordo de naves voladoras, pero la antropología oficial no acepta cualquier relación entre esas leyendas y las construcciones titánicas, y no explica tampoco otras cosas:

 los mayas tenían un calendario astronómico y astrológico avanzadísimo, mas aparentemente desconocían la rueda; cada escalón de las pirámides mayas fue construido según una orientación milimétrica de esos calendarios; los mayas sabían que Venus tiene 584 días por año, y calcularon que el año terrestre tendría 365,2420 días (las computadoras modernas afirman que el año exactamente es de 365,2422 días); sus tablas astronómicas abarcan períodos de 400 mil años.

¿Los mayas aprendieron esas cosas por sí mismos? ¿Cómo puede un pueblo de conocimientos tan impresionantes entregarse a la práctica de sacrificios sangrientos de sus niños y jóvenes, en honra de los dioses? 

¿Quién enseñó esos conocimientos a los mayas?

Popol Vuh: El libro sagrado de los mayas

Veamos algunos trechos del Popol Vuh, este libro de los mayas escrito en la lengua quichua. Infelizmente, la traducción fue adulterada en parte por traductores españoles, pero no deja de ser muy interesante:

“El nombre del lugar para el cual (los dioses) Balam-Quitzé, Balam-Acabe Iqui Balam se dirigieron a la caverna de Tula, siete cavernas, siete gargantas. También los Tamub y los Ilocab se mudaron allí. Era este el nombre de la ciudad donde recepcionaron a sus dioses… Unos, después otros, dejaron los dioses atrás, y Hacavitz fue el primero… También Mahucutah abandonó su dios. No en tanto, Hacavitz no se escondió en la floresta, mas desapareció en el interior de una montaña desnuda…”

¿Eso no parece la versión de un motín de los colonizadores?

Sigue el Popol Vuh: “Dice que (los primeros hombres) fueron creados y moldeados; no tuvieron madre ni padre, pero, a pesar de eso, eran llamados hombres. No fueron nacidos de una mujer, no fueron producidos por un creador o formador, ni por Alom y Caholom, mas sí creados y formados por milagro, por encanto…”.

Y Popol Vuh parece tener también su propia versión del Diluvio:

“(Los dioses) miraban a la distancia y podían discernir lo que sucedía en el mundo. Cuando ellos miraban, veían todo alrededor, la cúpula del cielo y el interior de la Tierra. Sin moverse, ellos veían que todo se ocultaba en la distancia. Ellos veían de una sola vez el mundo entero del lugar que estaban. Su sabiduría era grande. Sus ojos alcanzaban cada arboleda y montaña y lago, cada colina, mar y valle. En verdad, ellos eran hombres asombrosos.

”Entonces los dioses cubrían sus ojos con un velo e hicieron que las cosas se empañaran como cuando el hálito toca el espejo. Entonces ellos sólo pudieron ver lo que estaba cerca y claro. Así, ellos destruían todo el conocimiento de los primeros hombres.”

Existen semejanzas entre el Popol Vuh y el Viejo Testamento que dispensan mayores comentarios, como esta extraída de la Parte 2, Capítulo 2:

“Para toda aquella gente, la naturaleza de tal árbol era maravillosa, por lo que sucedió en el momento en que pusieron entre sus gajos la cabeza de Hun Hunahpu. Y los señores de Xibalbá ordenaron: ‘¡que nadie venga a recoger de esta fruta! Que nadie venga a ponerse debajo de este árbol!’”

Recordemos una vez más que este es el libro sagrado de los quichuas, uno de los pueblos que hicieron parte de la civilización maya, y que fue escrito muchos años antes de que los españoles surgieran con la Biblia, uno de sus más poderosos instrumentos de dominación.
Quetzalcóatl

“Quetzalcóatl” es una mezcla de las palabras “pájaro” (quetzal) y “serpiente del agua” (cóatl). Quetzalcóatl era adorado por los aztecas como el Gobernante divino de la segunda Era, la Serpiente Emplumada, el Pájaro del Trueno, el Lucero de la Mañana. Tradicionalmente, era identificado con el planeta Venus.





Cuentan las tradiciones aztecas que Quetzalcóatl vino de una tierra extraña del Sol naciente, en trajes claros, y que usaba barba. Enseñó al pueblo todas las ciencias, artes y costumbres, y bajó sabias leyes. Hizo el maíz crecer cuando el algodón ya nacía colorido. Un día salió en dirección al mar, embarcado en un navío que lo llevó hasta la “estrella del alba”.

Curiosamente, ¿esa historia no es muy semejante a la leyenda del Oannes de Sumeria, distante millares de kilómetros de Mesoamérica? Por lo tanto, ¿qué habría en común entre los sumerios y los aztecas? ¿La Atlántida?

La leyenda todavía cuenta que Quetzalcóatl se estableció en Teotihuacán, la monumental ciudad religiosa que hoy se encuentra en territorio mexicano. Y “Teo-Ti-Hua-Khan”, en el antiguo Egipto, significaba “la cabeza de la ciudad de dios, la capital consagrada al Sol”.

O bien podemos notar que antes del Gran Imperio Inca, los tiahuanacos, a orillas del Lago Titicaca (Perú) conocieron a un símil de Quetzalcoátl: Viracocha, otro “dios instructor”. Las similitudes entre las historias de ambos es más que evidente.
Las Figuras de Nazca

En el día 22 de junio de 1939, a pocas semanas del inicio de la Segunda Guerra Mundial, el astrónomo norteamericano Paul Kosok sobrevolaba el Sur del Perú cuando avistó algo en la superficie que lo dejó aterrorizado. Él corrió hasta la cabina del piloto de la Fawcett Lines, pero el piloto no se espantó con las marcas que se veían allá abajo. En verdad, ellos ya conocían aquella faja desértica cerca de la frontera chilena como “los terrenos de aterrizaje pre-históricos”.

Estos terrenos están en Nazca y representan uno de los más gigantescos complejos de obras humanas de la Antigüedad. Son figuras inmensas de animales dibujados en el suelo, mezclados con las rectas paralelas y perpendiculares que recuerdan inmediatamente las pistas de los modernos aeropuertos.

Nazca es uno de los terrenos más secos de todo el mundo. El grado de precipitación es “cero”, simplemente no llueve en Nazca, por eso, no existe mejor lugar para registrarse las marcas en la piedra, marcas que duran millares de años.

Algunos de los animales miden más de 100 m, y son decenas, representando, entre otras cosas, una iguana, arañas, macacos, pájaros, un perro, un pica-flor, peces, ballenas, fragatas, un pájaro con pescuezo de serpiente, papagallos y simples caracoles.

Los diseños son de soluciones gráficas muy elaboradas e inteligentes, hasta para nuestros tiempos. Los antiguos habitantes de Nazca dibujaron en el suelo cada animal con una sola línea continua, que nunca se cruza. La precisión y la inteligencia de los trazos es patente, siendo que dos de aquellos animales impresionan particularmente por su avanzadísima concepción visual: una araña y un picaflor.

¿Para que servían esos dibujos? No existe ninguna respuesta definitiva. Algunos hablan de danzas rituales que seguían en fila por las concavidades del suelo, otros hablan de una representación astronómica grabada en el suelo, y hay quien habla de un campo de aterrizaje para las astronaves.

Una cosa es indiscutible: los dibujos de Nazca fueron orientados a lo alto. Al nivel del suelo, ellos no tienen el menor sentido; son apenas líneas sin lógica esparcidas por del desierto.
Los Misterios de Paracas

A pocos kilómetros de Nazca, en la costa peruana, se encuentra el “candelabro” de Paracas. Está cavado en la roca, y representa una de las más gigantescas formas de manifestación cultural de todos los tiempos –un dibujo tallado en el abismo con 183 m de altura. El “candelabro” (otros prefieren el “tridente”) es visible a 20 km de la costa.

Algunos estudiosos arriesgan que este monumental diseño fue un marco de orientación para las naves que se dirigían al campo de Nazca. Es sólo una hipótesis, mas existen otros misterios en Paracas que todavía no fueron esclarecidos. Como, por ejemplo, las momias de jóvenes mujeres decapitadas en Paracas.

Cuentan las leyendas que allá existía una “escuela quirúrgica de peritos en intervenciones cerebrales”, lo que explicaría las diversas momias con el cráneo cortado que fueron descubiertas en Paracas. Pero no es sólo eso: las leyendas locales también hablan de serpientes voladoras y hombres voladores que usaban grandes anteojos.
Las Piedras de Ica

Algunos kilómetros al norte del complejo Nazca/Paracas está la ciudad de Ica. En 1961, el profesor Javier Cabrera Darquea descubrió que piedras extrañamente dibujadas estaban siendo comercializadas por los indios locales como souvenirs o pisapapeles.

El profesor Darquea resolvió investigar el origen de aquellas piedras, y descubrió que éstas provenían de algunas cavernas de la localidad de Ocucaje, a 40 km de Ica. Y, cuanto más piedras él veía, más espantado quedaba. En fin, Darquea consiguió transformar una casa de Ica en museo y dedicó el resto de su vida a recoger y a estudiar tales piedras.

Once mil piedras después, el profesor Darquea llegó a la misma conclusión del arqueólogo americano George Squier, que vivió en la mitad del siglo XIX: “En la cultura peruana existirían dos épocas distintas: una situada en un pasado lejano, detentora de avanzada tecnología y cultura, y otra –la de los incas– muy próxima del hombre contemporáneo”.

Las piedras de Ica registran animales prehistóricos como los megaterios (perezosos-gigantes), megaceros y mamutes. Según el profesor Darquea, existen piedras que documentan los ciclos reproductivos de los dinosaurios, de los megaquirópteros (un murciélago gigante pre-histórico) y del agnato, un pez primitivo sin maxilares que vivió hace 4-5 “millones” de años.

No hay solo imágenes pre-históricas en las piedras de Ica. Existen retratos detallados de operaciones de cesáreas, de transfusiones de sangre, transplantes de hígado y de corazón. Y existen también estrellas, cometas, y hombres mirando para el espacio a través de lunetas.

Cuentan las leyendas incas que fue en Tiahuanaco donde los dioses se reunieron para crear a los hombres. Tiahuanaco está en el margen boliviano del lago Titicaca, a 3.812 m de altitud, y sus ruinas, datadas de 3.000 años atrás, están llenas de inmensos bloques de arenisca de hasta 10 toneladas algunos con agujeros de 2.5 m de profundidad.

Hay también, como apilados en un canto, conductores de agua tallados en la piedra, midiendo precisamente 2 m de largo. Tales conductores impresionan por su precisión y por los cantos lisos, pulidos y exactos. Algunos autores, por el hecho de que el agua no necesita de conductores tan sofisticados, levantan la hipótesis de que tales caños se prestarían al transporte de alguna forma de energía.

¿Quién talló esos conductores? Y, ¿quién construyó la enigmática Piedra del Sol en un único bloque de roca de 12 toneladas?

Según la tradición local, hace muchos milenios, allí surgió una nave espacial dorada, proveniente de las estrellas. De la nave descendió Orejana, la madre primitiva de la Tierra, que poseía apenas cuatro dedos ligados por una especie de membrana. Después de generar setenta hijos terrestres, Orejana volvió en la nave dorada hacia las estrellas. (Algunos de los monumentos de Tiahuanaco poseen extraños seres de cuatro dedos.)

La tradición inca demás cuenta que estos hijos de Orejana eran “grandes hombres blancos barbudos que habían ejecutado lajas con algunas letras (…). Aparte de su crueldad y su ferocidad, practicaban públicamente el abominable vicio de la sodomia”. Ellos medirían 6 m de altura, y se alimentarían de tiburones, ballenatos y grandes peces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...