jueves, 31 de enero de 2019

¿ Existió una Civilización que Convivió con los Dinosaurios? (y II )

cephalaspis tenuicornis

En otras enormes piedras hay también grabaciones y altorrelieves con otros tipos de dinosaurios. Así como con el stegosaurus no había mucho peligro para los cazadores, no sucedía lo mismo con el tyrannosaurio.

Este formidable monstruo carnívoro tenía el cuello corto y robusto y la cabeza provista con poderosas mandíbulas. 

La Paleontología asegura que hizo su aparición a finales del período Cretácico, es decir, hace más de 65 millones de años. Tenía quince metros de longitud y seis de altura, y sus patas delanteras eran tan cortas que, según parece, no podían llegar hasta la boca.

El tyrannosaurio era sin duda uno de los más terroríficos e implacables enemigos de esta civilización prehistórica. Y contra él fue dirigida gran parte de la operación de destrucción.

Pero la táctica para exterminarlo no podía ser idéntica a la empleada en el caso del stegosaurus. En una de las piedras se reproduce la figura de uno de estos feroces monstruos del Cretácico.

Y junto a él se ven hombres que portan armas. El tyrannosaurio era un animal sumamente peligroso. ¿Qué hacían entonces los cazadores? 




En primer lugar, tal y como ve en la piedra, le dejaban ciego. De esta forma, otro cazador podía ascender por la cola y lomo del animal, golpeándole en la cabeza. Pero, no en cualquier punto del cráneo.

El arma que porta el hombre tiene una especie de rayado. Y en la cabeza del tyrannosaurio han grabado también otro punto, con un rayado idéntico al del arma.

Pues bien, eso parece indicar que debían golpear al monstruo prehistórico en una zona concreta del cráneo.

Estas nociones precisas de la anatomía de un tyrannosaurio, de un stegosaurus, de un triceratops, etc., así como de sus ciclos biológicos, sólo pueden revelar un conocimiento profundo de la fauna existente en aquella remota época.

Un conocimiento que sólo podría producirse de haber coexistido con dichos seres. Distribuidos a la perfección entre las dos caras de otra piedra puede verse un enorme pájaro, aparentemente mecánico, sobre el que vuelan dos seres que portan sendos telescopios y con los que miran hacia la tierra. Pero, ¿qué buscaban aquellos hombres?

La respuesta estaba también en el grabado. A ambos lados de la piedra, y coincidiendo precisamente con su parte inferior, aparecen los grabados en altorrelieve de dos dinosaurios.

Un tercer hombre, idéntico a los que se encontraban sobre el pájaro, descendía hasta el lomo de uno de los dinosaurios y mientras se sujetaba al pájaro con una especie de cable, con la otra mano hundía un cuchillo en el cuerpo del animal. 

En aquel grabado también hay otros tres elementos sorprendentes. Se trata de lo que parecen ser tres lunas situadas en distintas posiciones del cielo en el que se movía el gran pájaro.

Parece ser que estos seres habían conseguido vencer la fuerza de la gravedad y disponían de aparatos voladores que en las piedras aparecen representados como pájaros.

Aparentemente esas máquinas voladoras les permitieron extender su guerra contra los saurios prehistóricos a todo lo largo y ancho del planeta.

En muchos casos, como en el del tyrannosaurio, cegaban al animal, lanzando una descarga sobre el mismo. Esto les permitía descender desde sus aparatos voladores para rematar al monstruo o bien ascender hasta su cabeza por la cola y el lomo. Esta es una de las más impresionantes piedras de la gran biblioteca de piedra. Allí se mostraba la existencia de una civilización con tecnología avanzada.

Hasta el momento, ninguna de las teorías a favor de la existencia de remotas civilizaciones se había podido apoyar en pruebas tan concluyentes. Según se deduce de los distintos grabados, el hombre prehistórico luchó intensamente contra los dinosaurios y demás reptiles.

Fue una guerra a muerte, sin tregua. Una guerra que fue más allá que la matanza de los saurios, puesto que se rompió el ciclo biológico de estos animales prehistóricos, anulando así la supervivencia de estas especies. 

Muy probablemente la combinación de estas matanzas masivas y el formidable cataclismo explican esa súbita extinción de los más formidables y terribles animales que jamás hayan poblado la Tierra. De no haber sido por estas razones, tal vez hoy seguirían poblando y dominando el planeta.

Según las piedras también parece que en aquella época remota la Tierra tenía tres satélites. Se deduce que un posible desfase en el magnetismo de la Tierra fue provocando un desajuste en las órbitas de dos de estas Lunas, que terminaron por caer sobre el Planeta.

 Este impacto terrorífico convulsionó los continentes y océanos, provocando una formidable catástrofe. Pero, ¿cuándo tuvo lugar realmente dicho cataclismo? Las piedras grabadas parece tienen la respuesta. 

Un detalle fundamental a la hora de valorar las piedras labradas es que su tamaño está en proporción directa a la importancia del tema que se relata en dichas piedras.

Esto querría decir que, cuanto más pesada fuera la piedra y cuanto más trabajo y esfuerzo se hubiera empleado a la hora de la grabación, más trascendental era la información que se exponía.

De ahí, por tanto, que los altorrelieves señalaran generalmente conocimientos mucho más decisivos que los simples grabados. 

Éste era el caso, por ejemplo, de la pesada piedra referida al stegosaurus, Así sucede igualmente con otra formidable mole de piedra de media tonelada en la que se muestra una matanza de hombres por parte de los dinosaurios.




 En aquella descomunal piedra pueden verse unos altorrelieves en que se muestra como saurios prehistóricos de varios tipos devoran y atacan a hombres. 

Es curioso que otras piedras en que estos hombres grabaron también ciervos, caballos y una extensa gama de animales, son más pequeñas. Pero en este caso, con los grandes reptiles, no ocurre lo mismo. Casi todos están grabados en piedras de gran tamaño y peso.

 Casi todos en altorrelieves. ¿Por qué razón? Todo parece indicar que en estos casos, cuando se toca el tema de los dinosaurios, no se trata ya de cacerías más o menos deportivas.

Se trata de la guerra de aquella civilización contra sus mortales enemigos. Por eso plasmaban estas escenas en piedras mayores, con altorrelieves. En demostración de lo que decimos hay otra gran piedra en que se muestra que el hombre no debía aproximarse ni entrar en el lugar que señala la roca labrada. Si lo hacía, podía morir.

En esta piedra se está señalando un área donde vivían dinosaurios adultos y las formas intermedias de éstos. Eran terrenos de dominio de los grandes saurios. 

En otra de las piedras grabadas puede observarse un hombre que sostiene un extraño corazón. Y junto al hombre se encuentra un reptil prehistórico de gran aleta dorsal y que, según la Paleontología, apareció en el Carbonífero Superior, subsistiendo hasta el período Pérmico Medio. Es decir, en plena Era Paleozoica o Primaria.

Este grabado nos está revelando el profundo conocimiento que tenía aquella civilización de la fisiología y anatomía de sus innumerables enemigos.

En una serie de piedras dedicadas a los saurios prehistóricos se pueden distinguir hasta 37 tipos distintos de grandes saurios, perfectamente clasificados por la Paleontología, así como otros muchos, desconocidos aún para la ciencia moderna. Todas las piedras y todas las series están vinculadas entre sí.

Y buena prueba de ello es una serie que reflejaba los hemisferios oriental y occidental del Planeta, grabados en dos pesadas piedras circulares. Hemisferios donde apenas si se pueden reconocer los continentes que hoy habitamos. Hemisferios que constituían el globo terráqueo... hace millones de años. 

Y en estas piedras de los viejos continentes hay varias desconcertantes sorpresas: allí aparecen grabados lo que parecen ser continentes hoy desaparecidos y que hemos dado en llamar Atlántida y Mu. Y en dichas masas continentales figuran las razas que los poblaron. 

Pero la piedra más sorprendente de las encontradas es una en dos de las caras laterales de la roca se ven tres seres - idénticos en su fisonomía a los que aparecen en las restantes piedras grabadas - que portan catalejos y que miran hacia la parte superior de la piedra, en que pueden observarse estrellas, cometas, nebulosas, constelaciones y toda una serie de signos,

Parece que representan trece constelaciones, que incluyen las Pléyades y las doce constelaciones conocidas Aquellos tres astrónomos observan la bóveda celeste, perfectamente grabada en la parte superior de la piedra.

Y parece que para aquella civilización, las Pléyades tenían una importancia significativa. 

Las Pléyades, según Isaac Asimov, es considerado como un pequeño cúmulo de estrellas de brillo moderado de la constelación de Tauro. Nueve de las estrellas del cúmulo son suficientemente brillantes como para poder ser observadas a simple vista, aunque algunas de ellas se encuentran muy juntas y es difícil distinguirlas por separado.

Este cúmulo ha sido denominado por la mitología las Siete Hermanas.Cuando en 1610 Galileo enfocó su telescopio hacia las Pléyades, comprobó que podía contar sin esfuerzo 36 estrellas.

Los astrónomos han estimado que la distancia media entre las estrellas del cúmulo de las Pléyades equivale sólo a un tercio de la separación interestelar media en las proximidades de nuestro sistema solar. Hoy se sabe que el grupo entero se encuentra a unos 400 años-luz de nosotros y que abarca una región del espacio de unos 70 años-luz de diámetro.

Aún cuando las Pléyades son el cúmulo más grandioso de cuantos se pueden observar a simple vista, no constituyen sino una muestra sumamente pálida del espectáculo que se nos ofrece a través del telescopio. 

Las Pléyades

Pero en el firmamento de esta gran piedra también está grabado nuestro Sistema Solar. En este grabado aquellos seres nos indican que eran capaces de observar el Cosmos Y por descontado que con simples catalejos habría sido imposible observar constelaciones que están tan alejadas de la Tierra.

Esta civilización nos está señalando que tenían capacidades de visión telescópica y que podían dirigir sus aparatos de astronomía hacia aquellos lugares del Universo que desearan, escrutando así las maravillas del espacio. Pero en esta fantástica piedra hay algo más. En muchas de las grabaciones se repiten unos símbolos que probablemente constituyen una clave para la lectura de estas piedras.

Esos símbolos, en una determinada posición, parece que significan vida inteligente, mientras que en otra posición indican que no hay vida inteligente. Pues bien, este elemento se encuentra también repartido aquí y allá, entre las distintas constelaciones y astros que han quedado grabados en esta bóveda celeste. 

En efecto, unas diminutas hojas rayadas, así como unos extraños rombos y pequeños cuadrados aparecen grabados en las distintas figuras que representan las nebulosas y planetas.

Parece que estos seres tenían conocimiento de la existencia de vida en el espacio exterior y que estaban observando si hay vida en el firmamento. Y si la interpretación de los símbolos es correcta, parece que en las Pléyades había vida inteligente.

Aquí hay que aclarar que la edad del terreno donde se han extraído estas piedras (Ocucaje y Nazca) pertenecen a una de las placas antiguas del planeta. Su antigüedad, por tanto, sería francamente difícil de precisar. Quizá entre 200 y 500 millones de años.

Pero, ¿Quién puede saberlo realmente? Según el doctor Cabrera, el descubridor de la biblioteca de piedra, parece que la edad en que vivió esta civilización que grabó las piedras podría ser contabilizada, más que por años, por ciclos solares. 

En el estudio de las piedras se pudo observar que esta civilización contaba el tiempo en meses de 28 días. Al multiplicar esos 28 días por 13 constelaciones se obtienen 364 días, que se supone era la duración del año en aquella época. O sea, que la Tierra empleaba en aquellos tiempos un total de 364 días para cubrir una vuelta completa en torno al Sol. 

Pero, ¿por qué 364 días? ¿Y por qué nuestro mundo da hoy 365,25 días en completar esa misma órbita? Esta era la primera de las trascendentales pruebas que ofrece esta piedra sobre la antigüedad de la gente que la grabó.

Nosotros llamamos año al tiempo que la Tierra necesita en dar una vuelta completa alrededor del Sol. Y según los más avanzados cálculos astronómicos, ese movimiento de traslación se cubre en 365 días más unas pocas horas.

Y, ¿a qué es debida esta diferencia entre el año de 364 días de aquella civilización y el nuestro de 365,25 días? Está demostrado que el Sol pierde materia. Y está demostrado también que esa pérdida de materia, aunque mínima, tiene unos efectos concretos sobre los planetas que giran alrededor del astro rey.

Al perder materia, la atracción ejercida por el Sol sobre los astros que se mueven en torno suyo es ligeramente menor. Esto provoca un alargamiento de la elipse que dibuja la Tierra en su órbita alrededor del Sol. ¿Y qué sucede cuando la elipse de la Tierra se alarga? Lógicamente, que el año también se alarga. 

Entonces, ¿no será que ese día y esas horas de más nos están midiendo realmente el tiempo transcurrido entre el hombre que grabó estas piedras y nosotros? 

Si llevamos estos razonamientos a cifras matemáticas sabemos que cada 100 siglos se produce un segundo de diferencia. Según estos cálculos esta civilización habría existido hace 840 millones de años.

Probablemente hay algún cálculo incorrecto, ya que esta antigüedad, incluso para los dinosaurios, parece excesiva. Pero lo que si parece indicar es una antigüedad de muchos millones de años. 

Entre los signos que aparecen grabados en la bóveda celeste de la piedra se observa un corneta. Además del zodíaco, con trece constelaciones también figura nebulosa Cabeza de Caballo, denominada así por su semejanza con la cabeza de un caballo. Una nebulosa que la Astronomía califica como oscura y que se encuentra situada en las proximidades de una de las estrellas del cinturón de Orión. 

Y además de las constelaciones, del cometa ya citado, de los planetas y de la nebulosa Cabeza de Caballo había otros elementos. Y uno de ellos parecía un eclipse anular de Sol. 

Y el 24 de diciembre de 1973 el cometa Kohoutek estuvo más cerca que nunca de la Tierra en su viaje por el cosmos. Y se registró igualmente el eclipse anular de Sol. La Luna se colocó durante unos segundos ante el disco solar, formando un majestuoso anillo.

 Y Venus y Júpiter se situaron en la posición señalada por los astrónomos y por las grabaciones en aquella piedra de Ica. Eran, pues, 13 elementos zodiacales, 2 planetas, la Luna, el Sol, la nebulosa Cabeza de Caballo y el cometa Kohoutek, coincidiendo con la más absoluta precisión.

En total, 19 factores. Había que descartar, necesariamente, la coincidencia. Los seres que habían grabado aquella piedra habían tenido conocimiento de la existencia de este cometa. Los astrónomos dijeron en un principio que el cometa Kohoutek tenía una órbita de 10.000 años.




 Poco después rectificaron y la incrementaron hasta los 40.000. Por último dejaron sentado que la órbita del Kohoutek era más bien parabólica y algunos astrónomos barajaron cifras de millones de años para su órbita. . 

Las piedras nos estaban cuantificando el tiempo transcurrido entre aquella civilización y la nuestra. Podemos percibirlo a través de la fauna ya extinguida, de los continentes que desaparecieron y por la propia diferencia de la morfología de aquellos hombres.

Pero, si hace tantos millones de años hubo otros seres humanos, ¿cuántas civilizaciones, todavía desconocidas y olvidadas, poblaron igualmente nuestro mundo entre el entonces y ahora?

Hay que reconocer que todo lo relacionado con la biblioteca de piedra de Ica parece realmente fantástico, aunque resulta difícilmente concebible que sean falsificaciones de los indígenas de la zona. 

Lo que es cierto es que con métodos como el Carbono.14 es prácticamente imposible determinar la supuesta gran antigüedad de estas piedras.

Las razones principales en favor de la fiabilidad de estas piedras lo constituyen los conocimientos que aportan y que parecen difíciles de imaginar en los indígenas de la zona y por el ingente trabajo que implicaría grabar estas miles de piedras y darles una patina de antigüedad. Pero cada uno es libre de decidir.

jue, 18 sep 2014 21:21 CEST
http://es.sott.net/article/32804-Existio-una-civilizacion-

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