lunes, 5 de noviembre de 2018

Los Antiguos astronautas del Tibet: Los Dropa (I)


Cuenta la leyenda que una especie de “sonda espacial” llegó a la sierra Baya Kara-Ula tripulada por habitantes de otro planeta. Sus intenciones pacíficas habían sido malinterpretadas por los habitantes de la zona. 

Muchos de ellos habían sido perseguidos y asesinados por miembros de la tribu Ham, que vivía en las cuevas vecinas.

Los extraños se referían a sí mismos como la tribu Dropa. Dijeron que bajaron de las nubes en su nave espacial. Se estrellaron en las montañas remotas de difícil acceso.

No tenían manera alguna de construir una nueva nave. La leyenda local habla de pequeños hombres con rostro amarillento y aparentemente demacrado que vinieron de las nubes, hacía mucho tiempo.




Los hombres tenían enormes cabezas abultadas y cuerpos pequeños. Por su aspecto extraño fueron perseguidos, cazados y asesinados por los mongoles. 

Esta descripción es exacta a los cuerpos encontrados en las cuevas.

En las paredes de las cuevas los arqueólogos encontraron imágenes de la salida del Sol, la Luna, las estrellas y la tierra, no identificables, todos unidos entre sí por líneas muy pequeñas.

Las pinturas rupestres fueron datadas de hace unos 12.000 años. 

En la actualidad el área de la cueva aún está habitada por dos tribus conocidas como Ham y los Dropas.

Estas tribus son de aspecto extraño en su apariencia. Son frágiles y con un retraso en el promedio de crecimiento de 1,5 metros de altura, no son ni típicamente chinos ni tibetanos. 

Según los teóricos de los antiguos astronautas la investigación del acontecimiento, fue realizada por arqueólogos chinos y rusos en medio de una de las más grandes conspiraciones, para negar la existencia del hecho real, de que una raza alienígena dio origen a los dropa.

En 1938 el arqueólogo chino Chi-Pu-Tei descubrió una serie de tumbas en las cuevas casi inaccesibles de los montes Baian Kara Ula, en la zona fronteriza chino-tibetana.

En las tumbas halló pequeños esqueletos de seres macrocéfalos, muy delgados y de hombros estrechos.

También se encontraron cerca de 700 discos de piedra de 30 centímetros de diámetro con agujeros en el centro de 20 milímetros de ancho y surcos, denominados “Piedras Dropa”, en alusión a los Dropa o pastores nómadas que habitan la mayor parte del norte del Tíbet. 

En las paredes había relieves del Sol, la Luna, estrellas, la Tierra y líneas que unían la Tierra con el cielo.

 Los discos y las pinturas tenían una antigüedad aproximada de 12.000 años, mucho más que las pirámides de Egipto.

Los discos y otros hallazgos de la expedición fueron trasladados a la Universidad de Pekín y en 1958 el profesor Tsum Um Nui expuso una teoría según la cual los surcos eran jeroglíficos desconocidos. 





Los arqueólogos chinos señalaban que la región en tiempos remotos fue ocupada en sus cumbres por las hostiles y nada sociables tribus dropa y jham (silkang) de estatura media 1,30 mts., pero sobre sus esqueletos frágiles no encajaban los grandes cráneos hallados, así que Chi-Pu-Tei publicó su hipótesis en 1940 afirmando que aquellas razas extintas eran algún tipo de simios montañeses, provocando la Burla cruel y humillante de la comunidad científica.

Suponía que los platos de piedra fueron colocados por una cultura posterior pero su hipótesis no explicaba los entierros de difuntos, impropios en los simios. 

En 1962, el profesor Tsum-Um-Nui, de la Academia de Prehistoria de Pekín descifró parte de la escritura de los discos, pero la Academia se negó a publicar tan extraños resultados. 

Tsum-Um-Nui demostró claramente que la escritura acanalada no era una broma moderna y, tras limpiarlos minuciosamente los remitió a la Academia de Ciencias de Moscú.

En colaboración con expertos geólogos demostró que los discos contenían gran proporción de cobalto y aleación metálica.

Los físicos hallaron en losdiscos pétreos, al examinarlos con osciloscopio, un elevado un elevado ritmo vibracional, lo que hizo suponer que en algún momento estuvieron expuestos a altas tensiones eléctricas.

 Tsum-Um-Nui logró el respaldo de cuatro científicos y en 1963 publicó su trabajo en el entorno universitario tras un largo debate entre su equipo y las autoridades académicas. Dicho trabajo se conserva completo en la Academia de Pekín y en el Archivo Histórico de Taipéi (Taiwán).

En Rusia, el filólogo Viatkeslav Zaizev, de la Universidad de Minsk, publicó un extracto de ese trabajo y de la persecución y ocaso que a partir de él sufrió Tsum-Um-Nui, en la revista de temas espaciales “Sputnik”. 

El informe explica que hace unos 12 mil años (edad estimada de los discos según los análisis rusos) un grupo de alienígenas quedó abandonado en la región al accidentarse su nave y ser incapaces de volver a despegar y carecer de medios para construir nuevas naves, siendo aniquilados por las tribus locales que los persiguieron pese a que esos seres intentaron mantener pacíficas relaciones con los montañeses. 




“Diez veces las mujeres, niños y hombres se escondieron en las cuevas hasta la salida del sol.

Entonces creyeron distinguir una señal y vieron cómo llegaban otros, al parecer en señal de paz”, según otra variante de traducción “entonces entendimos a través de signos y expresiones que ellos no tenían intenciones de hacernos daño”. 

Las leyendas chinas locales narran el descenso desde las nubes de pequeños seres amarillos muy delgados y macrocéfalos en la zona de BaianKara Ula, cuyo contacto fue evitado por las tribus locales por su deforme aspecto, pero luego estas tribus los exterminaron persiguiéndolos sin tregua, incluso a caballo.

 Para el profesor Tsum-Um-Nui y su equipo los símbolos planetarios en las rocas tenían relación directa con lo que se narra en los discos y halló también tumbas cercanas con restos humanos normales que probaban la convivencia de seres humanos normales con seres macrocéfalos extraterrestres.

 Según Tsum, los signos narran la historia del aterrizaje forzoso de la nave espacial y la matanza de la mayor parte de los sobrevivientes por habitantes del lugar. Supuestamente, Tsum reportó su descubrimiento en 1962, pero la Universidad de Pekín no recomendó su publicación porque estimó que los criterios de interpretación de los jeroglíficos carecían de argumentación científica. 

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