jueves, 18 de octubre de 2018

ETs, Apócrifos varios y..Los Manuscrito del Mar Muerto ( y II )

John Lash distingue en los textos dos tipos de arcontes.

Uno de ellos es referido en los manuscritos, literalmente, como un feto, y el otro como una serpiente con cabeza de león. Tras una guerra que ganaron estos últimos, los primeros se pusieron a su servicio.

Algo que Lash no duda en identificar con los actualmente llamados grises y reptilianos, dos razas de un denominado "grupo de Orión", que según los que discuten de estas cosas son quienes tratan de someter a nuestro planeta.

De manera que Yaldabaoth, o Yahvé, sería el jefe de un grupo de seres reptilianos y grises a su servicio procedentes desde Orión para crear a los humanos y tratar de someterlos.





Para comprender la historia que cuentan los manuscritos de Nag Hammadi, en vista de que lo dicho puede sonarle muy fuerte a más de uno, seguiremos la narración tal y como la cuenta Stephan Hoeller, psicoanalista e investigador de los textos gnósticos, en su libro Jung y los evangelios perdidos.

Así, al menos, evitaremos los posibles "trucos" narrativos de Lash…

Yaldabaoth y el resto de arcontes nacieron, al igual que todo lo creado, de Sofía, la madre celestial de todos los seres vivos.

Negándose a reconocer su filiación y creyendo ser un auténtico Dios, decidió crear su propio sistema. Mezclando luz y oscuridad, creó un mundo imperfecto y débil, pues la oscuridad impedía desarrollar una armadura de luz que pudiera protegerlo adecuadamente.

Es así como atrajo fuerzas terribles de más allá del sistema del mundo.

Sofía decidió acudir en secreto en ayuda de la Tierra, moviéndose de un lado a otro sobre ella y confiriendo su sabiduría y su amor sobre el sistema creado por el autoproclamado Dios. Los gobernantes creyeron que únicamente ellos habían creado y ordenado el mundo, pero el espíritu de Sofía dio secretamente al lugar espléndidas pautas arquetípicas que introdujo en el tejido de su obra.

Uno de estos arquetipos era el hombre, cuya imagen fue proyectada ante los arcontes por Sofía.

Los gobernantes quedaron cegados ante la visión y el poder que anunciaba, así que decidieron hacer una réplica, pero esta resultó defectuosa, una criatura apagada e insensata. Sofía introdujo su fuerza vital en el nuevo ser usando a Yaldabaoth como intermediario que exhaló su aliento sobre el hombre. Es así que el gobernante creyó haber sido él el auténtico creador de la criatura mejorada.

Pero los gobernantes terminaron por darse cuenta de que el hombre era un ser espiritual, ajeno a los poderes arcontes, y que su inteligencia excedía la de ellos. De nuevo, la superioridad del ser humano sobre su creador…

Si los hebreos acusan a Satán de odiar a los humanos de la Tierra por la superioridad de estos, los gnósticos no tienen reparos en acusar al cabecilla de todo este tinglado.

Así, siguiendo con la Hipóstasis de los arcontes, Yaldabaoth, enfurecido, atacó al hombre y lo arrojó a la región más oscura de la materia para que languideciera allí, sumido en la pena y en la privación. He aquí que enlazamos con Adán. Pero Sofía le envió ayuda para que le asistiera y diera sabiduría espiritual: Eva.

Ésta, como espíritu de sabiduría, entró en Adán y se ocultó en él, de modo que los gobernantes no la pudieron capturar.

Éstos, entonces, decidieron usar maneras de influir en nuestras mentes recurriendo a lo que hoy en día llamaríamos técnicas de condicionamiento subliminal a base de engaños y simulaciones.

Su poder no radicaba tanto en lo que podían hacer como en lo que la víctima creía erróneamente que podían hacer.

El engaño, en este caso, consistió en el Edén, cuyas bellezas y placeres estaban diseñados para mantener al hombre cautivo en, como hemos dicho, "la región más oscura de la materia" y que él mismo fuera su propio carcelero, sin intenciones de escapar.

Este confinamiento en las profundidades de la materia es visto por Lash como una alusión a la manipulación genética a la que, según algunas teorías sobre el pasado extraterrestre de la humanidad, fue sometido el homo sapiens. La cosa es que esto no lo dicen sólo unos cuantos tipos aficionados a asistir a convenciones "sci-fi" disfrazados de trekkis.





Francis Crick, uno de los descubridores del ADN y premio Nobel de Medicina en 1962, apoyó esta hipótesis de la manipulación por inteligencias superiores en un alarmante debate para la comunidad científica, al considerar la "panspermia dirigida" como la explicación más "razonable" a la evolución del Ser Humano.

Para reflexionar sobre estos asuntos, resulta altamente recomendable leer el artículo "El Muñeco Humano" que al respecto escribió el periodista e investigadorAndreas Faber-Kaiser en 1989 en relación a su libro El muñeco humano.

Regresando a la hipóstasis, en esta versión Sofía es la serpiente del paraíso que ofrece la fruta prohibida: el conocimiento necesario para rebelarse y hacer frente a los arcontes.

Esto es, la sabiduría como llave para darse cuenta de la "Verdad" y emprender la acción.

Avanzando en la historia, los descendientes de Set, el tercer hijo de Adán, lograron una gran evolución espiritual de manera que, con el tiempo, fueron minoría los humanos que permanecían fieles al engaño de los arcontes.

Entonces llegamos al diluvio. Los gobernantes decidieron aprovechar la catástrofe que se avecinaba, de cuya historia, huellas posteriores y advertencias ya hemos tratado, para acabar con la civilización infiel y salvar a los suyos: Noé.

Pero Norea, otra descendiente de Eva sólo reconocida por los gnósticos, y otros "conocedores de la Verdad" fueron avisados por los ángeles fieles a Sofía y también se salvaron.

Tras la gran inundación, la humanidad vivió en sufrimiento permanente, debido a la supremacía arconte.

La verdadera gnosis se hizo escasa y hubo de ocultarse ante el peligro de ser descubierta por los fieles a los gobernantes tiranos.

A pesar de todo, la humanidad no estuvo sola. Además de los fieles a Sofía, algunos ángeles tiranos se habían apartado con el tiempo de la maldad de Yaldabaoth.

Uno de ellos fue Abraxas, o Sabaoth, su hermano.

Como se habrán dado cuenta los seguidores de Sitchin, estamos ante un calco de la historia de Enlil, Enki y el resto de los Anunnaki, sólo que con una mayor complejidad y profundidad donde entran en juego diferentes planos de realidad, o densidades, y connotaciones espirituales que van más allá de una simple historia de invasores e invadidos.

Si se nos ocurriera enlazar la sabiduría ofrecida al hombre en el Jardín del Edén, el conocimiento necesario para escapar a las limitaciones impuestas por Yahvé, con las historias de Abraxas o su homólogo sumerio Enki, y le diéramos un toque de teoría alienígena, acabaríamos en la Hermandad de la Serpiente, el término acuñado por William Bramley en Los Dioses del Edén para referirse a una comunidad de seres que quisieron ayudar a los humanos.

Esta hermandad, sin embargo, habría sucumbido pronto a los largos tentáculos de los gobernantes tiranos para convertirse en un arma de engaño. Algo así como nuestros actuales servicios de inteligencia, contra-inteligencia y contra-contra-inteligencia… 

Así, los arcontes podían usar formas de seres de luz y hermosos discursos de esperanza con que convencer a los humanos de estar en presencia del Bien, debido a la tendencia de estos a prestar gran atención a las apariencias y su disposición a identificar con la verdad todo aquello que les resulta agradable.

Según el escritor John Lash, los gnósticos abordan el tema de los arcontes desde una perspectiva cosmológica, buscando las razones de su entrometimiento en los asuntos de la Tierra, pero también explican sus modos de comportamiento y sus objetivos. 

Tal y como nos narran, los arcontes envidian a la humanidad y se alimentan de su miedo. El Antiguo Testamento, precisamente, gira continuamente en torno a la exigencia de temer a Dios.

Sobre todo, tratarían de impedir que sigamos evolucionando en el proceso de ascensión espiritual.

De acuerdo a los gnósticos, la expresión "hijo del hombre", anthropos, se entiende como el reflejo de Dios en la Creación, una manifestación de la divinidad cuyo destino era desarrollarse en todo su potencial.

La narración de Sofía proyectando el arquetipo humano en los cielos para que los arcontes desearan crearlo nos debería hacer reflexionar sobre el importante papel que juega la oscuridad en la consecución de los planes cósmicos, y cómo es usada, por tanto, con unos fines superiores que se escapan a la perspectiva del hombre sobre la Tierra.

En palabras de Hoeller, el hombre realizado,

"es el ideal del incógnito de nuestra especie. […] Es el viajero inmortal que ha soportado todas las adversidades que puede infligir nuestro planeta".

En otro texto de Nag Hammadi, el Evangelio de Felipe, se dice que el mundo que habitamos surgió por un error. En la interpretación de Lash, nuestro viaje existencial ha sido distorsionado por alguna influencia externa.

Esta idea, por cierto, es recogida por otras fuentes tan dispares como el chamán don Juan de los libros de Castañeda:

"los seres humanos están en un viaje de consciencia, el cual ha sido interrumpido momentáneamente por fuerzas extrañas".

Tales serían los conocimientos que Sofía trataría de mantener en la Tierra con la esperanza de que sus fieles mantuvieran el hilo transmisor, mientras que otros harían todo lo posible por tergiversar la sabiduría ancestral en beneficio de objetivos más oscuros.

En resumen, asumiendo esta hipótesis, los apócrifos nos estarían diciendo que la vida en la Tierra es un juego, no ya como un concepto filosófico o una metáfora al uso, sino como la más pura y absoluta de las verdades. La única Verdad.

Que no somos sino cobayas voluntarias (espíritus llamados por Sofía para corregir la torpeza de los arcontes) en un experimento cósmico donde el bien y el mal no son sólo fuerzas, sino piezas como nosotros, con cara, manos y pies, que se manifiestan en nuestro espacio y tiempo con un rol físico establecido.

La metahistoria de Lash, al abordar de manera tan poco convencional los manuscritos de Nag Hammadi, nos hace cuestionar la realidad en sí misma.

Como mencionaba al principio, estamos ante la extrapolación de unos arquetipos procedentes de planos de conciencia más sutiles, ante su reflejo en la densa realidad histórica, "la región más oscura de la materia".

"Como es dentro, es fuera".

Al mismo tiempo, le da al fenómeno ET un aspecto más complejo, con una realidad basada en diferentes densidades o planos de realidad que conectan con las cuestiones espirituales del universo.

Algo equivalente, por cierto, al material de Laura Knight-Jadczyk y sus alienígenas de cuarta densidad tratando de manipularnos continuamente, según le cuentan otros seres más benignos desde sexta densidad…

Pero bueno, quizás estemos yendo demasiado lejos en este asunto de mezclar apócrifos del Antiguo Testamento, manuscritos del Mar Muerto y teorías alienígenas que ven grises y reptilianos en textos sagrados.





Y es posible que esto no sea más que un exceso frivolidad. Intentar una reflexión seria con tanto refrito entre verdades y fantasías no debe otorgar muchos puntos ahí fuera, en el mundo real…

En fin… Sólo una cosa más antes de finalizar.


Se me había olvidado comentar algo sobre esa historia del Génesis que explica el "origen del mal" en este planeta, en que los hijos de los Dioses bajaron a la Tierra, se unieron a las hijas de los hombres y engendraron una raza de gigantes denominada "nephilim".

Según el Peak´s Commentary on the Bible, publicado en 1919, en arameo, la palabra para referirse a la constelación de Orión es "nephila", y los nephilim, "los descendentes de Orión"…

Unos fenómenos, estos arameos…

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