El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) estudia cerca de 30 osamentas, localizadas en la cueva de La Sepultura, en Tamaulipas, México, cuya antigüedad se remonta al segundo milenio a.C.
Foto: INAH
Fuente: inah.gob.mx | 5 de agosto de 2013
Cerca de 30 osamentas humanas, cuya antigüedad se calcula hacia el segundo milenio antes de nuestra era, que fueron halladas en la cueva de La Sepultura, en el estado deTamaulipas (derecha), podrían estar emparentadas con los primeros pobladores del continente americano, según el estudio genético encabezado por expertos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Con base en estudios osteométricos, de ADN antiguo y pruebas de radiocarbono aplicados a los restos óseos recuperados en el municipio de Tula, en la Sierra Madre Oriental, "se demostraría que en esta área se encuentran indicios de uno de los linajes genéticos más antiguos de América”, asociados con el de los hombres que cruzaron por el Estrecho de Bering 12 o 10 mil años atrás.
Dijo que los estudios de morfología craneal, de ADN antiguo y radiocarbono realizados a los materiales obtenidos, “van a permitir profundizar en el conocimiento sobre la extensión y prácticas culturales de los cazadores recolectores”, y su relación con otros grupos sedentarios que practicaban la agricultura.
El especialista añadió que los resultados preliminares de la investigación, iniciada en 2009, indican que el ADN de los restos esqueléticos de cerca de 30 individuos, rescatados en 2011 en la cueva de La Sepultura, “podría ser muy antiguo, pues estos linajes se remontarían a grupos de 10 y 12 mil años antes de Cristo”.
Los fechamientos por radiocarbono de los restos óseos (dientes) y un fragmento de petate hallado en la misma cueva, los ubican entre los años 1387 a 1195 a.C. y 1313 a 914 a.C.
Jesús Ernesto Velasco precisó que estudios anteriores de ADN, realizados en el Paleo-DNA Laboratory of Lakehead University, de Ontario, Canadá, a muestras de un ejemplar momificado procedente de la cueva Escondida o Encantada, rescatado en 2008 por el arqueólogo Gustavo Ramírez, han permitido identificar el linaje mitocondrial (perfil genético) de estas poblaciones.
El perfil de ADN antiguo encontrado en la muestra de La Escondida “indica que pertenece al haplotipo C (conjunto de variaciones de ADN), el cual se ha asociado de manera general a diversos grupos que poblaron de manera temprana el continente americano”, sentando la base, junto con la morfología craneal y los fechamientos de radiocarbono, para comparaciones futuras.
El antropólogo físico dijo que éste y otros análisis, como los que actualmente se llevan a cabo en los laboratorios Nacional de Genómica para la Biodiversidad (Langebio-Cinvestav), Unidad Irapuato, de Genética Molecular (de la Escuela Nacional de Antropología e Historia) y el de Antropología Genética (del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA)), traerán certeza sobre el origen de los grupos prehistóricos del noroeste mexicano y su dispersión a través del tiempo.
Arqueología en cuevas
Para explorar la vasta región de las sierras Madre Oriental y de Tamaulipas, donde hay gran cantidad de cuevas prehistóricas y manifestaciones gráfico-rupestres, se formó un equipo interdisciplinario, con la participación de especialistas del IIA de la UNAM, de la Universidad de Córdoba, España, y del Centro INAH-Tamaulipas.
Los trabajos comenzaron en 2009, en la cueva de La Sepultura, ubicada en el municipio de Tula. Para septiembre de 2010, los arqueólogos Tonantzin Silva y Carlos Vanueth Pérez, informaron que se lograron rescatar 15 cráneos y huesos de al menos tres individuos, además de una muestra interesante de material perecedero, fragmentos de petates y objetos de madera con ataduras, determinándose que se trataba de fardos funerarios.
Los huesos de la cueva de los Muertos fueron fechados entre 850 y 794 a.C., “pero la cerámica arrojó un fechamiento tardío: 200 a 600 después de Cristo, por lo que pensamos que hubo una reutilización posterior del mismo espacio”, detalló el arqueólogo Vanueth Pérez.
Uno de los hallazgos más recientes de restos mortuorios y cerámica se registró en la cueva de la Chamacuera, en el municipio de Jaumave, donde se halla un abrigo rocoso, conocido como Mesa de los Bueyes, de 120 metros de largo, “y también hay manifestaciones gráfico-rupestres”, agregó a su vez el antropólogo Jesús Ernesto Velasco.
Finalmente, a la fecha, se han ubicado otras oquedades en las sierras de Tamaulipas con gran potencial, como las cuevas del Tepozán, en el municipio de Bustamante, con presencia de arte rupestre; del Guano y el Fraile, en el municipio de Victoria, asociadas también a pinturas en abrigos rocosos y restos mortuorios, entre otras.
agosto 7, 2013 a las 3:31am
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