lunes, 1 de octubre de 2018

¿ Fué la Gran Pirámide construida por los Nefilim ? (I)


En la Biblia existe una referencia explícita a la Gran Pirámide que merece ser mencionada. El profeta Isaías nos dice: “En esa época habrá un altar para el Señor en el medio de Egipto y un monumento para el Señor en el borde de Egipto.

Este será un signo y un testigo para el Señor Todopoderoso en la tierra de Egipto. Cuando la gente le ruegue al Señor por ayuda, él enviará a alguien para salvarlos y defenderlos. Él los rescatará de aquellos que les hacen daño”.

 La referencia a un “altar” y un “monumento” en el “medio” y en el “borde” respectiva y simultáneamente, es la clave que identifica a la Gran Pirámide de Giza o de Keops como el único candidato que cumple con todos los requisitos. En efecto, la Gran Pirámide de Giza está en “el centro y en el borde de Egipto”. Recordemos que el Egipto antiguo estaba dividido en dos. La gran pirámide está localizada en el borde entre el Alto (el sur) y el Bajo (el delta) Egipto.

Al mismo tiempo está en el centro del cuadrante natural formado por la curvatura regular formada por el delta del Nilo y que se mantiene desde la Antigüedad. Santiago Martínez Concha escribió un interesante libro, “La conexión atlante”, en que me he basado para escribir este artículo.




Su autor plantea la existencia de una realidad paralela a la que conocemos. Este libro hará pensar a algunos sobre el devenir de la historia del mundo y de la raza humana.

El misterioso capítulo 6 del Génesis, escrito en la versión antigua de la Biblia de Jerusalén, o en otra de las versiones clásicas de la misma, referente a los Nefilim, despertó el interés de Santiago Martínez.

Durante muchos años, las verdades allí expuestas de manera muy simple le llevaron a investigar y a descubrir lo que ha sido uno de los secretos más largos y mejor guardados de la humanidad. Develar el secreto allí escondido durante siglos y entender la trascendencia del mismo es el propósito principal del libro de Santiago Martínez.

Heródoto habla de que el tiempo empleado en construir la pirámide fue de treinta años y se emplearon grupos de 100 000 hombres en turnos de tres meses.

Investigaciones más recientes, comprueban que el tiempo empleado en construir la Gran Pirámide, aunque solo sea la parte que conocemos por encima de la superficie del terreno, es de sólo 20 años. ¿En qué se emplearon los otros 10 años?. Heródoto en relación con este punto afirma que diez años fue el período inicial para el diseño de planos y para la preparación de la ejecución.

Lo más probable es que exista todo un complejo sistema subterráneo de comunicación inter-piramidal, incluyendo la esfinge, y que parte de este período inicial se hubiera empleado en la construcción de estos túneles y salas subterráneas. El caso de Teotihuacán, en México, demuestra la existencia de túneles subterráneos que interconectan diferentes lugares y se dirigen varios kilómetros en dirección al sur. Heródoto se refiere al faraón Keops como “arrogante hacia los dioses”, ya que se dedicó a cerrar los templos, a desterrar sus imágenes y a obligar a los sacerdotes a trabajar en las canteras.

Esto podría representar que el faraón se consideraba a sí mismo dios y no quiso tener ninguna competencia con el culto a otros dioses; o bien que el faraón estuvo influenciado durante algún tiempo por otra religión distinta a la suya. En este caso, lo más probable es que haya sido el culto a Yahvé, introducido por los hyksos. Las religiones humanas y el origen de las figuras como Zeus, Osiris, Isis, el Minotauro y otros seres mitológicos se sitúan en el marco de la Historia de la Tierra. En la Antigua Sumer, en Babilonia, Asiria, Egipto o Grecia, aparecen en escena múltiples dioses. Entonces, de pronto, y en la Biblia, aparece un nuevo y poderoso dios llamado Yahvé, que nadie sabe de dónde ha salido.

Se cree que probablemente Yahvé es en realidad el dios sumerio Enlil. Y se cree que su hermano, el dios sumerio Enki, creó a los seres humanos a partir de su propio ADN. Esto explicaría que su gran rival Enlil (supuestamente Yahvé) nos considerase una abominación y decidiera castigarnos. Después de 30 años, Keops reintrodujo el culto politeísta prevaleciente en el antiguo Egipto.

Heródoto realizó una exhaustiva entrevista a un sacerdote egipcio en relación con la construcción de la Gran Pirámide y afirmó que un extranjero de importancia había llegado a Egipto por la época del reinado de Keops. Los mismos egipcios le atribuyen el diseño y los secretos del edificio a ese extranjero misterioso. De nuevo aquí se suscita un enigma muy interesante.

¿Qué clase de extranjero era para llamar la atención de Keops, el faraón dios? Los argumentos, los conocimientos y la carta de presentación de ese extranjero tuvieron un formidable efecto en el faraón, al punto de hacerle combatir sus antiguas creencias y llevarlo, supuestamente, a la construcción de la Gran Pirámide.

Los pastores-reyes más conocidos que cumplen con todos los requisitos y se supone fueron escogidos por Yahvé mismo para guiar a su pueblo en épocas próximas a la 4ª dinastía, en que reinó Keops (2680-2565 a. C.), fueron Job, Melquizedek, Abraham y José, anteriores a Moisés. ¿Quién de ellos sería este misterioso extranjero constructor de la gran pirámide? Abraham parece haber vivido alrededor del período entre 2000 y 1500 a. C., lo cual lo descalificaría cronológicamente. Sin embargo, la cronología en este caso es susceptible de estar equivocada, no sólo en lo que se refiere a Abraham, sino incluso a la construcción de la Gran Pirámide.

l relato bíblico nos habla que su madre fue Tera, una de las descendientes de Sem, hijo de Noé. También conocemos que nació en la ciudad caldea de Ur y que se casó con su media hermana Saráis, a quien Yahvé le cambió el nombre por el de Sarah o Sara. Son curiosas las raíces comunes que existen entre Sahara, Saráis, Sarah y Sara. Recordemos que la mujer de Abraham era estéril y que el Sahara es un desierto o tierra estéril. De Ur, Abraham partió con su sobrino Lot y su familia para Haran. Después de recibir la promesa divina que lo convertiría en una “gran nación”, emigró con su esposa a Canaán, en donde vivió como un nómada.

Una gran hambruna lo llevó a Egipto y allí, por temor de ser llevado a la muerte, decidió presentar a su esposa como su hermana ante el soberano, quien decidió tomarla por esposa. Un ángel visitó entonces en sueños al rey prohibiéndole tocar a Sara. Como consecuencia de este episodio, Abraham fue compensado con bienes y dinero y expulsado de Egipto. De vuelta a Canaán, Abraham se peleó con Lot y su tribu y ambos tomaron caminos separados.

Lot permaneció cerca de Sodoma y Abraham continuó con su vida de nómada. Posteriormente rescató a Lot del cautiverio del rey de Elam, Kedorlaomer, y fue bendecido por el sacerdote Melquizedek, rey de Salem. Es en esta época que Yahvé le promete a Abraham un hijo de su esposa Saráis y le repite sus antiguas promesas.

El pacto con Yahvé es renovado con el rito de la circuncisión y es en este momento que Yahvé le cambia el nombre a Abram por Abraham y a Saráis por Sara, repitiéndole su promesa a Sara de que tendría un hijo y utilizando la visita de los ángeles como medio para informarle.

Kedorlaomer fue rey de la antigua Elam. Había extendido su poder hacia el oeste, hasta llegar a la frontera de Egipto, antes de que Abrahán entrase en la Tierra Prometida en 1943 a.C.

Después de doce años de servidumbre, cinco reyes próximos al extremo meridional del mar Muerto se rebelaron contra su gobernante supremo del Este. En el año decimocuarto, Kedorlaomer y tres aliados —Amrafel de Sinar, Arioc de Elasar y Tidal de Goyim— se encaminaron hacia el oeste para sofocar la rebelión.

Empezando en el norte y dirigiéndose hacia el sur, fueron derrotando a las ciudades a lo largo de las rutas comerciales al este del Jordán y al sur del mar Muerto, en el territorio que más tarde ocuparon los amalequitas. Después de esto, no les resultó difícil poner en fuga a los cinco reyes que eran el núcleo de la insurrección.

Entre los cautivos de Kedorlaomer se hallaba Lot, el sobrino de Abrahán, que vivía en aquellas inmediaciones. Cuando Abrahán se enteró, salió rápidamente en persecución con 318 siervos suyos armados. En Dan sorprendieron a las fuerzas enemigas, que eran considerablemente superiores, y las persiguieron con éxito hasta Hobá, al norte de Damasco, después de lo cual rescataron a Lot y sus posesiones.

 El nombre de Kedorlaomer no se ha encontrado en inscripciones de listas de antiguos gobernantes de Elam, pero se reconoce como nombre elamita. Kudur, una posible variación de Kedor, aparece en muchos nombres compuestos, y Lagamar, que tiene un parecido con laomer, una deidad elamita. Cuando Yahvé le informó a Abraham de sus intenciones de destruir a Sodoma y Gomorra debido a la maldad de sus habitantes, Abraham negocia con Yahvé y le pregunta que si finalmente diera con diez hombres justos podría con ello calmar su santa ira a lo que Yahvé decide complacerlo.

Al no encontrarlos, Yahvé envía dos ángeles exterminadores, los cuales toman figura humana y le advierten a Lot que salga al amanecer de Sodoma.

Los habitantes de la ciudad, en un intento de maldad pretenden abusar sexualmente de los (ángeles) huéspedes de Lot pero estos terminan defendiéndose, cegando a sus intimidadores con un gran resplandor.




Al amanecer, Yahvé envía fuego del cielo y deja a Sodoma y Gomorra convertidas en una espesa humareda que puede divisarse desde lejos y a la esposa de Lot convertida en estatua de sal por desobedecer las advertencias de no mirar hacia atrás y querer contemplar la ira de Yahvé. En otras palabras, la necia mujer de Lot quedó petrificada o tal vez carbonizada, convertida en roca salada debido al alto grado de concentración de sal en la atmósfera, causada por el calor.

Melquisedec es el Rey de paz, Rey de justicia o Rey del Mundo, según el significado hebreo del vocablo Melquisedec que nos explica Rene Guenon. En el Antiguo Testamento es un notable sumo sacerdote, profeta y líder que vivió después del diluvio y durante los tiempos de Abraham.

Es considerado señor de la Paz y la Justicia. Según relata el Génesis: “[...] y Melquisedec, rey de Salem, sacando pan y vino, como era sacerdote del Dios Altísimo, bendijo a Abram, diciendo: -Bendito Abram del Dios Altísimo, el dueño de cielos y tierra.

Y bendito el Dios Altísimo, que ha puesto a tus enemigos en tus manos. Y le dio Abram el diezmo de todo“. Los Santos Padres de la Iglesia, la tradición judía y el Salmo 76, identifican a la ciudad de Salem con Jerusalén. En el relato, este sacerdote-rey hace una breve aparición siendo sacerdote de Dios y rey de Jerusalén, lugar donde en el futuro Dios tomará morada. Como sacerdote, anterior a la institución del sacerdocio levítico, es quien recibe el diezmo debido a Dios.

Como sacerdote-rey es una prefiguración del mismo Jesús que, además de ser Profeta, también es Sacerdote y Rey. Con la presentación del pan y el vino marca lo que después será el sacerdocio instituido por Cristo y que sustituirá al sacerdocio levítico. Melquisedec es el sacerdote receptor del primer diezmo registrado en la Biblia, entregado por Abraham, y el primer sacerdote-rey. Melquisédec es el título del primer escrito del códice IX de Nag Hammadi.

Es un texto copto que presenta notables lagunas, escrito originalmente en griego, probablemente en Egipto durante el siglo III. El texto refleja una mezcla de las costumbres judías, cristianas y gnósticas.

Su presentación de Melquisedec es un buen ejemplo de ello: no es sólo el anciano “Sacerdote de Dios Altísimo” como en el Antiguo Testamento, sino que también aparece como “sumo sacerdote” y guerrero “sagrado“. Melquisedec se presenta tan eterno como su sacerdocio. Ha estado en el mundo desde el principio del tiempo y se quedará hasta el final. Es el primer peldaño en la escala que ascienden las almas iluminadas.

La narración bíblica de la destrucción de Sodoma y Gomorra puede también interpretarse como un evento utilizado por Yahvé para castigar a este pueblo. Tal vez una explosión nuclear.

 El sitio donde se encontraban Sodoma y Gomorra está ocupado hoy día por el mar Muerto, con alto contenido salino y por debajo del nivel del mar, como si el efecto de un gigantesco impacto hubiera causado no solamente un hundimiento del terreno sino provocado también una explosión parecida a la de una bomba termonuclear.

Si uno se sumerge en las aguas, el alto contenido de salinidad obliga a salir a la superficie. A la muerte de Sara, Abraham se casó con Katura, de quien tuvo 6 hijos. Y cuando murió a la edad de 175 años fue enterrado en la cueva de Macpela, en Hebrón. La tradición musulmana afirma que el gran domo de la Roca, con su cúpula dorada, fue el sitio desde donde Abraham pensó sacrificar a su hijo Isaac y desde donde el profeta Mahoma ascendió al cielo. La orden que Abraham recibe directamente de Yahvé está relatada en el Génesis: “Y luego la palabra de Jehová fue a él diciendo: No te heredará éste, sino el que saldrá de tus entrañas será el que te herede.

Y lo sacó fuera, y dijo: Mira ahora a los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu simiente. Y creyó a Jehová, y se lo contó por justicia“. En otras palabras, la orden recibida era para observar el cielo y contar sus estrellas visibles.

Esto haría de Abraham uno de los primeros astrónomos y astrólogos. Por otra parte el sabio egipcio Hermes-Tot, de quien se dice que fue contemporáneo y maestro de Abraham, hace de este patriarca un posible candidato para construir un monumento a Yahvé, diseñado por él, en tierra egipcia.

Hermes Trismegisto es el nombre griego de un personaje mítico que se asoció a un sincretismo del dios egipcio Dyehuty (Tot en griego) y el dios heleno Hermes, o bien al Abraham bíblico. Hermes Trismegisto significa en griego ‘Hermes, el tres veces grande’. Hermes Trismegisto es mencionado primordialmente en la literatura ocultista como un sabio egipcio, equivalente al dios Tot, también egipcio, que creó la alquimia y desarrolló un sistema de creencias metafísicas que hoy es conocido como hermetismo.

Para algunos pensadores medievales, Hermes Trismegisto fue un profeta pagano que anunció el advenimiento del cristianismo. Se le han atribuido estudios de alquimia, como la Tabla de Esmeralda, que fue traducida del latín al inglés por Isaac Newton, y de filosofía, como el Corpus Hermeticum.

No obstante, debido a la carencia de evidencias concluyentes sobre su existencia, el personaje histórico se ha ido construyendo ficticiamente desde la Edad Media hasta la actualidad, sobre todo a partir del resurgimiento del esoterismo.

Según las creencias egipcias, los dioses habían gobernado en el Antiguo Egipto antes que los faraones, civilizándolos con sus enseñanzas. En ellas, el dios egipcio Tot era el dios de la sabiduría y el patrón de los magos.

También era el guardián y escribiente de los registros que contenían el conocimiento de los dioses. Clemente de Alejandría estimaba que los egipcios poseían cuarenta y dos escritos sagrados, que contenían todas las enseñanzas que poseían los sacerdotes egipcios.

Más tarde, varias de las características de Tot se asociarían al Hermes de la mitología helenística, incluyendo la autoría de los «cuarenta y dos textos». Este sincretismo no fue practicado por los griegos, sino que en el primer o segundo siglo de la era cristiana, se le comenzó a llamar a esta fusión «Hermes Trismegisto», probablemente por cristianos que tenían noticia de los textos egipcios.

No obstante, en algún momento la ambigua noción de divinidad se transformó en la de un personaje histórico de los tiempos iniciales de la civilización occidental, al cual además se le atribuyeron otros escritos filosóficos.

El egiptólogo alemán Siegfried Morenz, en su obra Religión de Egipto, ha sugerido que: «La referencia a la autoría de Tot [...] se basa en la antigua tradición, y la cifra de cuarenta y dos probablemente se debe al número de nomos de Egipto, y, por tanto, pretende transmitir el concepto de integridad». Platón, en Timeo y Critias comentó que en el templo de la diosa Neit en Sais, había salas que contenían registros históricos secretos de sus doctrinas que tenían una antigüedad de 9000 años.

A la identificación entre Tot y Hermes en la figura de Hermes Trismegisto ha de añadirse otra posterior, de carácter esotérico, por la cual Hermes Trismegisto es también Abraham, el patriarca hebreo, que habría comenzado dos tradiciones: una solar y pública, recogida en el Antiguo Testamento y otra privada, trasmitida de maestro a discípulo, accesible solo vía el Corpus Hermeticum.




La llamada «literatura hermética» es en cierto modo, un conjunto de papiros que contenían hechizos y procedimientos de inducción mágica. Por ejemplo, en el diálogo llamado de Asclepio, el dios griego de la medicina, se describe el arte de atrapar las almas de los demonios en estatuas, con la ayuda de hierbas, piedras preciosas y aromas, de tal modo que la estatua pudiera hablar y profetizar.

Asclepio es el último tratado del Códice VI de Nag Hammadi, pueblo situado en la ribera del río Nilo, en Egipto, y se trata de un fragmento copto del manuscrito del Asclepio.

 Estos fragmentos de Nag Hammadi son la versión copta de los capítulos 21-29 del Discurso Perfecto, en que se trata del sexo, misterio divino, de los dioses terrenales, del carácter divino del hombre, del hombre artífice de dioses, de la Profecía: muerte y regeneración del cosmos, de la muerte y la inmortalidad: juicio de las almas.

En la versión copta se trata de un diálogo entre Hermes Trismegisto y su discípulo Asclepio, que empieza con una comparación asombrosamente explícita de las relaciones sexuales y con la iniciación en los misterios sagrados.

 Esta asociación está también presente en el Discurso sobre la Ogdóaday la Eneada, pero es presentada mucho más explícitamente. Sigue una discusión sobre el origen y la naturaleza de humanidad, donde los seres humanos son sorprendentemente considerados seres superiores a los dioses, porque son menos limitados, ya que su inmortalidad es adquirida a través del aprendizaje y el conocimiento.

Sigue lo que parece ser una defensa de adoración a ídolos. Después, Egipto es exaltado como imagen del cielo, pero son pronosticadas noticias graves. En un pasaje hermoso y conmovedor, Hermes llora cuando se anuncia la destrucción del mundo.

Sin embargo, la regeneración del mundo vendrá, o incluso está ya en curso en un sentido misterioso. El texto termina con una descripción del destino post mortem del alma. Al dejar el cuerpo, asciende hasta ser recibido por un gran espíritu. Si ha sido bueno, le es permitido continuar su ascenso, pero si no, es recluido en la región entre tierra y cielo y castigado cruelmente.

Cabe preguntarse por qué fue incluido este fragmento aquí. El énfasis que los textos herméticos pusieron sobre el ascetismo, su enfoque sobre conocimientos revelados, y su contenido escatológico, son características compartidas con muchos otros textos de Nag Hammadi, y razones para hacerlos atractivos a las personas que compilaron la colección.

 En otros papiros, existen varias recetas para la construcción de un determinado tipo de imágenes y detalladas explicaciones acerca de cómo animarlas y dotarlas de alma, ahuecándolas para poder introducir en ellas un nombre grabado en una hoja de oro, momento esencial del proceso.

La primera publicación moderna de Las Definiciones Herméticas, conservada en 6 manuscritos de Armenia copiados entre el siglo XIII y el XVI, fue en 1956, pero atrajo poca atención. La lengua original de este texto habría sido griega, de finales de siglo VI.

 Las Definiciones Herméticas son, como el nombre indica, una serie de definiciones y discusiones breves de los conceptos y entidades, incluyendo la naturaleza de Dios, el alma, el hombre, el intelecto, etcétera.

En su estructura, hace mucho uso de las preguntas retóricas, que son respondidas luego por fórmulas dogmáticas. Las ideas son desarrolladas no a través de la dialéctica como, por ejemplo, en la tradición platónica, sino por la asociación y la evolución de palabras clave o imágenes. La recopilación literaria hermética estaba estructurada alrededor de la conexión y la interpretación de oraciones individuales, y ciertos conceptos fundamentales.

Estas oraciones llegaron a ser la sabiduría más temprana y constituyeron la base para toda futura especulación hermética. Las doctrinas imaginarias y teológicas, o filosóficas específicas, son secundarias y surgen de las costumbres especulativas sobre estas oraciones. Pero estas oraciones quedan arraigadas en toda obra posterior.

No obstante, no se queda ahí la literatura atribuida a esta figura mitológica. Los escritos herméticos, en general, dan cuenta de un determinado enfoque acerca de las leyes del universo. En el manuscrito de Asclepio se nos habla constantemente de Dios, a quien se llama “El Todo Bueno“, para describirnos las leyes del Universo. Por ejemplo, en el pasaje número veinte del manuscrito de Asclepio, Dios es expresado como la inconcebible Unidad que constituye el Universo.

Una unidad, cuya característica esencial es que posee naturaleza masculina y femenina al mismo tiempo. Esta característica se la otorgará Dios a su vez, por reflejo, a todas sus criaturas. En el manuscrito de Asclepio, como decíamos, la figura de Dios no tiene la consideración de quien ha hecho todas las cosas, sino que Dios mismo “es” todas las cosas. Todos los seres vivos, todo lo material e inmaterial, son para Hermes partes que actúan dentro de Dios. Pero sólo los humanos somos un reflejo exacto de Dios,el Todo Bueno. También nos habla Hermes del Tiempo. De acuerdo con el manuscrito de Asclepio, “el Mundo es el receptáculo del Tiempo, que mantiene la vida en su correr y agitar. El Tiempo por su lado respeta el Orden.

Y el Orden y el Tiempo provocan, por transformación, la renovación de todas las cosas que hay en el Mundo“. Recordemos que en esta obra, el propio Hermes aparece como un personaje que dialoga con Asclepio, y que la conversación se sitúa en el antiguo Egipto. Como curiosidad, añadiremos que, en el manuscrito de Asclepio, Hermes habla de dioses que están en la Tierra. Al preguntarle Asclepio a Hermes dónde están tales dioses, Hermes le responde que en una montaña de Libia y acto seguido le cambia el tema. Esos dioses se irán finalmente, y dejarán a la humanidad desasistida.

Entre los tratados atribuidos a Hermes Trismegisto destaca, tal como hemos dicho, el Corpus Hermeticum.

Se le atribuye también la redacción de la Tabla de Esmeralda, que fue considerado por los alquimistas el libro fundacional de la alquimia. Otras de sus obras más destacadas serían el Poimandres, el Kybalión, en el que se expresan de forma sintética las leyes del Universo, ciertos libros de poemas y el «Libro de los muertos», por haberse encontrado ejemplares de él dentro de los sarcófagos de algunos destacados egipcios.

La presentación de Abraham o de la persona por él escogida, hecha a través de Hermes-Tot, hubiera sido suficientemente importante como para que el faraón le hubiese prestado toda su atención. Abraham, a los 86 años y antes de su matrimonio con Sara, había tenido un hijo de nombre Ismael con su esclava egipcia Hagar. Cuando Sara cumplió 100 años fue cuando concibió a su segundo hijo, Isaac, de tal manera que existía una relación estrecha con Egipto.

Desde entonces se considera a Abraham como el padre común de los árabes y los judíos, así como padre de las religiones monoteístas. El conocimiento del cielo pasó de padres a hijos y permitió que el pueblo israelita se convirtiera, desde la Antigüedad, en un pueblo astronómico por excelencia.

 La historia de Jacob, el usurpador, por haberle quitado la primogenitura a su hermano Esaú, nieto de Abraham, y de su hijo José, vinculan de nuevo a los patriarcas con Egipto. José, después de haber sido vendido por sus hermanos y de haber logrado descifrar los sueños del faraón sobre las siete vacas gordas y las siete flacas, significando los años de abundancia y de sequía, logra convertirse en el hombre más importante de Egipto y salvar al pueblo egipcio del hambre.

Después de la reconciliación con sus hermanos, José regresa con su padre, Jacob, y éste se mueve con toda su familia y se establece en Goshen, en el antiguo Egipto. Allí permanecen sus descendientes hasta la época en que Moisés saca a todos los israelitas, tal como se cuenta en el Éxodo, y carga con los huesos de José por el desierto hasta enterrarlos en Sequem.

Lo que recuerdan los hebreos y está escrito en el Antiguo Testamento en relación con las siete plagas de Egipto, está narrado en el papiro Ipuwer que se encuentra en el Museo de Berlín, con una óptica diferente.

El papiro Ipuwer fue traducido por A.H. Gardiner en 1909 y describe una serie de catástrofes y plagas que azotaron Egipto, tales como hambre, sequía, fuga de esclavos que se llevan las riquezas de los egipcios, y muerte en todas partes de la tierra de Egipto.

 La similitud entre varios pasajes del éxodo bíblico y el papiro Ipuwer son tan sorprendentes, que algunos eruditos, como Immanuel Velikovsky, la muestran como fuente egipcia del relato bíblico.

El papiro de Leiden es un texto que registra las denominadas “admoniciones de Ipuwer”, copiado por escribanos de la XIX Dinastía, pero que se remonta, en su redacción original, a un periodo que va desde el Reino Antiguo hasta el Reino Medio.




Se podría remontar a tiempos de la VI Dinastía (Imperio Antiguo), aunque otros como Gardiner sitúan su contexto en tiempos de la XII Dinastía (Imperio Medio). Su principal característica es que narra grandes desastres en la tierra de Egipto similares a las diez plagas de Egipto.

Asimismo, el orden secuencial de algunas de las plagas en el papiro coincide con el descrito en la Biblia. El mérito de esta comparación entre ambos documentos se debe a Immanuel Velikovsky y su descubrimiento está magistralmente narrado en su libro Mundos en colisión. Según la opinión de Velikovsky, la catástrofe cósmica utilizada por Yahvé para sacar al pueblo escogido de la dominación egipcia fue causada por el paso de un cometa con las consecuencias que conocemos, aunque no podemos despreciar una posible intervención extraterrestre.

 Los egipcios relatan cómo un tipo de polvo llovió del cielo (primera plaga), tiñendo las aguas de rojo y descomponiéndolas rápidamente. Ese polvo rojo que pudrió las aguas, dándoles ese color de sangre era visto por los hebreos con los ojos de la fe y en forma diferente. La historia judía no habla de ningún polvo rojo, y simplemente cuenta cómo las aguas se convirtieron en sangre.

Por su parte, los egipcios cuentan cómo era necesario abrir huecos con las manos en las orillas del Nilo, a fin de poder beber agua sin ese contaminante, posiblemente traído por la cola del cuerpo celeste. Las siguientes siete plagas debidas fueron: las ranas, los mosquitos, los tábanos, la muerte del ganado, las úlceras, la granizada, las langostas y los tres días de espesas tinieblas que cubrieron a Egipto.

No todos los fenómenos o advertencias de Moisés al faraón pueden interpretarse como fenómenos cósmicos. Algunas requirieron de la intervención directa de Yahvé, como el relacionado con la muerte de todos los primogénitos de Egipto la noche de la Pascua. Sin embargo, la destrucción de los ejércitos del faraón en el mar Rojo, cuando Yahvé dividió las aguas para que el pueblo hebreo pudiese cruzarlo caminando, con sus carros y ganado, solo es explicable si consideramos la intervención de naves extraterrestres.

Podemos recordar la columna de nube de que habla la Biblia, parecida a un tornado gigante, la cual puede haber sido causado por dichas supuestas naves extraterrestres. La coincidencia con el momento necesitado por los judíos para cruzar el mar Rojo es demasiado extraordinaria para dejársela al azar, y es esta una de las características de convertir este hecho en uno de los más grandes misterios del Antiguo Testamento. Actualmente la Gran Pirámide está en el centro del Egipto actual, cerca de la ciudad de El Cairo.

Al mismo tiempo, la Gran Pirámide separa las zonas bañadas por el Nilo, con pastos, y donde comienza el desierto. La palabra Giza significa borde. El Nilo baña una estrecha franja de tierra y el desierto localizado más allá de esta franja no era considerado parte del país.

Es en este punto donde la Gran Pirámide de Giza fue construida, cumpliendo de esta manera con la profecía de Isaías antes indicada. Por otra parte la referencia más común ofrecida como prueba de la existencia de la Gran Pirámide en la Biblia se encuentra en Deuteronomio, y es luego reafirmada en el Nuevo Testamento, en Mateo, y por san Pablo, en Corintios.

 La Gran Pirámide es el “pilar” a que el texto hace referencia y es a su vez un altar en el sentido de que es un testigo del Señor. El sentido de altar-testigo y no de altar-sacrificio es usado varias veces en la Biblia como por ejemplo en Josué: “En consecuencia afirmamos que debemos prepararnos para construir un altar, no para sacrificios sino que sea un testigo entre Tú y nosotros y todas las generaciones por venir”.

La ciencia de la gematría se encarga de encontrar un significado al valor numérico de las palabras. En el idioma hebreo, y lo mismo sucede con el alfabeto caldeo, cada letra tiene un valor numérico particular, de tal manera que el valor numérico de una palabra equivale a la suma del valor numérico de todas sus letras.

 La Gran Pirámide abarca una superficie de 5,26 hectáreas aproximadamente. Su altura es de 148 metros y el lado de su base mide 232,9 metros.

Pesa aproximadamente seis millones de toneladas y una de sus piedras llega a pesar unas 880 toneladas. Los secretos proféticos de la Gran Pirámide y del conjunto de la meseta de Giza, continúan en el proceso de ser descubiertos.

El código bíblico descifrado por el Dr. Eli Ripps, jefe de criptografía de la Mossad, servicio de inteligencia israelí, tiene al mundo sorprendido por su exactitud y por las posibilidades de combinación que sólo pueden ser leídas mediante un sofisticado programa y con la ayuda de un potente computador. Las pruebas matemáticas de la universidad de MIT demuestran su exactitud.

Lo mismo puede decirse de la Gran Pirámide, la cual no es otra cosa que una monumental “Biblia en piedra” que nos habla en un lenguaje matemático y geométrico en donde, entre otras cosas, la cronografía o eventos que han sucedido y han de suceder están consignados en las medidas y el diseño de la pirámide.

Es como si Yahvé u otra civilización, inspirada por él, hubieran querido dejarnos un legado imborrable. El Círculo de Henoc, la “pulgada” y el “codo” son las unidades de medida de la Pirámide. El Círculo de Henoc es un polígono de lados infinitos y por lo tanto es símbolo de la eternidad. El profeta Henoc (o Enoch) es uno de los dos testigos a que se refiere la Biblia y que fue arrebatado al cielo, tal vez abducido por una nave extraterrestre.

El otro caso conocido es el de Elías, que fue raptado por una extraña nave descrita en las Sagradas Escrituras. Henoc y Elías son los dos testigos a que se refiere el Apocalipsis, los cuales habrán de venir a dar testimonio de la verdad contra la maldad del mundo y contra el Anticristo, pudiendo condenar a la Tierra con toda clase de plagas y calamidades cuando lo estimen necesario.

Al final de su mensaje, serán asesinados por las tropas del Anticristo y sus cuerpos serán vistos durante tres días, supuestamente en la plaza de San Pedro, en Roma, por toda la humanidad Roma será la sede del Anticristo por un tiempo, quien seguramente utilizará la televisión para mostrar su triunfo sobre los cuerpos sin vida de los “dos testigos”.

Por otro lado, Egipto aparece aquí asociado a Roma. Al final de los tres días resucitarán y subirán al cielo para permanecer siempre en presencia de Yahvé. De acuerdo con el relato bíblico, Henoc fue raptado o abducido a los 365 años de edad y llevado a la supuesta eternidad.

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