jueves, 19 de julio de 2018

Mensajes Ocultos en la Pintura ( y II )

Algunos investigadores creen que las respuestas se encontrarían examinando los cuadros de Leonardo y los diferentes y numerosos mensajes secretos ocultos que se encuentran en sus famosas obras de arte. Vamos a trasladarnos hasta El Vaticano.

Erigida entre las paredes fortificadas de un terreno de 0,44 kilómetros cuadrados y rodeada por la ciudad de Roma, es la nación independiente más pequeña del mundo.

Fue allí entre, entre 1513 y 1516, cuando Leonardo da Vinci empezó a realizar un acto que, para aquella época, era un crimen castigado con la muerte: la disección de cadáveres humanos. Leonardo fue desde Milán hasta el Vaticano para pintar, pero como el Vaticano tenía grandes catacumbas, eran sitios muy fríos y así se podía diseccionar un cadáver sin perderlo por descomposición.

Hoy día sabemos que se realizaron numerosas autopsias en el Vaticano bajo la presencia del Papa, quién, según la política de la iglesia católica, lo habría prohibido.




Da Vinci no se detiene ante nada para descubrir la anatomía del cuerpo humano. De hecho compró cadáveres, aunque se arriesgara a que lo castigaran con la pena de muerte. Es como si, de alguna forma, no pudiera detenerse. Necesitaba saber más.

En sus treinta y seis meses en el Vaticano, el artista documentó decenas de disecciones con increíble detalle. Pero para mantener su trabajo en secreto, sus notas de anatomía humana las escribió codificadas, usando un método conocido como la escritura invertida. También hoy día podemos saber que Leonardo adoptó, de joven, la facilidad de escribir del revés.

 Posteriormente, en su carrera, le sirvió a sus propósitos. Este tipo de escritura consistía en escribir hacia atrás, ¿Por qué lo hacía Leonardo? Pues escribía así para que nadie pudiera saber lo que escribía. Se dio cuenta que la iglesia no aprobaría sus trabajos, así que tuvo que hacer estas cosas en secreto, aunque totalmente consciente del peligro que corría. Este genio ejecutaba la escritura invertida en todas sus creaciones. Pero, ¿por qué estaba da Vinci tan obsesionado con los trabajos sobre el cuerpo humano? ¿Qué conocimiento secreto y prohibido intentaba descubrir?

El gran artista Leonardo da Vinci comenzó a pintar un retrato de la mujer de un adinerado mercader de seda. Pero Leonardo jamás se separaría de este cuadro hasta la hora de su muerte. Concretamente estuvo durante dieciséis años obsesionado con esta pintura que después revolucionaria el arte. Se trataba de La Mona Lisa. Solo es un retrato y aun así contiene misterios que aún están por explicar. La sonrisa de la mona Lisa no es la típica sonrisa que solemos ver en los retratos. Parece haber algo que nosotros no sabemos. Lo que comenzó para Leonardo como un retrato se convirtió en algo bastante distinto.

Quizás se lo tomó el artista como una especie de meditación filosófica a partir de todas sus inquietudes intelectuales. ¿Qué tenía la Mona Lisa, que consumiría los últimos años del gran pintor? ¿Por que dedicaría tanto tiempo a un único retrato? Hay muchas teorías que dicen que Leonardo deja símbolos secretos y mensajes ocultos en sus cuadros.

Leonardo incorporó una técnica llamada escritura invertida o también llamada de espejo. ¿Es posible que también usará una técnica similar en sus obras de arte, dejando mensajes ocultos que solo pueden ser revelados con el uso de espejos? La escritura de este artista es algo que lo define, y por tanto, la posibilidad de que hubiese utilizado el espejo como una dimensión desconocida, que necesitara un espejo para ver ciertas cosas en sus pinturas.

Es definitivamente algo que deberíamos explorar. En la universidad de Northeastern en Boston, Massachusetts, el diseñador gráfico Terrence Masson utiliza una tecnología informática para buscar los mensajes ocultos en las obras de Leonardo da Vinci. Hoy día podemos saber que tenía una curiosidad insaciable sobre la reflexión y la refracción, así como la óptica y la anatomía humana del ojo.

Tambie´n se interesaba por como estaban captados los reflejos de los espejos cónicos. ¿Es posible que Leonardo aplicase su técnica de espejo para esconder mensajes secretos en la Mona Lisa? Pero si es así, ¿Por qué? En el retrato de la Mona Lisa original, la posición de las manos de esta mujer es bastante extraña. De hecho se cree que la posición de la mano es una pista sobre los puntos de acceso de rotación del espejo. Si juntamos la imagen original y la misma pero invertida, nos damos cuenta que aparece una extraña criatura con una cabeza un poco rara. 

Un ser que parece que no es de este planeta. Es verdaderamente increíble. Si esta visión es así, entonces ¿Por qué puede verse una criatura similar en otro cuadro de Leonardo da Vinci titulado “La virgen y el niño de Santa Ana”?

Si nos fijamos en más pinturas de Leonardo, como por ejemplo “La virgen de las rocas” nos encontramos de nuevo con una extraña posición de las manos que pinta Leonardo. Si juntamos cuadro original y el mismo, pero invertido, vemos que cuando se juntan ambas caras de la virgen aparece una cara muy similar a la de un alíen. De hecho existe una gran similitud a lo que se obtuvo al mirar el cuadro de laMona Lisa utilizando esta misma técnica.

Lo que obtenemos es algo muy parecido a lo que hoy día tenemos como una cabeza de extraterrestre. ¿Podría haber realmente mensajes ocultos en las pinturas de Leonardo da Vinci? ¿Quizás mensajes que revelen la conexión del artista con seres de otros mundos? ¿Y por que estaba el artista tan obsesionado con la disección de la forma humana? ¿Era para usarlo en su arte o habría otra razón? Tal vez la respuesta se puede encontrar mediante el examen de las obras de otros artistas durante el Renacimiento.

En la biblioteca Británica encontramos el “Codice Arundel”, de Leonardo da Vinci. Esta obra es una amplia colección de 283 documentos que contienen dibujos sobre lo que pasaba por la cabeza de este genio universal y que cubren numerosas disciplinas científicas y creativas. Leonardo, en aquella época, poseía más documentación que la mayoría de los artistas en el renacimiento.

Existen miles de páginas que nos hablan sobre su manera de pensar, pero casi no existen registros personales, ya que Leonardo era bastante reservado en ese aspecto. Entre sus diversos y legendarios escritos podemos encontrar algunas anécdotas personales de los años en los que está desaparecido y justo después de su desaparición. En unas de estas anécdotas, Leonardo cuenta una experiencia de su juventud. 

Un día paseando por el bosque encontró una misteriosa cueva. Parece describir que se encontraba en la entrada de esta y nos dice que sentía un gran temor por su oscuridad y por lo que pudiera haber dentro de ella. Por otro lado Leonardo quería descubrir lo que había en su interior y algo extraño tuvo que ver, puesto que justo después de este encuentro elaboró su célebre emblema con la terrorífica cabeza de Medusa. ¿Qué encontró da Vinci en el interior de aquella cueva? Probablemente tuvo que ser una experiencia muy significativa en su vida, puesto que la imagen de aquella cueva le causó una gran impresión.

¿Por qué Leonardo da Vinci elige escribir en su diario sobre esta cueva como algo inmportante?

Algunos teóricos creen que algunas obras de Leonardo da Vinci pueden tener mucho que ver con esta experiancia y con posibles encuentros con seres de otros planetas. Unos de los muchos detalles que vemos es la forma que tenían las cabezas en los dibujos. La verdad es que parecen estar muy alejadas de la apariencia humana. Si vemos estas obras, la gran mayoría suelen ser un poco espeluznantes. Son caras deformes, cráneos alargados, caras aplanadas, imágenes monstruosas e inquietantes.

Leonardo era un artista muy cuidadoso con sus pinturas y aquello que mostraba en sus dibujos era simplemente aterrador, lo que nos hace preguntarnos hoy día: ¿Qué estaba mirando? ¿Verdaderamente se encontró Leonardo con estas criaturas? Son muy extrañas sin duda alguna, Pero, ¿son las cabezas grotescas de Leonardo producto de su imaginación? ¿Podrían ser pruebas del encuentro de da Vinci con seres de otro mundo?

 Existen registros históricos durante la época del Renacimiento de un gran número de fenómenos inexplicados que sobrevolaron los cielos de Europa y de Asia. En 1453, durante el asedio de Constantinopla, los soldaros informaron que un fuego descendió sobre ellos desde el cielo. En 1458, un disco gigante como una luna fue visto sobre Japón. En 1492, durante el viaje de Cristóbal Colón por el Atlántico, se vieron extrañas luces flotando sobre el agua.

De hecho se sabe que justo antes de que Cristóbal Colón llegara al nuevo mundo, visualiza extrañas luces sobrevolando los cielos e informó a sus hombres sobre este hecho. Todos los que iban en aquellos barcos son testigos de esas extrañas luminarias, luces que no tenían explicación alguna. Aquello parecía enteramente como si estas luces estuvieran guiando a Cristóbal Colón hacia el nuevo mundo. Podrían ser antiguos alienígenas asegurándose de que Colón descubriera aquellas nuevas tierras. 

¿Podría haber estado da Vinci al tanto de estos avistamientos en la antigüedad? Algunos investigadores creen que la respuesta es un sí rotundo y señalan pruebas existentes en pinturas del Renacimiento que así lo hacen saber. Si nos fijamos bien, durante est etapa los artistas nos quieren mostrar algo más que fantásticas pinturas. Nos muestran extraños objetos, que hoy día, tienen una gran similitud con nuestro actual concepto de nave extraterrestre.




Hay extraños elementos que parecen sobrevolar los cielos de estas pinturas, en las que podemos observar ovnis, extrañas esferas, rayos que salen del cielo o estrellas fugaces con personas sentadas en su interior. ¿Por qué en el siglo XV los artistas pintaban objetos misteriosos en escenas bíblicas? ¿Nos intentaban comunicar algo acerca del origen del cristianismo? ¿O estas extrañas imágenes podrían estar vinculadas a los numerosos avistamientos de extraños objetos en los cielos?

El investigador Terrence Masson se dedica hoy día a analizar e investigar las pinturas extrañas realizadas durante el Renacimiento. Como un ejemplo de ello, “El bautismo de Cristo” de Gelder es de lo más misterioso.

Hay muchos ejemplos más de cuadros en los que vemos representados supuestos ángeles metidos en nubes y luces, pero si nos fijamos con detenimiento en esta pintura podemos ver un disco sólido, brillante, con cuatro rayos que iluminan al niño Jesús.

Es muy posible que al ver este cuadro no estemos hablando que nos encontramos ante una iluminación divina, sino que estaríamos ante una iluminación extraterrestre. Otro de los más claros ejemplos es el de “La virgen de San Giovannino”. Al observarlo con detenimiento nos damos cuenta que existe un objeto en la parte superior derecha de la obra, justo a la izquierda de la virgen. 

Este misterioso objeto que vemos no se trata de un ángel ni de dios, sino que parece claramente un extraño objeto volante en forma de disco que irradia una luz muy potente. Es como si el artista estuviese tratando de representar a un mensajero divino pero venido de otro planeta. Durante el Renacimiento, gente como da Vinci podría haber tenido conocimiento de posibles visitantes de otros mundos.

¿Es posible que las misteriosas imágenes en pinturas del Renacimiento sean la evidencia de que Leonardo y sus contemporáneos tuvieron encuentros con seres extraterrestres durante el siglo XV?

Para poder saber más sobre esta cuestión, los teóricos acuden no solo a las obras de da Vinci sino que también a sus ingeniosos inventos. Leonardo vivió quinientos años adelantado a su época. Todos sus dibujos, tales como helicópteros, aviones o submarinos eran para aquella época una idea imposible, puesto que durante aquellos años la tecnología no existía y todos los inventos de da Vinci se quedarían en el aire.

Uno de los diseños de Leonardo que pudo ver construido en vida sería el primer robot funcional del mundo. Este hecho se haría realidad en el año 1517, en el famoso Chãteau Clos Lucé, en Amboise, Francia. Leonardo da Vinci, a los sesenta y cinco años de edad, entregó al rey Francisco I un regalo muy especial.

Se trataba de una máquina con forma de león a tamaño real. Podemos decir que hoy día existe en el museo de Cheleau una réplica exacta a la figura de este león.

Podríamos decir que aquella máquina era capaz de moverse de manera completamente independiente y además mostraba una destreza increíble. Gracias a las referencias que hoy tenemos sobre este invento de Leonardo se puede saber que se podía desplazar de forma autónoma. Imaginaros por un momento la cara del rey Francisco I y de todos sus acólitos que lo acompañaban al ver semejante escena inimaginable para aquella época. 

Aquello causo una grata sorpresa y a la vez un terrible miedo. ¿Cómo hizo da Vinci para conseguir un dispositivo así? Y la pregunta más sorprendente quizás, ¿Cómo consiguió que el robot andará? Para Leonardo ser capaz de proyectar sus inventos en sus pinturas y literalmente ser capaz de proyectar su utilidad en el futuro es simplemente notable.

Cuando hablamos de Leonardo da Vinci nos referimos al padre de todas las ideas mecánicas que tenemos hoy día. Ningún otro artista mostró tanto interés, tanto por la naturaleza como por todo aquello que nos rodea. Leonardo fue una persona que siempre se esforzaba por conocer más sobre cualquier tema. Fue capaz de dar forma a un gran cuerpo de conocimiento.

Se ha buscado una explicación extraterrestre para la construcción de las pirámides de Egipto y para otros hitos de las viejas civilizaciones, como las mesoamericanas.

Pero lo curioso es cuando nos remontamos a una época todavía más remota, anterior al Neolítico: el Paleolítico Superior e incluso Medio, es inevitable referirse a unos enigmáticos dibujos descubiertos en las famosas cuevas de Altamira, tan semejantes en su forma a uno de aquellos platillos volantes popularizados por Hollywood.

Tales pinturas rupestres tienen una antigüedad de unos 13000 años. Además, no son únicas, sino que en la vecina Francia también se han encontrado obras pictóricas similares. ¿Debemos considerar esos dibujos en las paredes la crónica periodística de finales del Paleolítico? 

Pero la Península Ibérica no es el único lugar donde se han encontrado pinturas rupestres sobre ovnis. En las cavernas de Tassili, ubicadas en el Sahara, en el sur de Argelia, se encuentra una serie de dibujos prehistóricos en los que se pueden ver extrañas figuras muy parecidas a astronautas. En efecto, en pleno desierto del Sahara y a corta distancia del Mar Mediterráneo, fueron encontradas diversas expresiones artísticas de los pueblos antiguos.

Varios de ellos muestran extraños objetos voladores cerca de las también extrañas figuras humanas o humanoides. Los indios Hopi afirman que sus antepasados fueron visitados por seres procedentes de las estrellas que se desplazaban en escudos volantes o pájaros tronantes y dominaban el arte de cortar y transportar enormes bloques de piedra, así como de construir túneles e instalaciones subterráneas. Estos salvadores eran los “katchinas”, que significa “sabios, ilustres y respetados”.

Para los Hopi, los Katchinas no son dioses, son seres visibles. En Hoshangabad, India, unos arqueólogos encontraron unas grutas con pinturas de extraños seres y artefactos voladores. Tal como ya hemos indicado, durante la Edad Media algunos pintores representaron ovnis en sus obras.

Situado cerca del valle del río Decanska Bristica, en Kosovo, 20 kilómetros al sur de la ciudad de Pec, encontramos un monasterio de monjes ortodoxos, conocido por Monasterio de Decani. Erigido por el rey serbio Esteban Uros, en 1327, el Monasterio de Decani tiene una Basílica compuesta por 5 naves y una gran cúpula. Observando con cuidado los frescos de la Basílica, fechados 1350 d.C., descubrimos algunas cosas interesantes.

En un fresco titulado “La Crucifixión“, pintado en 1350, muestra dos figuras, en los extremos superiores derecho e izquierdo, de los hombres dentro de objetos voladores que parecen estrellas. Esta pintura, que representan la crucifixión de Jesús, puede darnos indicación de la existencia de algo que fue visible en la época en que fue pintada. Esto es, naves y sus tripulantes. También observamos que una nave parece estar huyendo de la que le antecede.

Tenemos otra pintura, “La Señora con San Giovannino“, de artista desconocido, pintada en el siglo quince y actualmente localizada en Palazzo Vecchio. En su esquina superior derecha podemos encontrar a un pastor con un perro mirando hacia el cielo, donde vemos una especie de platillo volante.

Teniendo en cuanta que el modelo arquetípico de ovni en forma de platillo volante surgió durante el siglo XX, ¿cómo es que en este lienzo se refleja un platillo volante en el cielo? Aert (o Arent) de Gelder fue un pintor barroco holandés (1645 – 1727). Tras estudiar con Samuel van Hoogstraten, fue uno de los últimos pupilos de Rembrandt (1606 – 1669) en Ámsterdam.

Él no fue sólo uno de los más talentosos alumnos de Rembrandt, sino que también fue uno de sus más devotos seguidores, porque él fue el único artista holandés que siguió trabajando con su estilo en el siglo XVIII. Sus pinturas religiosas, en particular, con su audacia imaginativa y la preferencia por los tipos orientales, están muy en el espíritu del maestro, aunque Aert de Gelder usó a menudo colores, como lila y amarillo limón, que fueron atípicos de Rembrandt, y su paleta en general fue más ligera. Una de sus obras más conocidas,




El sueño de Jacob (Galería Pictórica de Dulwich, Londres), fue atribuida durante mucho tiempo a Rembrandt. En 1710 pintó la obra titulada “El Bautismo de Cristo“. En él se observa claramente un objeto con forma de disco que está suspendido en el cielo y que irradia rayos brillantes sobre San Juan Bautista y Jesús. Esta pintura se encuentra en el Museo Fitzwilliam, en la Universidad de Cambrige, Inglaterra.

La colegiata basílica Notre-Dame, de Beaune, se hizo basílica en 1958. Edificado sobre un antiguo castrum romano, su construcción está en la iniciativa de Etienne de Bage, obispo de Autun.. Actualmente se pueden ver varios tapices. Entre ellos podemos destacar dos tapices que fueron creados en el siglo XV. Ambos representan la vida de María. En los dos pueden observarse claramente objetos con forma de sombrero. Uno de ellos es conocido por el título de “The Magnificat”.

Existen unas curiosas ilustraciones de dos sajones en un manuscrito del siglo XII, “Annales Laurissenses”, recogidos en la “Patrología”, donde el monje Lorenzo, explica que sobre el 776 d.C., los sajones, en su intento de tomar Sigisburg y en el mismo día en que se preparaban para enfrentarse a los cristianos que vivían dentro del castillo, se les apareció la gloria de Dios en manifestación encima de la iglesia dentro del castillo.

Aquellos que lo observaron dijeron que tenían el aspecto de dos grandes escudos de color rojizo y llameantes que se movían encima de la iglesia”. (“… et dicut videsse instar duorum scutorum colore rubeo flamantes et agitantes super ipsam ecclesiam”). Ésto, según el cronista, espantó a los sajones que retrocedieron, describiéndolo como un signo de Dios en favor de los cristianos.

Realmente existen muchas dudas, ya que por una parte sería lógico pensar que podría tratarse del avistamiento del cometa Halley que puedo aparecer por aquellos años. Además, las fechas coinciden, pudiéndose considerar el 776 d.C. como posible fecha de avistamiento teniendo en cuenta que el cometa orbita alrededor del Sol aproximadamente cada 75-76 años. Y la primera constancia de avistamiento data del 239 a.C. 

Pero si rebuscamos algo más en la historia del manuscrito más antiguo conocido, que contiene una copia de la Laurissenses Annales, el Codex Lorsch, que data del siglo XII y que debe ser al que se refieren cuando se comenta la procedencia de las ilustraciones, podemos conocer que una reimpresión de la copia del manuscrito, realizado entre los años 1929-1936, no contienen esas ilustraciones.

Por lo tanto parece ser que las ilustraciones se han asignado posteriormente al texto del manuscrito. Algunos investigadores descubrieron además que existían similares características entre la supuesta ilustración y la imagen de un fresco español del siglo XIII, en el que se representa el viaje de los tres Reyes Magos a Belén. Las similitudes son muy visuales, excepto por el color, que pasa de rojo a azul, y por que la estrella de Belén ha sido sustituida por una nave.

Hay dos ejemplos de arte rupestre en Toro Muerto, Perú, de unos 12000 años de antigüedad. Los seres dibujados tienen alguna clase de halo cubriendo sus cabezas. También, se observa alguna clase de objeto en la mano del ser principal. Podemos ver un cuadro que representa a Jesús y Maria montados en un extraño artefacto lenticular.

 La pintura se titula “El Milagro de la Nieve” y fue realizada en 1428 por Masolino Da Panicale (1383-1440). Este cuadro se encuentra en la iglesia de Santa María Maggiore, Florencia. En otra pintura, realizada por Carlo Crivelli (1430-1495), titulada “La Anunciación” (1486), en la Galería Nacional, Londres, podemos ver una forma discoidal de la que parte un rayo de luz hacia la cabeza de María.

En un tapiz llamado “El triunfo del Verano”, que se realizó en Brujas, en 1538, actualmente en el Museo Nacional de Baviera, en Alemania, se pueden ver claramente varios objetos con forma de disco en la parte superior del tapiz, tanto en el lado izquierdo como en el derecho. 

Los objetos flotando en el aire son iguales; tienen forma discoidal con una parte elevada en el centro, similar a la forma de un sombrero. También tenemos un representación de la crucifixión de Cristo en un fresco del siglo XVII, en la Catedral Svetishoveli, en Georgia. En este fresco pueden observarse dos objetos con forma de nave en ambos lados de Cristo, a la altura de sus manos. Además, se observa una cara bajo cada objeto mirando hacia abajo.

En una ilustración del Renacimiento se representa un ovni visto sobre Roma, detallada en el libro el ” Prodigiorum liber” por el historiador romano Julio Obsequens. Se define como “Algo como una clase de arma, o proyectil, se elevó con un gran ruido de la tierra y voló en el cielo”. Otra interesante ilustración pertenece al libro “Ume No Chiri” “polvo de albaricoque”, publicado en 1803.

Un barco extranjero y su tripulación fueron testigos en Haratonohama, Japón, de este extraño objeto. De acuerdo con las explicaciones del dibujo, la cáscara exterior estaba hecha de hierro y cristal y unas extrañas letras podían verse dibujadas dentro de la nave. Japón también tiene una gran tradición de estos extraños objetos en sus grabados.

Paolo Ucello (1397-1475), magnífico representante del Quatrocento, pintó una tabla conocida como “la Thébaide” en la que se observa un Cristo crucificado y bajo él un extraño aparato describiendo una curva muy cerrada.

hay un interesante dibujo en que se muestran dos objetos voladores sobre Hamburgo, en Alemania, el 4 de Noviembre de 1697.

Los dos objetos fueron descritos como “dos ruedas brillantes”. También nos sorprenden los extraños Wandjinas australianos, representados en cuevas de miles de años de antigüedad. Hay una ilustración que muestra un avistamiento de una rueda en llamas en el año 900, en Japón.

Otra imagen procede de una traducción al Tibetano del texto en sánscrito “Prajnaparamita Sutra” del Siglo X, y se encuentra en un museo Japonés. Se pueden observar dos objetos que se parecen a sombreros, y uno de ellos parece que tiene ventanillas redondas. 

Los textos de los Vedas están repletos de descripciones de Vimanas, misteriosos objetos volantes. El texto sagrado Ramayana describe a los Vimanas como naves circulares o cilíndricas con dos niveles, con ventanas y con una cúpula. Vuelan a la “velocidad del viento” y producen un “sonido melodioso”.

Podemos ver extraños dibujos en una cueva en Val Camonica, Italia, que fue pintada hace unos 12000 años. Parece representar a dos seres con trajes de protección e instrumentos extraños en sus manos. También podemos ver una reproducción artística de un relieve encontrado en un laberinto en la isla Jotuo, en el lago deToengt’ing. Fue encontrado por una expedición que tuvo lugar en 1957, dos años antes de un terremoto en esa región.

La expedición se llevó a cabo por el profesor Tsj’i Pluma-Lai, y encontraron varios relieves que muestran a seres “humanos” vestidos con ropa extraña, que se parecía a los trajes de los astronautas. Hay una moneda francesa, acuñada en 1680, utilizada como herramienta educativa para ayudar a las personas a contar el dinero. Es del siglo XVI y parece representar un ovni que parece una rueda.

Algunos investigadores dicen que representa la rueda del Ezequiel Bíblico. La inscripción latina “OPPORTUNUS ADEST” se traduce como ‘está aquí en el momento oportuno”. Miles de escritos e imágenes de todo tipo avalan esta teoría y se cree que más de 35.000 están guardados en los archivos secretos del Vaticano.

Se describen encuentros entre hombres y máquinas extrañas, e incluso entre los tripulantes de las mismas, ataviados con extraños ropajes o aspecto, como por ejemplo este fragmento de la misma Biblia en el que se narra un encuentro del profeta Ezequiel con un extraño vehículo junto al río Kebar: “Miré, y he aquí que venía del septentrión un viento impetuoso, una nube densa, y en torno a la cual resplandecía un remolino de fuego, que en medio brillaba como bronce en ignición. En el centro de ella había semejanza de cuatro seres vivientes y cada uno tenía cuatro caras…”.

Javier Sierra explica que tiene un singular encuentro en el Museo del Prado. Un misterioso personaje se ofrece a explicarle las claves ocultas de sus pinturas más célebres. Según el inesperado maestro, visiones místicas, anuncios proféticos, conspiraciones, herejías y hasta mensajes que parecen llegados del «otro lado» inspiraron a maestros como Rafael, Tiziano, el Bosco, Juan de Juanes, Botticelli, Brueghel o el Greco. Javier Sierra tiene inclinación a historias en que domina lo sobrenatural.




Poe o Dickens, Bécquer, Cunqueiro o Valle-Inclán también se dejaron arrastrar por la fascinación que ejerce lo que se ignora. Todos escribieron sobre almas en pena, sobre aparecidos y sobre el más allá con la vaga esperanza de explicarse el sentido del más acá. Javier Sierra no ha escondido su interés por los encuentros entre grandes figuras de nuestro pasado y esos «visitantes» surgidos de ninguna parte: ángeles, espíritus, guías, daimones, genios o tulpas.

En realidad se trata de etiquetas que enmascaran una ignorancia absoluta sobre ese «otro lado» del que nos hablan todas las culturas. Podemos hacer referencia a lo que vivió George Washington cuando confesó haberse tropezado con uno de «ellos» durante su campaña militar contra los ingleses, en el valle de Forge, en Pensilvania, en el invierno de 1777, que desembocó en la independencia de Estados Unidos. O sobre el papa Pío XII, que habló con un ángel de otro mundo en los jardines privados de la Santa Sede. Son episodios cuya presencia puede rastrearse hasta los orígenes mismos de la cultura escrita y que a menudo nos traen advertencias para el futuro.

Tácito es un buen ejemplo de ello. En el siglo I, este notable político e historiador romano refirió el tropezón que tuvo el ahijado y asesino de Julio César, Bruto, con uno de estos intrusos. Un fantasma le pronosticó su derrota final en Filipos, Macedonia, y su profecía lo sumió en tal desesperación que prefirió arrojarse sobre su espada antes que afrontar su destino. En casi todos estos casos, el visitante fue alguien de aspecto humano que sin embargo irradiaba algo invisible y poderoso que lo hacía diferente a nosotros. Justo como esos mensajeros.

Hay una obra maestra perturbadora, el Mappa dell’Inferno, pintada por uno de los gigantes del Renacimiento italiano: Sandro Botticelli. Consistía en un elaborado plano del inframundo y se trataba de una de las visiones de ultratumba más aterradoras jamás creadas. El cuadro es oscuro, lúgubre y terrorífico, e incluso hoy en día sobrecoge a quienes lo ven.

diferencia de sus vibrantes y coloristas Primavera o El nacimiento de Venus, Botticelli había elaborado este mapa del infierno con una deprimente paleta de rojos, sepias y marrones. Era una representación al óleo del sufrimiento humano: miles de almas padeciendo espantosas torturas en los distintos niveles del infierno.

El inframundo estaba representado como la sección transversal de un foso cavernoso en forma de embudo que descendía en la Tierra a una profundidad incalculable. Ese foso infernal estaba dividido en terrazas descendentes de un sufrimiento que iba en aumento, y cada uno de los niveles estaba poblado por atormentados pecadores de todo tipo. la inspiración de esa apocalíptica obra maestra no había tenido lugar en la mente del mismo Botticelli, sino en la de otra persona que vivió doscientos años antes que él. 

El Mapa del infierno de Botticelli era en realidad un tributo a una obra literaria del siglo XIV que se había convertido en una de las piezas más célebres de la historia, una visión bastante macabra del infierno, cuyo eco llegaba hasta la actualidad: El Inferno, de Dante. Considerada una de las obras más importantes de la literatura mundial, el Inferno fue el primero de los tres libros que conforman la Divina Comedia de Dante Alighieri, un poema épico de 14.233 versos que describía su brutal descenso al inframundo, el tránsito a través del purgatorio, y la llegada final al paraíso.

De las tres secciones de la Comedia —Inferno, Purgatorio y Paradiso—, la primera era de lejos la más leída y memorable. Compuesto a principios del siglo XIV, Inferno redefinió la percepción medieval de la condenación eterna. Nunca antes el concepto de infierno había cautivado a las masas de un modo tan intenso.

De la noche a la mañana, la obra de Dante convirtió el concepto abstracto del inframundo en algo aterrador. Era una visión visceral, palpable e inolvidable. No sorprende que, tras la publicación del poema, las iglesias católicas disfrutaran de un importante incremento en la asistencia de pecadores aterrados que querían evitar caer en la versión del averno que había concebido el poeta florentino. Retratada aquí por Botticelli, esta terrorífica visión del infierno consistía en un embudo subterráneo de sufrimiento; un desolador paisaje de fuego, azufre, aguas residuales, monstruos y el mismísimo Satán en su centro. En el foso había nueve niveles, los nueve círculos del infierno, en los cuales se distribuían los pecadores de acuerdo con la profundidad de su culpa.

Cerca de la cúspide, los lujuriosos o «pecadores carnales» sufrían las embestidas de una tempestad eterna, símbolo de su incapacidad para controlar los deseos. Bajo ellos, los glotones yacían boca abajo en una repugnante ciénaga de aguas residuales, con la boca llena del producto de sus excesos. Más abajo, los herejes estaban atrapados en unos sepulcros en llamas, condenados al fuego eterno. Y así sucesivamente, cuanto más se descendía, peor era el castigo.

 En los siete siglos que habían pasado desde su publicación, la visión que Dante creó del infierno había inspirado a algunas de las mentes más creativas de la historia la realización de tributos y variaciones. Longfellow, Chaucer, Marx, Milton, Balzac, Borges e incluso varios papas habían escrito obras basadas en el Inferno.

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