viernes, 12 de abril de 2019

Las 72 Reglas de los Caballeros Templarios

LAS 72 REGLAS DE LOS CABALLEROS TEMPLARIOS

La "Regla de los pobres caballeros de Cristo y Templo de Salomón", se aprobó en el Concilio de Troyes en 1129.

Consistía en 72 artículos que incluía toda la actividad de los caballeros, tanto los que incluía con su parte espiritual y religiosa (recordar que eran monjes, tales como temas de oración y de sus votos como castidad, pobreza y obediencia); y su parte militar y detalles como su comportamiento o tipo de ropa que llevarían.

Sobre las cuestiones religiosas

Las reglas de los Caballeros Templarios comienza con la manera cómo los caballeros deben respetar las oraciones diarias respetando así el Santo Oficio, e incluso, lo que deberían hacer si por cuestiones de la guerra, uno no pudiese cumplir con este deber.

"Procurareis siempre, con piadoso y puro afecto, oír los maitines y todo el oficio según las observancias canónicas y las costumbres de los doctos regulares de la Santa Ciudad de Jerusalén (...)




Si algún hermano, por necesidades de la casa o de la cristiandad oriental, que sucederá a menudo, a causa de tal ausencia no pudiese escuchar el oficio divino, debe rezar por maitines trece padrenuestros, por cada una de las horas menores siete, y nueve por vísperas".

Así también, cuando uno de los caballeros muriera en combate se debía cumplir lo siguiente:"rezareis cien padrenuestros hasta el día séptimo, contando a partir del día de su muerte ¡quien lo supiera! con fraternal observancia, porque el número siete es número de perfección".


Un dato curioso y que de alguna forma habla sobre los comentarios que ya comenzaban a surgir alrededor de los Caballeros Templarios, es que se les prohibía escuchar las misas de pie.

"Nos ha contado un testigo veraz que escucháis el oficio divino de pie, inmoderadamente. Mandamos que no lo hagáis, antes lo vituperamos. Así, concluido el salmo “Venite exultemus Domino”, con el Invitatorio e Himno tanto los débiles como los fuertes os sentaréis, y os lo mandamos para evitar el escándalo.

 En el Evangelio, en el “Te Deum laudamos”, y en todas las laudes, hasta el “Benedicamus Domino”, estaréis en pie, así como en los maitines de Nuestra Señora".

Sobre la pobreza

En cuanto a la pobreza, se le pide se le pide a los Caballeros Templarios como sirvientes a la Iglesia que solo podían "tener comida y ropa, y no pueden a aspirar a nada más salvo cuando el maestre desee entregarles cualquier cosa impulsado por la caridad".

Además, se indicaba claramente cómo debía comer un templario: "Comeréis en el refectorio. Cuando os faltase alguna cosa, y tuvieseis necesidad de ella, si no pudieseis pedirla con gestos hacedlo silenciosamente.

Siempre que se pida algo estando en la mesa ha de ser con humildad, obediencia y silencio, como dice el apóstol: “Come tu pan con silencio”; y el salmista os debe animar diciendo: “Puse a mi boca custodia”, que quiere decir: “decidí no hablar, y guardé mi boca por no hablar mal”.

También se especifica que el caballero solo podrá comer carne tres días a la semana (salvo día de Pascua de Navidad, Resurrección o alguna otra festividad importante), porque según la regla "la costumbre de comer al corrompe el cuerpo".

De igual manera, las legumbres podrían servirse también tres veces por semana (lunes, miércoles y sábados).

Por último, después de comer, se le pedía que den gracias a Dios, y que se entreguen pedazos de pan a los pobres. "Aunque el premio de la pobreza es el reino de los cielos, y sin duda se le deba a los pobres, mandamos dar cada día al limosnero la décima de todo el pan".

Sobre la vestimenta de los Templarios

Es además con esta Regla, que se constituyó la ya legendaria vestimenta blanca de los Caballeros Templarios. 

"Ordenamos que los hábitos sean siempre de un color, blanco o negro; y concedemos a los caballeros, en invierno y verano, capa blanca, pues ya que han abandonado la vida tenebrosa del mundo, con el ejemplo de las ropas blancas se reconozcan como reconciliados con el Creador: eso significa que la blancura representa la castidad.

La castidad es la seguridad del coraje y salud del cuerpo, y si un caballero no se mantiene casto no puede ver a Dios ni gozar de su descanso, afirmándolo San Pablo: “Esforzaos en traer la paz y ser castos, sin lo cual no se verá a Dios”.

También se pide que el uniforme sea de la talla de los caballeros y que los uniformes rotos o viejos se entreguen también a los pobres o novicios.

"El procurador de este ministerio, con vigilante cuidado, procure que esos vestidos no sean ni cortos ni largos, sino hechos a la medida de los que los usan, y así se los dé a los hermanos, según su cantidad".


Una de las reglas aclara que el caballero que pida la mejor ropa, a ese deberá tocarle el peor de los vestidos.

También se indica que los sirvientes del Temple "mantos negros, y si no se pudiesen encontrar, traigan los que se pudiesen conseguir en la Provincia en la que residan, o con el color más bajo que se pudiese encontrar, es decir, pardo". Esta regla se crea para evitar confusiones.

Por cierto, la regla es muy clara al decir que ningún caballero templario debía usar pieles o cosa semejante, salvo las pieles de carneros o corderos. Por otro lado, las prendas viejas se pueden repartir entre los escuderos, sirvientes o la gente pobre.

Por último, en temas de "look" de los Templarios, la Regla indicaba que éstos debían tener el cabello bien cortado "por delante y por detrás", al igual que la barba "para que el exceso no denote vicio en el rostro".

La comunidad Templaria

Otro de los detalles interesantes de la Regla, es el énfasis que hacen de la comunidad, es decir, de que los Caballeros Templarios debían ser siempre uno, y evitar en todo momento el individualismo.

Se les prohibía por ejemplo que cada Caballero actúe por voluntad propia, o que salgan de las ciudades en las que se encuentren o que incluso, caminen solos, ya sea de día o de noche. 





"No osen andar sin compañero o caballero ni de día ni de noche; y, cuando se hospedasen, ningún caballero, escudero o sargento ande por los alojamientos de otros, con motivo de verlos y hablarles, sin licencia".

El comportamiento del Caballero Templario

La regla además indica cómo debe comportarse un caballero de la Orden del Temple. Se indica por ejemplo que se deben comportar "con sencillez y humildad sin reír, y no hablar mucho, sino lo razonable y sin alzar la voz", y que no esté acompañado de alguien que se comporta de esta manera.

También se pide que se evite la murmuración, la envidia y la calumnia. También se prohíbe que estos reciban besos de las mujeres.

"Creemos que es peligroso a todo religioso mirar detenidamente los rostros de las mujeres; por lo mismo, que ningún hermano ose besar ni a viuda ni a doncella, ni a su madre, ni a su hermana, ni a su tía, ni a mujer alguna.

Huya por esto mismo de semejantes besos la Milicia de Cristo, por los que suelen frecuentemente peligrar los hombres, para que, con conciencia pura y perfecta vida, logre gozar perpetuamente de la vida del Señor".

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